'El cántico de la profetisa María' (1687) / LUCA GIORDIANO

'El cántico de la profetisa María' (1687) / LUCA GIORDIANO

Filosofía

El principio femenino en la Biblia

Lola Josa indaga en 'La medida del mundo' (Athenaica) sobre la presencia femenina en las Sagradas Escrituras a través del mito de María, uno de los personajes más misteriosos de nuestra cultura

24 octubre, 2022 18:55

“El misterio de Miriam-María habita en su sonoridad. Solo concibe por el oído”. Este podría ser el aforismo axial de La medida del mundo. Palabra y principio femeninos (Athenaica, 2022), el ensayo en el que Lola Josa indaga en la matriz de la creación a través de una lectura, poética a fuer de radical, de la Biblia. Hace tiempo que Lola Josa, profesora de filología en la Universidad de Barcelona y especialista en el Siglo de Oro, está llevando a cabo uno de los proyectos hermenéuticos más ambiciosos e iluminadores del actual panorama de los Estudios Hispánicos.

Su edición del Cántico espiritual de San Juan, “a la luz de la mística hebrea”, publicado por Lumen en 2021, supuso el redescubrimiento de un gran clásico, cuya disidencia original se restituía gracias a la atención que la autora prestaba a la influencia seminal en el poema de la verdad hebraica, una corriente de asimilación e interpretación bíblica que en España ha sido descuidada por siglos de censura católica. Gracias a su trabajo en curso, la mística española está cobrando una nueva dimensión, una nueva vida.

Como parte de esa tarea en marcha, La medida del mundo –que tiene su origen en una conferencia impartida en el Institut d’Humanitats de Barcelona– propone una meditación, hecha de breves prosas a medio camino entre el relato y la exégesis, acerca del mito de María, uno de los personajes más misteriosos y fundamentales de nuestra historia espiritual. En una época caracterizada por la banalización de todos los debates, en la que el feminismo y el machismo parecen decididos a degradar aún más la condición humana, resulta muy gratificante leer un ensayo que de verdad rescata algo que ha permanecido oculto en los dominios de nuestra cultura.

Lola Josa en el Institut d’Humanitats de Barcelona

Lola Josa en el Institut d’Humanitats de Barcelona

Aquí no se atiende a guerras de poder, tampoco a nomenclaturas arbitrarias o a pueriles disputas lingüísticas. No hay nada periodístico en estas páginas. Pero, al mismo tiempo, remontándose a las fuentes, a los textos fundacionales de la aventura humana, Lola Josa consigue hacer más justicia a ese olvidado y subterráneo principio femenino que todas las proclamas de nuestra actualidad. “Wisdom cries out in the streets and no man regards it” (“la sabiduría clama en las calles pero nadie atiende”), escribió Shakespeare haciéndose eco de los proverbios bíblicos.

Bien familiarizada con la Cábala y con todo el entramado simbólico que subyace a las Escrituras, Lola Josa va trazando, como si de una gestación se tratara, la genealogía de Miriam-María como mujer primordial y múltiple:

“De Miriam, medida del mundo, la música emergió como agua de una roca. Brotó sagrada al igual que la alegría en quien ha sobrevivido a una desgracia o a un faraón; al mundo caído. Solo a ella le es dado concebir el rítmico alborozo de un nuevo mundo por venir, por hacer. Las letras de su nombre, en sus alianzas, cantan el movimiento de liberación. Sonido, danza, letra, cántico que dan a luz la buena nueva, dejando atrás ejércitos anegados en las amargas aguas del tiempo. Feliz natividad en el nombre de Myriam. Su música, obra abierta que triunfa sobre la muerte”.

Su pesquisa busca encontrar los puntos de unión y continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, entre Egipto y Palestina, entre Miriam y María: “Sin Miryam, María de Nazaret nunca hubiera concebido ni hubiera cubierto de altares Europa. Miriam canta y baila por la Pascua judía, por la Pascua cristiana”. Gracias a ello, toda la constelación religiosa del orden judeocristiano cobra un nuevo significado. María ya no es sólo la madre virgen del hijo de Dios, sino el vacío originario que hace posible la divinidad de Jesús:

“María y Jesucristo mueren a la vez. Sin la Madre, la muerte del Hijo sería irrealizable, quedaría oculta, callada, no mesurada. En la Biblia todo lo mide el amah, el 'codo', desde la tebah de Noé, al Tabernáculo, al Monte del Templo en Jerusalén. Un amah que se escribe igual que la amah, la “matriz”, la “madre”. La medida del mundo.”

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La medida del mundo demuestra que las habituales consideraciones acerca de la marginación de la cuestión femenina en el mundo bíblico son meras conjeturas superficiales basadas en criterios estériles. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, la humanidad se concibe como una fuerza generadora que a través de la palabra despierta a Dios en su interior. Lola Josa propone superar los límites de lo que se suele clasificar como masculino y femenino para sondear la profundidad de una condición alumbradora que nos pertenece –sin propiedad– a toda la especie:

“En la Biblia lo masculino conoce a lo femenino. Maridan y se divinizan. No son hombres ni mujeres. Cada persona está compuesta por fuerzas dadoras y receptoras en cualquiera de las dimensiones que conforman nuestra humanidad, desde la física a la imperceptible. Potencias de lo existente, hacedoras y griales del conocimiento, del estímulo de la procreación de lo conocido reconociéndolo. Movimientos ontológicos complementarios que se buscan, sabedores de su fecundidad. La oscilación erótica entre ambos empieza con una pregunta que afine la capacidad cognitiva, capaz de abrirse como un puño celoso de su palma y de los dedos. María hace el resto. ‘Fertilizar’ lleva su nombre”.

Esta breve obra maestra consigue, en definitiva, sintetizar toda la sabiduría de la Biblia a través de su elemento dominante y a la vez invisible, con autoridad pero sin violencia, con rigor y erudición pero sin arrogancia ni vanidad, dejando que sea el propio texto fundacional el que inunde al lector con toda su potencia generativa:

“María es el cuerpo y la matriz, la medida del ser humano. Vientre del infinito, dilatación de la consciencia en sucesión de resurrecciones. Madre de eternidad, da a luz al Hijo delante de la barbarie, brillando en el cielo. Una vez cumplida, se oculta en “el desierto”, en un “lugar preparado por Dios” (Ap, 12:6) a la espera de que un aliento, bajo la bóveda celeste o el paladar, pronuncie su nombre”.