El antídoto de 'Un mundo feliz'
La lectura tiene la motivación de transgredir, de rebelarse contra lo injustamente establecido
27 diciembre, 2017 00:00Un cuadro de Bernardo Reyes: E.V.A., la del paraíso, aunque algo menos rancia. El título responde al acrónimo de Experiencia Virtual Adictiva y viene representado por una Eva bíblica que ofrece la insignia de Apple: la manzana envenenada de Blancanieves, la que le cayó encima a Newton, las del manzano de Fowles (El árbol, 1979) o la que mordió preñada de arsénico Alan Turing. Sea lo que fuese en lo que se basaron los diseñadores del valle de la silicona, la manzana de los portátiles parece encarnar hoy el misterio trino de la ciencia, las letras y la creatividad; el conocimiento en un pictograma.
En la obra, la primera de las mujeres, al menos del paraíso, ofrece el fruto sin miedo alguno, con gesto sensato y mirada centrada. Sólo escapa de la comisura de sus labios un hilo de satisfacción por haberla probado, por haber pecado. En la tabla del pintor no hay engaños, la manzana está teñida con el tinte del dolor y el bocado muestra la blancura de la sabiduría, lo más adictivo. Del cuello de Eva pende una bagatela, una serpiente de latón que se adoraba antes que la cruz. Dios anunció a Moisés: "Si quieres curar a tu pueblo, haced una serpiente de bronce para que el que la vea sane". Claro que eso lo dijo después de enviar una legión de víboras para que les mordiesen los tobillos.
Todos los mitos son duales, siempre recogen aspectos positivos y negativos. La serpiente en este pasaje bíblico (Números, 21:4-9) transmite el dolor, pero a la vez el conocimiento, la farmacopea. En el Génesis 3, de nuevo la mala sierpe. Encarna a lucifer (luz del amanecer) que, a través de la tentación, entrega la sabiduría a los hombres al mismo tiempo que inocula dolor, revelándose así contra la voluntad de su hacedor. Cuando Dios sopló el barro creando a Adán, le advirtió: "Hay dos árboles en los que no puedes alzar el brazo, uno es el de la inmortalidad y el otro el del bien y el mal". De eternidad no andaba escaso, el anciano llegó a soplar 930 velas aunque ya con achaques, pues se meó fuera del tiesto y lo echaron del barrio acomodado.
Al igual que el dios de los judíos, el dios de los griegos tampoco quiso dotar de meninges al ser humano. Prometeo, titán de los que estuvo en el mismo frente que Zeus durante las guerras titánicas, se reveló contra los del cielo entregándole la llama del saber a los de la tierra. El togado lo juzgó por desacato y lo sentenció a que todas las noches una alimaña le retorciera las tripas indefinidamente. Y como cláusula añadida, le buscó compañera a Epimeteo, el hermano del "calienta pelotas", a quién casó con la primera mujer de la tierra. Su nombre era Pandora y su ajuar, contenía más sangre que los diamantes que pudiera albergar. Epimeteo, por aquello de lo que mató al gato y porque era algo lento de mente, acabó abriendo la caja que era una trampa y la terminó de liar.
Libros contra la felicidad
Todas las librerías están repletas de libros que prometen la felicidad. Quimeras. Los libros, los buenos libros son el equivalente a la serpiente del paraíso, a Eva, a Prometeo, a Pandora, todos estaban implicados a partes iguales en la entrega del saber y del dolor. La deidad siempre paternalista, aparece en los mitos protegiéndonos como en la tradición budista, cuando a Siddhartha lo mantenían encerrado en palacio para que no viese la miseria humana. Los textos al igual que la manzana envenenada o el fuego, pasa a ser el antídoto contra la droga que alivia las penas en la novela de Huxley Un mundo feliz (1932). ¿Por qué? Porque a veces las palabras complican la vida.
Henry Miller, en su autobiografía Los libros en mi vida (1963), llega a la conclusión de que "habría que leer cada vez menos, y no cada vez más". La prioridad para el novelista por supuesto era leer y escribir, pero sobretodo vivir. Entonces, ¿qué motivación tiene la lectura? Pues la de transgredir, rebelarse contra lo injustamente establecido, como Prometeo o Eva. Pueden pensar que las advertencias de un tipo como Miller no animen mucho a la lectura. Todo lo contrario, las campañas azucaradas de animación a la lectura no dan resultado en un mundo hiperestimulado. La rebeldía vende más, porque es algo inherente al género humano. Steve McQueen, el rey del cool, el de la peli de Bullitt, llegó a decir en una entrevista que él nunca había probado las drogas porque nadie le había dicho que eran malas. Quizás los consejos de Miller produzca el efecto contrario.