
Davi Kopenawa, la voz del Amazonas
Davi Kopenawa, la voz del Amazonas
El líder y chamán de los 'yanomami' lleva más de cincuenta años instando a Occidente a actuar contra la destrucción del ecosistema amazónico en el que habita su tribu: “si la selva muere, todos moriremos”
Kopenawa ha sido invitado por el CCCB como parte del ciclo 'Amazonias, políticas de la selva'
Proteger el alma de la tierra, de la selva y del agua. Esa es la causa por la que aboga Davi Kopenawa, chamán y portavoz de una de las mayores comunidades que viven relativamente aisladas en la inmensidad del Amazonas. Son los yanomami, y su lucha es la de una nación amenazada por la intervención del hombre blanco en su territorio, “la Tierra Madre”. Lo expresa con contundencia: “un pueblo que juega con el poder y el dinero, no quiere a la tierra, no quiere la vida de la selva. Muchas personas dicen que quieren proteger la Amazonia, pero no la están respetando”.
Kopenawa se encuentra esta semana en Barcelona. Invitado por el Centro de Cultura Contemporánea (CCCB), espera recibir una distinción de la Universidad de Barcelona en reconocimiento a sus más de cincuenta años de lucha por los derechos de su pueblo y del ecosistema del Amazonas. Su llegada invita a reflexionar sobre la tragedia de las tribus indígenas, también a tener más presente el futuro de nuestro patrimonio colectivo, la selva amazónica, el pulmón de la Tierra.
El recibimiento se une a otro hito: la publicación de La caída del cielo (Capitán Swing), primera edición en castellano de La chute du ciel, obra fundamental que escribió en colaboración con el antropólogo francés Bruce Albert en 2010. Considerada un clásico de la antropología, describe los episodios más importantes de la vida y la historia de los yanomami, su cosmovisión como pueblo y los riesgos que acechan la supervivencia de la comunidad.

'La caída del cielo' Capitán Swing
Una tribu en peligro
La avaricia no sacia el hambre. "Los nape –se refiere a nosotros, los occidentales, "el pueblo de las mercancías"– no piensan en la tierra, piensan en la lucha de poderes para conseguir grandes extensiones de tierra y solo piensan en el dinero, y el dinero no se come". Acompañado de su traductora y antropóloga, Ana Maria A. Machado, Kopenawa denunció el pasado lunes que los yanomami llevan años sufriendo desnutrición como consecuencia de las enfermedades introducidas por el hombre blanco, una situación que sufren desde que Kopenawa era niño.
Cuando nació en 1956, su tribu conocía por primera vez a los hombres que vivían más allá del Amazonas, lejos del extenso territorio que ocupan las diferentes comunidades yanomami, situado en la frontera entre Brasil y Venezuela. El servicio de protección indígena del gobierno brasileño (SPI), misioneros estadounidenses –quienes le bautizaron con su nombre bíblico, David–, entre otros colectivos, trajeron la gripe y la malaria, enfermedades que diezmaron la población y acabaron con la vida de varios miembros de su familia. Entre ellos, su madre.

Davi Kopenawa Wikimedia Commons
Quizá como consecuencia de lo que vivió en su infancia, la biografía del Dalái Lama de la selva quedó para siempre unida a la defensa de la integridad de las comunidades indígenas como la suya. Así lo relata la biografía recogida en la web de Survival International, institución dedicada a la preservación de tribus no contactadas, en cuyo nombre Kopenawa recogió el Premio Nobel Alternativo ('el Right Livelihood Award') en 1989.
Al poco tiempo, el ya consagrado líder de su comunidad logró que el gobierno de Brasil reconociera la Terra Indígena Yanomami, con una extensión similar a la de países como Hungría o Portugal. A partir de ese momento, aquellos 95.000 km² quedaron protegidos, en principio, por la ley. Pero ¿contra qué?

La selva del Amazonas Wikimedia Commons
En medio de la selva, una carretera permite la circulación de los garimpeiros, mineros ilegales con una obsesión febril por el oro. La maquinaria minera destruye la selva y contamina el agua de los ríos. Se producen ataques violentos, llegan enfermedades que la baja inmunidad de los yanomami no puede combatir. El comportamiento de los animales se vuelve incontrolable y llega el hambre. Sucedió antes de que el territorio se reconociera, pero la situación persiste sin que ninguna ley ni decreto haya conseguido ponerle fin.
Una obra maestra de la antropología
Su intensa trayectoria ya ha sido recogida y puesta por escrito gracias al trabajo de Bruce Albert. El etnólogo es quién dirige el relato en primera persona de Kopenawa en El espíritu de la floresta (Eterna Cadencia) y la ya citada La caída del cielo. Las palabras de un chamán yanomami, como reza en su subtítulo, constituyen un importante trabajo etnográfico, pero también autobiográfico.
Porque sus vivencias no son las de un individuo aislado, como percibió Bruce Albert cuando tomó la decisión de dedicarse por entero a estudiar a los yanomami. Coinciden con la historia y tragedia reciente de su mundo; también es ingente el conocimiento del chamán sobre la cultura de su pueblo, su filosofía y cosmogonía particular. Todos estos atributos convierten el relato en la mayor fuente de conocimiento sobre el modus vivendi de una comunidad amazónica que se haya escrito.

Davi Kopenawa en 2009, recibiendo la Mención Honorífica del jurado del Premio Bartolomé de las Casas EFEverde
Retomando su discurso en Barcelona, este no dista demasiado en su contenido de la última parte de La caída del cielo. Embajador de un pueblo que vive en el pasado, tecnológicamente atrasado, pero rico en sabiduría y espiritualidad, debe en cierto momento hablar desde su fe particular. Su intención es proteger a los suyos pero también a nosotros, pues todos somos parte de la Tierra Madre, dice, y esta se deshace con la llegada del cambio climático, que no es más que "la venganza de la naturaleza".
No es una reflexión del Kopenawa activista, del líder político. Es el chamán, el profeta, quién advierte: "Si la Amazonia muere, todos moriremos: vosotros y nosotros. Y el proceso ya ha empezado".