'Próspero viento'

'Próspero viento' DANIEL ROSELL

Letras

Andrés Trapiello: las letras, la política y el ‘Próspero viento’ de la 'verdad cordial'

El escritor leonés construye una biografía paralela a su vida literaria en unas memorias que son una impugnación crítica de los dogmas de su generación

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Nadie sabe del todo y por completo si su existencia, ese regalo de los dioses y de la biología que a veces se vive como un castigo, es una suerte de encargo de supervivencia que alguien que no conocemos nos hace sin pedirnos permiso o acaso la línea de nuestra vida, esa geografía incierta, no es más que una cadena de decepciones y renuncias surcada de algún instante pasajero de felicidad. En cualquiera de ambas opciones, ver llegar el final del camino, muy lejos ya del ecuador de nuestros días, puede –y debe– considerarse un triunfo. Es entonces cuando, sin pedir permiso a nadie, y sin necesidad de que se nos avale, la memoria personal, que es la única que realmente existe, reemplaza, en general para enriquecerlos, el deslumbramiento de nuestra juventud y el asombro de la madurez.

Andrés Trapiello (1953) se encuentra en ese instante del tiempo. Con 72 años vive quizás el mejor de todos los momentos posibles tras una larga trayectoria literaria, hecha a contracorriente y con un sólido anclaje en la tradición de lo mejor de la cultura española, que es la de aquellos que declinaron convertirse en sectarios para ser independientes, ellos mismos. Sus libros son hijos de su talento y de su disciplina. Obras de la voluntad. Y su vida, recreada en su Salón de Pasos Perdidos, su colección de diarios, consecuencia de sus decisiones, siempre zarandeadas –como ya nos enseñase el gran Ortega y Gasset– por las circunstancias.

Andrés Trapiello y aquellos que fuimos

Andrés Trapiello y aquellos que fuimos DANIELROSELL

De ambas cosas ha dado muestras en abundancia. En sus libros palpitan sus obsesiones y en su trayectoria podemos descifrar sus preferencias. En Trapiello las vivencias y las experiencias adoptan distintos rostros, igual que nuestra imagen cambia con el paso de los años y el desgaste de las edades, pero en ningún caso usan diferentes máscaras. En su poesía encontramos las cosas sencillas que le emocionan; en sus ensayos a los autores y los libros que le han deslumbrado; en su narrativa están los episodios, ya sean propios o ajenos, que le han parecido novelescos. Todos sus libros pueden leerse como las hojas de su particular calendario

“Cada hombre” –escribió su admirado Galdós– “lleva consigo su novela”. Y la forma más primitiva de narración es la que sostenemos, como escribió Machado (Antonio), con nosotros mismos: la memoria. Trapiello, que últimamente ha descubierto los caldos de Xerez, incluida la manzanilla de Sanlúcar gracias a un infatigable cicerone, ha cultivado la cría de este vino de la memoria en distintas botas y odres, pero en cada uno de ellos en una proporción y de una manera diferente, acaso buscando un sabor mejor en cada destilado. Los episodios de su vida que narra en sus dietarios, por decirlo de algún modo, constituyen la primera cosecha, siempre sometida a maduración. El noble envejecimiento de este vino primero se aprecia mejor en dos de sus mejores libros: Madrid –una (falsa) guía de la capital de España surcada por una primera persona confesional– y La Fuente del Encanto, una antología de sus poemas donde vale tanto –o más– la prosa que los versos, una obra hermosísima y deslumbrante.

'El buque fantasma'

'El buque fantasma' PLAZA Y JANÉS

También habita en algunas sus novelas, como El buque fantasma, donde el protagonista, el estudiante Martín Benavente, relata su militancia política durante la (Santa) Transición con un sano escepticismo y un envidiable sentido de la ironía hacia sus iguales. En ella se dice: “Hoy eres un inconformista, pero el tiempo te convertirá en una persona conservadora”. Hay quien cree –e incluso escribe– que este tránsito es el mismo que ha hecho el escritor leonés. Acaso para desmentirlos, a modo de valerosa carta de combate, Trapiello saca ahora a la luz unas memorias políticasPróspero viento (La esfera de los libros)– donde se entrecruzan las letras, los recuerdos íntimos, la biografía, el activismo (juvenil) y el compromiso (de la madurez) con un portentoso retrato que derrumba los dogmas de su propia generación y deja sin luz el falso heroísmo de muchos personajes de nuestra vida pública considerados intocables.

Se trata de un libro de encargo. Y ya se sabe lo que hace el escritor leonés con las encomiendas editoriales: hacerlas suyas y, sin dejar de cumplir con el sello que lo acoge –ya sea Destino, Pretextos, Alianza o La esfera–, conducir el viaje por su particular sendero. El lector siempre sale ganando. Y Trapiello puede convertir en literatura (perdurable) la embajada editorial. De encargos nacieron algunos de sus libros capitales: Las vidas de Miguel de Cervantes, que a su manera es la novela de un desconocido; la citada guía de Madrid –que lo convirtió en best-seller– o Las armas y las letras, enriquecido en sus sucesivas ediciones e, igual que estas memorias políticas, convertido en un rastro (miniado) con afiches.

'Próspero viento'

'Próspero viento' LA ESFERA

Esta misma senda recorre en Próspero viento, con la diferencia de que se trata de uno de sus libros más sinceros y valientes, donde desmiente a sus enemigos (que un día fueron sus gemelos) y donde explica cómo en sus años de militancia en los grupos políticos de extrema izquierda –la Joven Guardia Roja– descubrió que muchos de aquellos que querían derribar el franquismo no sólo no lo hicieron, sino que tampoco cobijaban anhelos democráticos, al contrario de lo que afirma (por intereses políticos del presente) el relato de la memoria oficial, que no es recuerdo ni homenaje, sino revisionismo histórico, embellecimiento vanidoso y sectarismo vil.

Los pasajes dedicados a sus padres y a los años de su infancia en León son memorables. En ellos resuelve algunos de los vacíos abiertos en otros libros, como la militancia falangista de su progenitor, un hombre que tuvo que hacer la guerra y la ganó, pero que vivió exactamente las mismas dificultades que muchos de los perdedores; las campañas de extorsión de los guerrilleros republicanos (los maquis) o el hostigamiento que su familia sufrió en Manzaneda de Torío, donde fueron a instalarse tras la contienda. El encargo editorial prescribía escribir sobre la superioridad moral de la izquierda y su hegemonía cultural. Y Trapiello cumple pero por un camino –el suyo– diferente al previsible: a través del testimonio en primera persona de un narrador –él mismo– que nació en la España de la posguerra y vivió la dictadura, la Transición, el felipismo, el triunfo de Aznar y el viraje populista de la izquierda que empieza con Zapatero y nos conduce hasta el sanchismo.

'La Fuente del Encanto'

'La Fuente del Encanto' FUNDACIÓN LARA

El libro sortea la soflama. Trapiello escribe (habla) a media voz para desvelarnos su circunstancia vital, que no es abstracta, sino prosaica. Es la historia de un joven rebelde con aspecto de seminarista que sale a la barojiana busca de la vida –expulsado de casa por su padre, junto a su hermano, por repartir ejemplares de Mundo Obrero de una prima-novia–, y que acaba, sin oficio y con magro beneficio (al contrario que tantísimos militantes profesionales de izquierdas) convirtiéndose en el único escritor de la modernidad que, una vez contempladas las mentiras del teatro de las vanidades de la izquierda, renuncia a ambas cosas –la modernidad y el comunismo– para redescubrir(se) en los viejos escritores del 98, con el fértil preludio de Juan Ramón Jiménez y otros intelectuales y artistas españoles (el caso de su adorado Ramón Gaya) que practicaron el arte de la independencia, incluso a costa de sí mismos, sin caer nunca en la obscena indignidad de obtener tajada y laureles de su sufrimiento personal, distanciándose así de los arribistas de la cultura oficial.

Trapiello no siente nostalgia de sus años rojos, que retrata sin ningún heroísmo y con crudo realismo. Tampoco pretende que le den la razón en sus planteamientos del presente. Se podrá estar (o no) de acuerdo con su perspectiva. Pero no critica a nadie más que a aquel joven que un día fue él mismo. Simplemente expone su experiencia política, lateral a su trayectoria como escritor, y alejada de las alfombras a las que tan pronto se habituaron muchos de sus antiguos camaradas. No es extraño que lo expulsaran de las juventudes comunistas: ninguna religión admite herejes en sus filas, de la misma manera que en los partidos políticos no caben los hombres sin dueño.

'Madrid'

'Madrid' DESTINO

Trapiello no sólo hace catas en su pretérito y en la historia de España del último medio siglo. Habla también del presente, que no se entiende sin la omnipresencia de aquel pasado. Así, sitúa el regreso a la polarización política, con el riesgo de que ésta degenere en un enfrentamiento social, a comienzos de los años ochenta, cuando la izquierda y sus instituciones (entre ellas el diario El País), una vez conquistado el poder, pasó sin cesar de “la firmeza de las convicciones a la certeza de la superioridad”. Un camino que nos ha llevado, medio siglo más tarde, al enfrentamiento (simbólico) entre españoles.

El éxito de la Transición” –escribe el escritor leonés, que dedica estas memorias a la figura de Mario Vargas Llosa, argonauta de un viaje político equivalente– “estribó en la doble renuncia de los vencidos a la venganza y de los vencedores al poder, pero algunos de los que habían perdido la guerra, no siempre procedentes de grupos de extrema izquierda extraparlamentaria, empezaron a incubar una creencia absurda y a la postre venenosa: considerar más injusta su renuncia que la de sus adversarios. Es decir, sentir que con su renuncia perdían más que ganaban los otros con la suya (…) Así se iniciaron de nuevo las hostilidades de la guerra cultural”. En ella habitamos todavía.

'Las armas y las letras'

'Las armas y las letras' DESTINO

Trapiello empezó a percibir las consecuencias de este viraje durante su etapa en la editorial Trieste, cuando decidió publicar la literatura de Rafael Sánchez Mazas al mismo tiempo que muchos mandarines de la izquierda ilustrada ridiculizaban a Ortega y Gasset y a Julián Marías para entronizar a Sánchez Ferlosio en las eternas noches (etílicas) de aquel Madrid del pub Dickens, sin haber ni siquiera leído sus libros. Había que hacer tábula rasa. La cultura tenía que empezar con ellos. En consecuencia, debía existir –obligatoriamente– una España de escritores (políticamente) buenos y otra de autores (literariamente) malos entre las cuales los únicos puentes –¡Dionisio Ridruejo sí; Torrente Ballester, no!– iban a ser ellos, los infalibles guardianes del vado de la consagración literaria.

Próspero viento no es un libro doctrinal ni, en el fondo, biográfico, aunque esté lleno de pasajes vitales –la vana frivolidad de la Movida, el retrato de Madrid durante el tiempo del cambio político, los naufragios y tumbos laborales, el paro, la aparición (milagrosa) de Miriam (su mujer), que lo acoge en su piso de Conde de Xiquena –allí siguen juntos–, sino una obra inteligentemente política, aunque de orden heterodoxo. Su mensaje está condensado en una de las citas de obertura. En este caso es de Emily Dickinson, una de sus poetas de cabecera: un hombre libre, incluso si es un mendigo, puede ir “a todas partes” sin necesidad de comprometer su libertad.

Trapiello y su 'Salón de pasos perdidos.

Trapiello y su 'Salón de pasos perdidos. DANIEL ROSELL

Trapiello no tiene miedo a caminar solo, como Unamuno al habitar el destierro de Fuerteventura, antes de enunciar su teoría de la verdad cordial: “Obra de modo que merezcas a tu propio juicio y a juicio de los demás la eternidad, que te hagas insustituible, que no merezcas morir. Obra como si hubieras de morirte mañana, pero para sobrevivir y eternizarte. El fin de la moral es dar eternidad humana, personal, al universo; descubrir la que tenga –si la tiene– y descubrirla obrando”. Toda su literatura se alimenta de esta luminosa soledad.

'Las vidas de Miguel de Cervantes'

'Las vidas de Miguel de Cervantes' DESTINO