
Detalle del libro 'Japón eterno', de Amélie Nothomb
El encanto de Japón según Amélie Nothomb
Nothomb grabó con la también escritora y traductora Laureline Amanieux un podcast sobre la cultura japonesa, que ahora la misma editorial Anagrama ha recogido en un libro, bajo el título de 'Japón eterno'
La cultura, la espiritualidad, las tradiciones y ciertos rituales propios de Japón ejercen un gran atractivo para muchos occidentales, especialmente de las generaciones más jóvenes, que ven en ellos una respuesta a la busca de sentido que no encuentran en su propia tradición, un camino de perfeccionamiento. En la lejanía encuentran también, por supuesto, un exotismo seductor.
La prolífica novelista belga Amélie Nothomb, que casi cada año publica (en Anagrama) una de sus novelas breves y muy apreciadas (Estupor y temblores, Metafísica de los tubos, etc, etc.), es, como saben sus lectores, una gran apasionada por el Japón. Sus novelas, ambientadas allí o no, son japonesas, según su propio criterio, por “la estilización extrema de las relaciones humanas que presento, por un sentido estético particular, por cierta forma de crueldad, por un uso peculiar del lenguaje”.
Su padre fue cónsul en una de sus ciudades cuando ella acababa de nacer, residió allí los primeros cinco años de su vida, al volver a Europa sintió una fuerte nostalgia del que ella ya tenía por “su” país, consideraba que haber perdido “aquel universo perfecto” era el drama de su vida, y más adelante, en cuanto pudo, regresó allí, esta vez a la misma capital, Tokyo, como empleada en una de las más grandes empresas nacionales.

La escritora Amélie Nothomb
En una de sus novelas más aclamadas, Estupor y temblores, recrea la experiencia del trabajo en aquella empresa, sometida a códigos de comportamiento mucho más rígidamente jerarquizados que en Occidente, y en su caso, a la autoridad de una jefa perversa, cuando no sádica, que la sometía a un abanico de humillaciones minuciosas y respecto a la cual ella sentía una atracción morbosa, de carácter erótico-masoquista. Su jefa de alguna manera representaba al mismo país, en el que en vano ella quería integrarse.
Visión original
Años después, y unas cuantas novelas después, Nothomb grabó con la también escritora y traductora Laureline Amanieux un podcast sobre la cultura japonesa, que ahora la misma editorial Anagrama ha recogido en un libro, bajo el título de Japón eterno, donde el texto mantiene el carácter un poco casual, informal, para nada académico pero lleno de informaciones interesantes, de la conversación del podcast, y está profusamente ilustrado. Sin pretensiones aparentes, es obra de dos sabias en el tema que tratan y constituye una estupenda introducción a esa cultura japonesa tan extraña y tan atractiva.
Japón eterno se reparte en cuatro partes o grandes temas generales, cada uno de ellos con sus derivaciones o plasmaciones literarias más destacadas. La primera parte explica “El camino de los kami”: los kami son los espíritus divinos o sobrenaturales del sintoísmo –junto con el budismo, una de las principales religiones del país-- que, un poco como los dioses del politeísmo griego arcaico, habitan en los fenómenos de la naturaleza, en el agua, en la piedra… "Los japoneses se consideran parte de la naturaleza, en cuerpo y alma", explica Nothomb. "No están por un lado las personas y por el otro la naturaleza. Es una visión de la naturaleza absolutamente original. De ahí la importancia de preservarla, ya que equivale a preservar a la especie humana”.

La escritora Amélie Nothomb
En la segunda parte, “El camino del budismo”, explica la liberación en el arte budista, visita templos prestigiosos y recuerda figuras destacadas del budismo japonés, habla del jardín japonés en los templos zen, reproduce y explica el carácter zen de algunos haikús, y el sentido de algunos de Bashô. Como por ejemplo éste, uno de los más conocidos o citados: “Bajo las flores de un mundo flotante/ mi arroz marrón/ y mi sake blanco”.
No necesitamos nada
Gracias a las páginas 167 y 168 de Japón eterno, ahora sé que el “mundo flotante” es el mundo efímero, “las flores” se refiere a las del cerezo, el “arroz marrón” –que en el original japonés es “arroz negro”, para subrayar el contraste con el “sake blanco”—se refiere al arroz integral, sin descascarillar, que entonces, en el tiempo de Bashô, en el siglo XVII, era el arroz de los pobres, igual que el “sake blanco” es un licor turbio, sin filtrar.

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El haikú nos remite así a un arte de la frugalidad, en realidad el poeta nos dice que no necesitamos casi nada “nos invita a compartir un ideal de rusticidad y a retornar al momento presente para apreciar la esencia de la vida”, explica la orientalista Corinne Atlan, la mayor traductora de haikús al francés y colaboradora del podcast.
La tercera parte, “El camino del guerrero”, habla de los samuráis y del teatro nôh.
Y por fin “El camino de la elegancia” habla de perfumes y fragancias, de la sensualidad y de dos novelas japonesas paradigmáticas, El pabellón de oro de Yukio Mishima, y La casa de las bellas durmientes, de su maestro Kawabata, y de “Cosas que hacen latir deprisa el corazón”, que, según el clásico El libro de la almohada, un diario escrito por la autora japonesa Sei Shōnagon, dama de la corte de la emperatriz Sadako Teishi, hacia el año 1000, son, en la traducción de Borges y Kodama, “gorriones que alimentan a sus crías. Pasar por un lugar donde juegan niños. Dormir en una habitación donde se ha quemado incienso. Advertir que un elegante espejo chino está un poco empañado. Ver a un caballero que detiene su carruaje frente a nuestro portón y ordena a sus servidores que lo anuncien. Lavarse el pelo, acicalarse y ponerse ropas perfumadas. Aunque nadie lo vea, sentimos un íntimo placer. Es de noche y uno espera una visita. De pronto nos sorprende el sonido de las gotas de lluvia que el viento arroja a las persianas”.