Imagen del vídeo sobre el libro 'L'home que retratava els morts', de Francesc Valls-Calçada

Imagen del vídeo sobre el libro 'L'home que retratava els morts', de Francesc Valls-Calçada iTGN

Letras

El arte de retratar a los muertos y el oficio laborioso de Francesc Valls-Calçada

El escritor publica ‘L’home que retratava els morts’, con la voluntad de “entretener”, pero con la autoexigencia que refleja la mejor literatura y lo comparte en un territorio que pide más atención

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Enocapella del Gaià de Vilardida. Unos amigos. Copas de vino y un libro. Todo sucede en tierras de Tarragona, donde el tiempo está más acompasado con las necesidades humanas. Sin la electricidad asfixiante de Barcelona, sin la presión que el hombre moderno se ha puesto a sí mismo, como bien denuncia el filósofo coreano Byung-Chul Han, un grupo animoso escucha a Francesc Valls-Calçada.

Explica la historia que ha plasmado en L’Home que retratava els morts, publicado por la editorial, El jardí de L’Abadia, una iniciativa voluntarista que nace también en esa Catalunya que reclama más atención por parte de la capital institucional que representa Barcelona. Y se produce el encanto: la buena literatura engancha, con narraciones sencillas y pensadas, con relaciones humanas, y con el señuelo siempre efectivo de la reflexión sobre la propia existencia. Y, claro, con mucho humor. Que no falte nunca el humor.

La enocapella de Vilardida

La enocapella de Vilardida Enciclopèdia.cat

El escritor tiene oficio. Una obra extensa, pero enmarcada en esa periferia literaria, la que abunda más, la que refleja la enorme vitalidad del territorio catalán. Francesc Valls-Calçada, (Santa Coloma de Queralt, 1956), periodista y escritor, ha trabajado en medios como Diari de Tarragona, El Punt, El Temps, Tarragona Municipal, o Diari del Priorat, y dirigió, entre otros muchos proyectos, los Premios Literarios de la Ciutat de Tarragona entre 1996 y 2001.

Entre sus obras destaca L’aigua parlava, (Arola Editors, 2006); El domador de puces (Arola Editors, 2011), Cent dòlars i una cabra, o Un regal per al Führer, las dos novelas publicadas también en Arola Editors, en 2015 y 2017 respectivamente.

El escritor Francesc Valls-Calçada, en el centro, en la Enocapella de Vilardida

El escritor Francesc Valls-Calçada, en el centro, en la Enocapella de Vilardida

Pero Valls-Calçada destacó por una obra, escrita junto con Carles Pastrana, Estic morta, saps?, con un prólogo de Maria Aurèlia Campmany, (Editorial La Rambla, 1983). Reflejaba la fascinación de una población de ficción, la Vila d’Encís, que escondía la potencia de una zona como La Mussara, un pueblo abandonado en el Baix Camp.

Y llamó la atención del presentador Iker Jiménez, que indagó, con su característico estilo, en el ‘misterio’ de toda esa zona.  El escritor sigue “sorprendido” por el fenómeno televisivo. “Podía haber exigido derechos de autor por la historia”, bromea.

Retratos a difuntos

Su narración, ahora, es otra. “He buceado mucho en el siglo XIX, un siglo muy repleto, denso, con un enorme peso, y, sin querer reflejar nada de forma concreta, desde el punto de vista político o social, sí se aprecian vivencias y organizaciones sociales identificables”, señala el escritor, mientras el resto del grupo, que escucha con atención, aprecia una copa de vino que se ha descrito con precisión minutos antes. Son vinos del Celler Comunica de Falset, con Pep Aguilar, copropietario, presente en el acto.

La novela sorprende. Se viaja al pasado, desde el presente. Los recuerdos se confunden, pero el lector atrapa la atmósfera, la que da vida a Sebastià Florit. Corre el año 1839 en una gran ciudad. Tiene una profesión periférica, pero muy importante: es fotógrafo especializado en retratos de difuntos a domicilio, porque las familias, las más bien establecidas, quieren recordar el rostro de sus familiares. Y suceden cosas inesperadas.

Portada del libro de Francesc Valls-Calçada

Portada del libro de Francesc Valls-Calçada

La reunión se produce en un soleado día. Son tierras del Baix Camp. Hay Historia, e historias, que se acumulan. El anfitrión, Oriol Pérez de Tudela, pide que se valore más esa historia local, que, en tanto que local, es nacional.

La historia de Pere el Gran

Y recuerda cómo Pere el Gran, también llamado Pedro III de Aragón, al morir en Vilafranca del Penedès, el 11 de noviembre de 1285, su féretro fue trasladado hasta el Monasterio de Santes Creus, a orillas del río Gaià.

Le acompañaron unas 10.000 personas, lo que, en esa época, era una barbaridad. Esa fuerza, esa gesta, lo que conllevaba, debería ser más conocida y podría reflejarse en “una gran película”. ¿Por qué no?

El llamado territorio, desde Barcelona, vibra. Hay vida, proyectos, alma. Barcelona y toda su área metropolitana busca aire. No lo encuentra. Persiste el bloqueo. Hay dinamismo también, y crecimiento económico, aunque con la sensación de que todo tendrá un límite y que no hay respuestas adecuadas.

Pero fuera de sus murallas, hay todo un océano. Son zonas como el Baix Camp. Se produce, se vive, --como se puede y como se quiere—y sus hombres y mujeres se cuentan sus propias historias para seguir soñando y para mantener sus lazos de amistad.

Y fluye la literatura, la de L’home que retratava els morts. Su autor, Francesc Valls-Calçada. Un escritor.