El escritor Milan Kundera / EFE

El escritor Milan Kundera / EFE

Filosofía

Sobre una página de 'La insoportable levedad del ser'

Al igual que denunció Milan Kundera en su obra más reconocida, en España también se difunden públicamente conversaciones privadas impunemente

18 julio, 2021 00:00

Releyendo La insoportable levedad del ser descubro que con los años, con las décadas, se ha evaporado parte de la gracia que tenía la novela cuando se publicó, mediados los ochenta; o acaso el que ha perdido la gracia, o la capacidad de fascinarse, de suspender la incredulidad, sea uno mismo, y el texto de Kundera siga siendo brillante y conmovedor.

El lector seguramente recordará que la trama de la novela está ambientada en Praga en los años posteriores a la invasión de Checoslovaquia por los ejércitos del Pacto de Varsovia para sofocar la “primavera de Praga” o sea el intento de “socialismo con rostro humano” de Alexander Dubcek. Cuenta el amor entre el médico Tomás, que se niega a tansigir con las exigencias de sumisión de la “normalización”, y su mujer, Teresa, una camarera sin oficio ni beneficio que se transforma en fotógrafa.

Ellos encarnan la “pesadez” del ser, la pesadez del amor; la gravedad, la lealtad a unos principios, afectos y convicciones pierden a Tomás y Teresa, pero les invisten de una dignidad humana que los hace encantadores. Mientras el otro protagonista, la pintora Sabina, que cambia de países, de amantes y de lealtades, encarna una idea del ligereza y de libertad pero al mismo tiempo del vértigo del desasimiento, el vértigo de la levedad.

Es encomiable que el autor exponga los bienes y males de esos dos “estados” filosóficos, gravedad y ligereza, sin ejercer sobre ellos un juicio moral, y respetando así su criterio sobre la esencia de lo que es el genero de la novela: “Una novela no afirma nada; una novela busca y plantea interrogantes”.

Una vez más en la relectura observamos esa aguda querencia del autor por la privacidad, único ámbito donde reside la humanidad. Ante ciertas “revelaciones” que se ventilan en el espacio público de nuestro país en los últimos meses (en realidad ese cotilleo elevado a la categoría de “libertad de expresión” es una flor mefítica que nació al mismo tiempo que el régimen democrático, con su obsesión por la información y la publicidad), nos complace reproducir aquí una página de la novela (magistralmente traducida por Fernando de Valenzuela) sobre el escritor Jan Procházka (1929-1971), que no es un personaje de La insoportable levedad del ser sino un novelista y guionista de cine de la vida real, al que Kundera probablemente conoció. Procházka era muy popular y hablaba con excesiva libertad de asuntos políticos:

"Poco después empezó el acoso contra él en todos los periódicos, pero cuanto más lo acosaban, más lo quería la gente. Por eso la radio empezó (en 1970) a emitir un serial con conversaciones que Procházka había mantenido dos años antes (o sea en la primavera de 1968) con el profesor Vaclav Cerny. ¡Ninguno de los dos sospechaba entonces que en la casa del profesor hubiera un sistema secreto de escucha y que cada paso que daban estuviera vigilado! Procházka divertía a sus amigos con hipérboles y exageraciones. Ahora esas exageraciones podían oírse en forma de serial por la radio. La policía secreta, que era laque dirigía el programa, había subrayado cuidadosamente los párrafos en los que el novelista se reía de sus amigos, por ejemplo, de Dubcek. La gente, aunque aprovecha cualquier oportunidad para hablar mal de sus amigos, se indignaba más con su querido Procházka que con la policía secreta.

Tomás apagó la radio y dijo:

--La policía secreta existe en todo el mundo. ¡Pero que se permita emitir públicamente sus grabaciones por la radio, eso no existe más que en Bohemia!".

Bueno, en España esta ignominia también sucede, y con mucha frecuencia, tal como estamos viendo estos días, una vez más, ahora con las conversaciones privadas del presidente de un club de fútbol que mil periodistas rebotan en sus medios, relamiéndose de gusto y sin pararse un momento a pensar: ¿cómo no se dan cuenta de la posición indigna en que colocan a sus audiencias y se colocan a sí mimos? Espero que si alguien les pide explicaciones no tengan la cara dura de alegar que esa bajeza es “de interés público”.

Por cierto, para volver al hilo: Procházka murió prematuramente poco después de la campaña lanzada contra él; no se puede decir que la campaña de acoso contribuyó a llevarle a la tumba, pero es probable y lógico. Sus hijas Lenka e Iva Procházková también son novelistas. Iva emigró a Alemania, y volvió a su país cuando se reinstauró la democracia. Por su parte, Lenka se quedó y fue pareja durante algunos años de Ludvik Vaculík, amigo de Vaclav Havel, autor del Libro checo de los sueños (su dietario del año 1979, no editado en español: una obra maestra de la literatura).

Vaculík fue uno de los mejores escritores checoslovacos y editor de literatura samizdat. En su editorial clandestina Petlice publicaba los libros de Lenka. Cuando vivían juntos, él leyó sin permiso el manuscrito de la novela autobiográfica (titulada Libro negro) que ella estaba escribiendo y allí descubrió que le había sido infiel. Lo tomó muy mal y replicó en su libro también autobiográfico Cómo hacer un niño...

Todo esto es bastante tonto, ¿verdad? No se necesita para nada a la policía secreta, nos bastamos nosotros solos, nosotros con nuestros altos conceptos del deber.