Ensayo

Adiós a las historias patrias

26 mayo, 2017 00:00

Dejó escrito Ortega y Gasset que “el pasado nos aparece como el arsenal y el tesoro de los errores”. No se refería a la tensión entre falsarios y críticos. En un proceso intelectual de reconstrucción del pasado se suele integrar a esos antiguos errores como verdades parciales. El historiador honesto recibe la labor del anterior y la intenta completar, matizar o cuestionar, hasta que el siguiente llega y realiza un trabajo similar. Dicho de otro modo, cuando en la explicación y enseñanza de la historia se rompe abruptamente con el conocimiento heredado se está haciendo trampa. Es un fraude en mayúsculas.

Los usos nacionalistas del pasado son el mejor ejemplo de ese engaño. Pasó en el franquismo con el españolismo nacionalcatólico y pasa ahora con el catalanismo nacionalsoberanista. Es sabido que, desde fines de la década de los ochenta del siglo XX, los libros de textos de conocidas editoriales mienten, como mínimo porque esconden conocimiento. Todos saben, incluida la alta inspección del Gobierno central, que esta delincuencia educativa campa a sus anchas, haciendo negocio y recibiendo subvenciones.

Ahora que Societat Civil Catalana lo ha repetido alto y claro, parece que los gobernantes del PP se van a romper la camisa. A los socialistas ni se les ve ni se les escucha, mientras que los padres intelectuales de Podemos publican sin sonrojo auténticos disparates sobre cuál fue la primera nación (Santiago Alba Rico dixit). Los de Ciudadanos parecen predicar en el desierto.

Me comentaba días atrás el historiador francés Serge Gruzinski que, en un paseo por Murcia, comprendió el absurdo de las historias patrias que se explican en los colegios y en los institutos. Un profesor de secundaria le relató las dificultades que tenía en el aula para explicar la (re)conquista cristiana ante alumnos musulmanes que rechazaban ruidosamente esa visión. Situación que se repetía cuando iniciaba el tema del (des)cubrimiento de América en el mismo aula ante alumnos de origen ecuatoriano.

Los usos nacionalistas del pasado son el mejor ejemplo de ese engaño. Pasó en el franquismo con el españolismo nacionalcatólico y pasa ahora con el catalanismo nacionalsoberanista. Todos saben, incluida la alta inspección del Gobierno central, que esta delincuencia educativa campa a sus anchas, haciendo negocio y recibiendo subvenciones

Esas historias patrias están condenadas al fracaso. Occidente está inmerso en un vertiginoso cambio en el que las historias nacionales son ya un despropósito, estén o no manipuladas como sucede en Cataluña o en otros lugares. Afirma Gruzinski que es el momento de las historias conectadas. Es decir, a un joven español hay que explicarle las historias de España, Europa, de América, de Asia o de África de manera interrelacionada, aunque con una proporción variable si vives en el sur, en el levante, en la meseta o en el norte, en el mundo urbano o en el mundo rural. Del mismo modo, los procesos que más han afectado a su entorno --(des)industrialización, turismo, migraciones, mestizaje, latifundismo, contaminación...-- han de entrar en las clases con proporciones diferentes según las vivencias, de lenguas ya ni hablamos. Ha de existir un hilo conductor, y ese es la comunidad europea no imaginada, en continuo movimiento en un escenario de historia global.

También la Historia de Cataluña ha de dejar de ser explicada como el proceso de resistencia y construcción de la nación. En el mejor de los casos esa teleología sólo genera confusión o simpleza, en el peor odio y xenofobia, munición para una guerra. En su lugar ha de ser estudiada como una noción a adquirir, como el conocimiento de un pasado poliédrico imprescindible para aproximarnos a la compresión de la pluralidad del presente.

Para los docentes, el desafío que supone elaborar y explicar esas historias conectadas es enorme, pero sobre todo es imposible mientras gobiernen los actuales políticos con sus correspondientes paniaguados. Esta clerecía, compuesta por nacionalistas casposos que huelen a naftalina decimonónica, sigue empeñada en dilapidar ingentes cantidades de dinero público con el objetivo de imponer una Verdad, una Identidad y una Historia que no son causas sino consecuencias de una realidad, la suya. Una estafa en toda regla.