La experiencia de dirigir una primera película
La escritora tiene muchas historias a sus espaldas, las ha contado, y cree que llevarlas a la pantalla será asumible, pero ¿cómo se logra en la actual Argentina?
24 octubre, 2022 19:18Escribo desde que tengo noción o tal vez repito esa historia que me contaron, la de la niña de siete años que inventaba ficciones de forma permanente y las bajaba al papel aunque apenas supiera cómo. Escribo porque tal vez es el único lugar en el que tiene sentido la idea de la capacidad. Escribo porque la seguridad parecería estar solamente ahí, porque podría defender un texto hasta agotar al contrincante peleando en una vereda hasta el fin. El demonio defensor que podría llevar dentro se despertaría, creo yo, solamente por eso: si alguien quisiera demoler mi patrimonio de las ideas hechas oraciones.
En abril del 2020 estaba encerrada en un departamento diminuto y oscuro, con cucarachas de miniatura que no paraban de hacer fila al costado de la heladera, en cajones y alacenas. En abril del 2020 estaba deprimida porque ahí afuera se había desatado un caos que no quería dimensionar, ahí afuera había un rulo abstracto que demoraría mucho tiempo en desarmarse y entonces había que esperar. Las cucarachas que hacían nido eran el menor de mis problemas. Recibí una llamada telefónica de un hombre que conocía de vista, uno que llevaba anteojos y era alto como un jugador profesional. Me hizo una propuesta prometedora, acerca de escribir un guión para una película que, eventualmente tendría que dirigir. Alguien que confiaba en el futuro, confiaba en mí también. Del otro lado del teléfono, había alguien que venía a rescatarme de la angustia que me había cerrado los ojos. Lo pensé dos días y finalmente le respondí que sí. Ahí estaba el encierro y también estaba yo, con un proyecto en las manos y confiando en la capacidad, tal vez la única, o tal vez la mejor.
Bandas de rock argentino
Es octubre del 2022 y la gente ya no se tapa la cara para toser, la gente escupe alrededor y eso puede llegar a ser ameno. Falta un mes para que empiece el rodaje de mi primera película. La chica que nunca se desenvolvió en rodajes y apenas sabe lo que hace particularmente, por ejemplo, un gaffer, --iluminador-- irá a un campo en las afueras de Buenos Aires a filmar eso que escribió cuando apenas confiaba en que habría algún tipo de desenlace viral. La película son dos películas, en realidad. Por un lado tenemos a los actores y a las actrices, esos que fingirán ser una familia del campo, y esa pareja de Capital Federal que llegará a conocerlos. Por otro lado habrá material de archivo. Todo el material que se pueda encontrar de recitales e informes sobre bandas de rock argentino en el periodo de los años dos mil, previo a la tragedia de Cromañón que ocurrió en Buenos Aires a fines del año 2004.
La chica que hasta el momento pensaba que solamente era escritora, va aprendiendo con una velocidad demencial, a usar vocabulario del registro audiovisual, ese que está plagado de palabras en inglés como: page to page ( haciendo referencia a la reunión previa al rodaje de todo el equipo artístico y técnico de la película), hacer standing (pararse en las posiciones que eventualmente tendrán los actores cuando estén en escena) o el efecto muare (eso que pasa en la pantalla cuando un intérprete lleva puesta una remera rayada y la imagen genera un movimiento psicodélico que marea la vista)
La experiencia de armado de un proyecto audiovisual es muy distinta al montaje de una obra de teatro, por ejemplo. Mi experiencia con las artes escénicas, tanto en obras que escribí y dirigí bajo mi autoría o en coautoría con mi amiga y colega Eugenia Perez Tomas, tiene muchos más matices. Es un lugar que reconozco y en el que me siento capaz, incluso, habilidosa. El teatro en Buenos Aires puede estar financiado por el Ministerio de Cultura o por el Gobierno de la Ciudad, aunque también es posible producirlo de manera independiente, con apoyos del Fondo Nacional de las Artes o el Instituto Nacional del Teatro, aunque esos fondos no sean suficientes para que los artistas puedan cobrar un sueldo por su trabajo. El teatro, muchas veces, pareciera ser un oficio únicamente de fanáticos. Falta mucho por hacer al respecto de estas prácticas y sus gremios. El audiovisual dista mucho, en todos los términos, pero incluso también en lo económico. Argentina tiene un Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) que se creó en el año 1958 y que financia potencialmente proyectos para realizar. Con muchos embates y contradicciones, sin embargo, gracias al Instituto y a los sindicatos (el Sindicato de la industria cinematográfica argentina, SICA), idealmente nadie trabaja gratis en un proyecto de estas características, algo casi impensado en la industria del teatro. Una especie de pequeño lujo.
"Es lindo confiar"
Asistí a todo tipo de reuniones de vestuario, arte, dirección de foto, asistencia de dirección, producción, con gente tan lúcida y brillante que hacen que eso mismo que parecía impensado o improbable, eso de escribir literatura y volcar las ideas a un sinfín de imágenes, sea algo que de repente estamos llevando a cabo con fechas y horarios.
El futuro es nuestro por prepotencia de trabajo, como decía el escritor argentino Roberto Arlt: lo que tenemos es el entusiasmo del equipo admirado, del casi club de amigos de ideas que se acompañan y crecen entre sí. Filmaremos escenas con cámara car (otro elemento nuevo para el vocabulario del cine, el sistema de grabación cinematográfica desde vehículos en movimiento), filmaremos escenas nocturnas, caminatas por bosques, diálogos en voz demasiado baja, escenas con un niño de seis años, lagunas, atardeceres, canciones de guitarra. Veremos la interpretación del actor y de la actriz a través del monitor, le daremos más coordenadas para que sonría, llore o lamente. Haremos todo con el tiempo justo, a las corridas, intentando filmar cuatro escenas por jornada. Fingiremos que no habrá problema alguno, que a contratiempo funcionamos mejor. Haremos una primera película con la experiencia de haber contado miles de historias ya. Confiaremos en eso. Es lindo confiar. Se parece mucho a cantar una canción favorita para adentro, sin que nadie escuche, moviendo apenas el cuerpo en cada estribillo que llega y estalla.