La escritora Mercè Ibarz

La escritora Mercè Ibarz GALA ESPÍN Barcelona

Letras

Mercè Ibarz: "Vivimos en un tiempo en el que todo el mundo cree que ha descubierto el Mediterráneo"

La escritora y periodista cultural, que acaba de publicar Abeja furiosa de su miel (Anagrama), una biografía de Mercè Rodoreda, reflexiona sobre la novelista catalana y critica los tópicos que han rodeado su legado literario

18 abril, 2024 18:43

Para descubrir, conocer y profundizar en la obra de Mercè Rodoreda es necesario leer a Mercè Ibarz. Periodista cultural y escritora -es autora del formidable Tríptico de la tierra y de Contes urbans, todavía no traducido al castellano-, Ibars ha dedicado años leer y estudiar la figura y la obra de Rodoreda con la intención de contestar a los tópicos que han rodeado a la autora de La plaza del Diamante, limitando su valor literario, negando su condición transgresora y reforzando la idea de que fue una escritora sentimental y fácil. Ahora se traduce al castellano Abeja furiosa de su miel, una biografía en la que Ibarz recorre la vida de Rodoreda y nos descubre a una autora compleja, sorprendente, arriesgada y comprometida con la escritura. 

En más de una ocasión ha dicho que Mercè Rodoreda le ayudó a encontrar su propia voz, que, tras leerla y escribir sobre ella, quiso comenzar su propia obra.

De esto me di cuenta con el tiempo. Por entonces, yo ya trabajaba como periodista y había publicado un libro sobre ETA que salió en 1981, justo antes del intento de golpe de estado. En ese contexto se produjo un cambio en el mundo de editorial; dejaron de publicarse libros políticos que, hasta entonces, desde 1975, habían abundado.Tiempo después escribí mi primer libro sobre Rodoreda, donde intentaba proponer una lectura ajena a los tópicos de siempre. Como periodista intentaba hacer lo mismo en los artículos, reivindicando a la Rodoreda de sus últimas novelas. Entonces me di cuenta de que quería escribir más, no tanto algo que no girara en torno a Rodoreda, cuanto algo mucho más extenso de lo que el periodismo me permitía. Dos años después publiqué La tierra retirada en una pequeña editorial, si bien en 1994 Jaume Vallcorba la rescató y la volvió a publicar en Cuaderns Cremà.

Mercè Ibarz

Mercè Ibarz GALA ESPÍN Barcelona

Así pasó del periodismo al ensayismo y a la novelística.

En realidad, nunca me había planteado si era periodista o escritora. Ahora, con los años, sé que se puede ser ambas cosas. Lo que sí tenía claro entonces es que no quería que La tierra retirada fuera un trabajo periodístico. No quería hacer un reportaje y hablar con unos y con otros, sino escribir un texto más cercano a lo que conocía. La escritura de La tierra retirada coincidió con mi tesis doctoral sobre el único documental que hizo Luis Buñuel, Tierra sin pan. Para ello, tuve que indagar sobre el cine documental de aquellos años y su evolución. Acudí a muchísimos festivales en Francia y vi muchísimos documentales. Me di cuenta de que en Italia, Francia y Alemania había mucho cine documental. No solo esto: también en literatura existían muchos relatos en primera persona en los que el autor narraba una realidad que ha conocido. Y esto influyó mucho en mí, igual que los trabajos de muchas artistas norteamericanas de entonces. 

¿La Tierra retirada nace de todas estas influencias?

Claro. Vivimos en un tiempo extraño en el que todo el mundo cree descubrir el Mediterráneo. He sido profesora y siempre les decía a los estudiantes que era estupendo que descubrieran determinadas cosas, pero que debían indagar si aquel descubrimiento era tal o lo que pasaba es que se habían dado cuenta de algo que otros ya habían descubierto anteriormente.

'Tríptico de la tierra', un libro de Mercè Ibarz

'Tríptico de la tierra', un libro de Mercè Ibarz ANAGRAMA

Tríptico de la tierra, en parte, narra su viaje del campo a Barcelona. Rodoreda, por el contrario, hace a la inversa este trayecto, de la ciudad al campo. Me habla usted de Buñuel y de su tesis. Al final, los autores que más le han influido son aquellos sobre los que ha escrito.

Sí, pero esto es algo de lo que te das cuenta con el tiempo. En 1995, publiqué La palmera de trigo y luego tardé mucho en volver a publicar. No fue hasta 2002 que se editó Contes urbans. Entremedio, hice la tesis. Para mí no hay tanta diferencia entre los primeros libros y los relatos, porque siempre hablaba de la tierra que uno pisa, sea el campo o la ciudad. Escribo a partir de lo que observo, de lo que veo, de lo que vivo externa e internamente, pero sin caer en la simple autobiografía o en el confesionalismo. Si queremos hablar de la literatura del yo, adelante. Yo no puedo hacer nada al respecto.

En La palmera de trigo recurre a la ficción a través del personaje de Irene.

Son personajes ficticios, pero de inspiración real, nacen de lo que se ha vivido. La novela tiene que intentar construir un sentido distinto al referencial, al margen del texto anclado en la realidad. Esta era mi intención y, de hecho, avisé a Vallcorba diciéndole que con La palmera de trigo estaba haciendo lo mismo que en La tierra retirada, pero en novela. “¿Por qué?”, me preguntó. “Y, ¿por qué no?”, le contesté. Me dijo que escribiera y luego le presentara el resultado. No era un experimento, aunque sí había algo de experimental. Lo que tenía claro es que si escribía una novela esta tenía que ser completamente distinta -en técnica, estilo, enfoque…- que La tierra retirada.

Todas sus obras, más allá de técnicas o de estilos, giran  en torno a la tierra que se habita. En cierta manera, usted ha construido un mundo narrativo propio.

Espero que así sea. Al final, escribir es construir tu propio mundo literario, ¿no?

Mercè Ibarz y Anna María Iglesia

Mercè Ibarz y Anna María Iglesia GALA ESPÍN Barcelona

Como hizo Mercè Rodoreda.

Sin duda. Y a ella le faltó tiempo. ¿Qué habría hecho si hubiera vivido más años? Seguramente habría terminado La muerte y la primavera, una novela en la que hizo muchos cambios. Su estilo varía y sorprende, pero, en efecto, tiene un mundo literario propio y trabaja sobre él. En el caso de Rodoreda no puedes decir que te cuenta siempre lo mismo, porque lo que impresiona de ella es que cada uno de sus libros es singular, diferente.

Usted hace hincapié en el elemento fantástico en Rodoreda y estudia cómo este elemento evoluciona a lo largo de su obra.

Lo primero que tenemos que quitarnos de la cabeza es que Rodoreda fue antes realista y luego se interesó por lo fantástico. No es así. Rodoreda trabaja lo fantástico desde el principio. Basta leer sus cuentos para darse cuenta de ello. Lo que pasa es que sus relatos no se valoran y no se leen. Para conocer a Rodoreda hay que leerlos, no basta con sus novelas. Si lees los cuentos, que, si no fueron escritos en Burdeos, fueron pensados e imaginados allí, verás que ya trabaja con lo fantástico. Se publican en 1958, antes de La plaza del Diamante. Por tanto, La muerte y la primavera, que podemos definir como una novela retrofuturista, no nace de la nada, sino de un fantástico sobre el cual Rodoreda ya ha trabajo.

'Contes urbans'

'Contes urbans' ANAGRAMA

Yo creo que donde sí encontramos un salto es en la voz narrativa, al decidir quién cuenta la historia. La muerte y la primavera está narrada por la voz de un chico y lo mismo pasa con Cuánta, cuánta guerra, que escribe en Romanyà sin ningún tipo de tutela. La elección de estas voces narrativas subraya la importancia que tiene en su narrativa la indagación en las relaciones hombre-mujer. Piensa en su frase “quan l'home es desfà de ser noi” (cuando el hombre se desprende de su niñez), expresa que lo que le interesa a Rodoreda es esta inocencia del joven que todavía no se ha convertido en un hombre, en eso que se pierde cuando los chicos crecen. Los personajes masculinos de Rodoreda son todos débiles, indecisos; piensa en Quimet de La plaza del Diamante o en los hombres de Espejo roto, donde las fuertes son ellas. Ellos son falderos que van de un lado al otro.

-Rodoreda reivindica a esa mujer fuerte que no va a la guerra, pero que es el sostén de toda la sociedad, la que se queda pero hace que todo funcione. 

Exacto. Ella no lucha, pero es la que lo sostiene todo. Lo vemos en La plaza del Diamante, donde la protagonista tiene un gran valor moral que, sin embargo, no fue percibido en su momento como tampoco se valoró la originalidad en la construcción de la voz narradora. Tenemos dos voces, la de Natalia y la de Colometa, que es el nombre que le da su primer marido, el nombre que la convierte en otra. Luego reaparece Natàlia y, de hecho, es ella quien cuenta la historia, no Colometa. Puesto que está en primera persona, se ha leído como la narración de Colometa, sin reparar en que Colometa es una construcción, un nombre que le dan a Natàlia, que es la que narra y la que lo vertebra todo. Lo que sí puede decirse es que, por momentos, Natàlia narra la historia a través de esa voz impostada que es la de Colometa. Algunos hablan de falsete a la hora de definir este juego de voces y no está mal definirlo así, al contrario.

Mercè Ibarz

Mercè Ibarz GALA ESPÍN Barcelona

Se podría decir que así Rodoreda deja ver la autoconsciencia de Natàlia: ella sabe que Colometa es un personaje que le han creado.

Pero no todos los lectores se dan cuenta de eso; a veces, ni tan siquiera la crítica lo ha sabido ver. Con Rodoreda pasa lo mismo que con Faulkner y Cormac McCarthy: tienes que leerla varias veces para captar estos matices. Lo que sucede es que, a diferencia de Faulkner, Rodoreda escribe frases más cortas y sencillas. Esto ha hecho que no se percibiera su complejidad. Rodoreda es fácil solo en apariencia. Si leemos su correspondencia con Joan Sales vemos cuánto énfasis pone en que una cosa es cómo ella hace hablar a Colometa y otra muy cosa es cómo es Natàlia. 

Usted comenta es que Rodoreda fue aislada de la generación de escritores a la que pertenecía.

Sí, era considerada una especie sui generis.Los autores que, como ella, se habían exiliado no eran bien recibidos

Sí, esto lo comenta la escritora Anna Murià, con quien Rodoreda mantuvo una larga correspondencia. 

Sí, Murià lo explica muy bien. Lo que sucedió es que La plaza del Diamante no gustó ni a unos ni a otros: ni a los que se quedaron ni a los que se exiliaron; tampoco a los del grupo de México, con quien ella mantenía contactos. Se consideró que esta novela no era apropiada, no era lo que se esperaba…. No sé si con estas exactas palabras, pero Murià dice que la guerra era su épica y el exilio, su medalla. La plaza del Diamante no tenía esa épica. No hay que olvidar tampoco que el mismo año en que le negaron el premio de Sant Jordi a la Rodoreda se la negaron también a Pere Calders. 

Rodoreda habla de una Barcelona que no gustaba al jurado. No hay que olvidar que el exilio catalán estuvo particularmente aislado por el tema de la lengua. Al escribir en catalán las posibilidades de publicación en el extranjero eran nulas o muy pocas. Josep Carner, por ejemplo, publicó Nabí en México y, por tanto, primero salió en castellano y, solo después, en catalán. Calders, por el contrario, no pudo publicar. Lo que quiero quedar con esto es que el exilio catalán no tuvo el tejido de otros exilios, como el ruso. Pensemos, en Nabokov.

Nabokov cambió de idioma.

Efectivamente. Piensa en los exiliados españoles: ellos no tenían el problema de la lengua, podían publicar con mucha más facilidad, si bien no todos siguieron escribiendo.

'Abeja furiosa de su miel', un libro de Mercè Ibarz

'Abeja furiosa de su miel', un libro de Mercè Ibarz ANAGRAMA

Es interesante observar de qué manera, independientemente del idioma, el exilio también condenó al olvido a autoras como Rosa Chacel.

Chacel es una escritora impresionante. Recuerdo un artículo de hace muchos años de Juan Pedro Quiñonero en Informaciones en el que la reivindicaba y la relacionaba con Yourcernar y Rodoreda. Ese artículo me abrió los ojos. Pensé: aquí hay alguien que sabe leer. Para mí esto es lo que tiene que hacer la crítica: proponer lecturas y abrir nuevos caminos a los lectores. Ese artículo ampliaba el horizonte de expectativas del lector.

Hablemos de Cecilia, ese personaje de Rodoreda que todavía hoy resulta transgresor.

Totalmente. ¿En qué otras novelas encontramos un personaje como Cecilia? Quizás sea por desconocimiento, pero yo no he encontrado ninguno. Lo he encontrado más en el cine; pienso, en la película Repulsión, de Polanski. ¡Qué película y qué novela! Cuanto más la leo más me impresiona. Esto es lo que sucede con Rodoreda, que es inagotable. Siempre había pensado que Espejo roto era su novela menos redonda, pero hace unos meses me puse a releerla y me sorprendí. Retomando el asunto de lo fantástico, aquí se ve que cómo un componente recurrente en su obra puesto que Espejo roto concluye con un capítulo que es narrado desde la perspectiva de una rata. Muy realista no es…

Mercè Ibarz

Mercè Ibarz GALA ESPÍN Barcelona

A mí me hace pensar en Clarisse Lispector.

¡Claro! Y es un dato importante el de la rata. Se suele pensar que Espejo roto termina cuando los milicianos entran en casa, pero no es así. La rata nos lo indica. Cuando termina la novela los milicianos ya han entrado y han convertido esa casa en la sede de su Comité. La clave está en el personaje de Sofía, que al inicio del conflicto se ha marchado a París, donde se ha casado con un hombre con más dinero que ella. Y la voz de esa rata lo que nos indica es que ha pasado el tiempo, estamos en el franquismo, y Sofia ha decido venderlo todo, incluida esa casa para construir pisos. Lo que hace Sofía no es vaciar la casa, sino quemarlo todo. También el pasado, al que solo la criada Amanda ha sobrevivido. Si lo piensas bien, ese incendio, ese fuego que quema el pasado, es una llamada a la revolución y una crítica esa burguesía catalana tan idolatrada que estuvo al lado de Franco. Rodoreda es muy provocadora, como mujer y como escritora. Pensemos una vez más en el personaje de Cecilia, que es una prostituta.

Como la Olimpia de Manet, Cecilia mira a los ojos de ese público lector burgués.

Rodoreda también se dirige a aquellos que le han negado el pan y la sal. Si no hubiera encontrado a Joan Sales no sé cómo habría hecho para publicar. Lo curioso es que, con La calle de las camelias recibe todos los premios que se le habían negado con La plaza del Diamante.

Antes le citaba a Lispector, en parte porque en su libro intenta situar a Rodoreda en la órbita de la gran literatura occidental.

A Rodoreda hay que volverla a leer bien. Ya está bien de seguir con los tópicos de siempre. Es algo que nos debemos, porque habla de nosotros y de nuestra historia. Porque en su narrativa la historia siempre está muy presente. La literatura es un coro de voces, de voces armónicas, pero también disonante, como pueden ser las voces de Caterina Albert, de Rodoreda o, por citar a otro autor de otra generación y contexto, de Pasolini. Sus voces pueden no ser del todo armónicas, pero forman parte de ese mismo coro. Lo que hace un escritor es intentar construir un mundo propio, pero teniendo en cuenta el mundo de los demás. Una cosa que siempre te planteas como escritor es si tiene sentido escribir una historia que ya ha sido escrita, porque si no aportas nada nuevo, ¿qué sentido tiene insistir?

Mercè Ibarz

Mercè Ibarz GALA ESPÍN Barcelona

No quiero terminar la entrevista sin preguntarle sobre Armand Obiols, del que se dijo que había escrito o ayudado a escribir algunas obras de Rodoreda.

En un inicio se dijo que él era el autor de la poesía de Rodoreda, puesto que  había sido poeta. Pero él ni escribió ni reescribió nada. Le tengo un gran respeto a Obiols, es un personaje formidable. Es una pena que quedara atrapado en esta atonía, pero también es una suerte que entendiera que él como autor no conseguiría crear una gran obra, pero que ella sí lo que lograría, porque tenía disciplina y ganas.

Eso que dicen que Obiols le afina el estilo a Rodoreda no tiene sentido; como te decía al inicio de la entrevista, basta con releer los cuentos para darse de cuenta de que muchas de las cosas que encontramos en las obras del exilio ya estaban en sus relatos. ¿Con el exilio Rodoreda escapa del sentimentalismo? Leamos un relato como Noche y niebla sobre un desgraciado en un campo de exterminio. ¿Dónde está el sentimentalismo? Lo mismo podemos decir si leemos Viernes 8 de junio, absolutamente impactante. La guerra está mucho más presente en sus relatos, al menos hasta Cuánta, cuánta guerra, de manera clara, cruda y evidente. Por esto insisto que hay que leer con atención los relatos de Rodoreda. No se puede analizar su obra si no se los tienen presentes.