Nuevas voces de la literatura colombiana
Los autores colombianos trabajan desde hace décadas en fórmulas creativas más reales y menos mágicas que las novelas de García Márquez desde la narrativa, el relato, la crónica y la poesía
29 enero, 2023 19:15El presidente de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), Daniel Fernández, durante su intervención en la Feria Líber en Barcelona, agradeció la presencia de Colombia como país invitado de honor al ser “una buena ocasión para conocer más sobre el libro colombiano, sus autores y su producción editorial”, aunado a esto se alegraba por “la feliz coincidencia del 40 aniversario de la concesión del Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez”. De la alegría en el discurso de Fernández, surge una duda: ¿qué tanto se conoce la literatura colombiana más allá del famoso premio Nobel colombiano?
Desde los años 90 la literatura colombiana ha ido más allá del realismo mágico, siendo ahora más real y menos mágica, evolucionando desde los temas que se abordan hasta las formas del lenguaje con el que se narran novelas, cuentos, crónicas o poemas. También los nuevos narradores descentralizan los lugares de evocación, se habla desde el Pacífico colombiano o la costa caribeña, también desde el eje cafetero hasta llegar a los territorios andinos. La coyuntura editorial mundial también ha visibilizado a las mujeres, especialmente las más jóvenes. Si ya conocíamos a herederos de Gabo como Piedad Bonett, Héctor Abad, Laura Restrepo o Juan Gabriel Vásquez, desde hace algunos años nombres como Margarita García Robayo o Guiseppe Caputo resuenan en las grandes editoriales españolas, pero son, en su mayoría las mujeres entre los 30 y los 45 años las que se encuentran en librerías españolas, como por ejemplo, Pilar Quintana, la ganadora colombiana del Premio Alfaguara en 2020.
En los últimos años editoriales independientes españolas como La Navaja Suiza, Barret o Consonni han apostado por nuevas voces colombianas o autores más establecidos que no han sido publicado en grandes sellos. También, las editoriales latinoamericanas que se han establecido en España en el último año, como Blatt y Ríos o Almadía, traen consigo un catálogo de autores que son desconocidos dentro del mercado español. A continuación una lista de rarezas, joyas y nuevas voces que han sido en su mayoría encumbrada o galardonadas internacionalmente.
Quietud. Andrea Mejía. (La Navaja Suiza)
La escritora, filóloga y doctora en filosofía Andrea Mejía (Bogotá, 1978) llega a España, luego de haber publicado en su país dos novelas y un libro de cuentos, para traer a los lectores españoles el libro de relatos titulado Quietud. Los diez cuentos de esta antología narran visiblemente la naturaleza, su fuerza y frescura, la cual se va entremezclando con las contradicciones de lo humano sobre nuestra propia naturaleza y emocionalidad. En Quietud hay perros encerrados, abejas africanas, pinos que pueden caer sobre casas y represas de agua muy fría. También hay madres que entrelazan las piernas con las de un cojo, mujeres que danzan, muertos que susurran e hijas que llevan a otros arepas y huevos revueltos.
Los diez cuentos tienen algo de erotismo y de thriller, poseen una sensibilidad propia que te hace querer revisitarlos luego de una primera lectura. La naturaleza y la tensión humana desbordada no revela un tema único para este compendio, ya que al narrar la naturaleza humana, vuelve a estos relatos universales.
“Las oraciones eran para pedir, o para agradecer las cosas del mundo, como el sol, el viento y el agua. Mi oración preferida la había escrito un santo, y cuando tomaba agua después de la clase de gimnasia pensaba en ella. ‘El agua es humilde’, decía la oración. El agua en mi termo se había puesto tibia, sabía a plástico, y yo pensaba que mi agua era más humilde que la del santo”, Fragmento del cuento ‘Luz blanca’.
Un beso de Dick. Fernando Molano Vargas (Blatt & Ríos).
Ambientada en Bogotá a finales de los años ochenta, la novela Un beso de Dick es una historia de amor narrada en forma de un monólogo del fallecido Fernando Molano Vargas (Bogotá, 1961) es rescatada por la editorial Blatt y Ríos a propósito de los 20 años de su primera publicación. Un beso de Dick fue ganadora del Premio de la Cámara de Comercio de Medellín en 1992 cuando se empezó a encumbrar como lo que es hoy, una novela de culto.
Narra la historia de Felipe y Leonardo, dos adolescentes que se enamoran en la Bogotá de los años 80 sin entender muy bien cómo encajarse dentro de los límites de la sociedad. Una novela donde la ternura, el deseo, el dolor y la tragedia se entrelazan en todas sus páginas. El libro de Molano Vargas tuvo gran incidencia entre los jóvenes colombianos de finales de la década de los 80 e inicios de los 90, ya que, como novela iniciática, analiza miles de preguntas alrededor de la identidad en contraposición con los prejuicios, que, además, se vieron amplificados con la epidemia del SIDA a nivel mundial.
“Yo no entiendo: ¿por qué tienen que andar pegándole a uno? Habiendo tanta gente que sí se lo merece. Y aún así: nadie debería pegarle a nadie. En una pelea sí, porque nadie se entiende. Pero pegarle a alguien porque sí, por cualquier cosa… O porque no tiene manera de defenderse: sobre todo por eso. Como cuando se aplasta a un bicho y el bicho no puede hacer nada. Sólo dejarse aplastar”. Fragmento de Un beso de Dick
Tefra. Viviana Troya (Consonni)
¿Cómo se vive a los pies de un volcán? A partir de esa pregunta la escritora y artista Viviana Troya (Pasto, 1992) comienza su reflexión en su libroTefra, donde narra, a través de minirelatos, la vida bajo una zona de riesgo a los pies del volcán Galeras. Su narración es breve y rápida, como si los relatos fuesen expulsados de un volcán, de golpe, con toda la fuerza posible de un temblor. Son personajes, sus mitos y tradiciones dentro de una zona donde la naturaleza grita y expulsa sus vicios.
Tefra es un libro íntimo con una estructura híbrida que mezcla varios géneros: podría ser una novela fragmentaria, un libro de poemas, o un libro de artista en el que se basa en el proyecto de la autora en la maestría que realizó en el Royal College of Art de Londres. Tefra podría ser un volcán que expulsa de su cámara magmática materiales incandescentes para los ojos lectores.
“O nos quedamos juntos y en el futuro te cuido ese temblor que nuestros hijos tal vez hereden”. Fragmento de ‘En otra vida’ .
Sofoco. Laura Ortíz Gómez (Barrett)
En el primer libro de relatos de Laura Ortíz Gómez, titulado Sofoco, se narran los juegos de poder en Colombia. Es realismo puro: el miedo en la infancia -–hacerse pipí en la cama”–, amor caliente en la ciudad de Cali, encuentros eróticos –“la taquicardia para difundir tu presencia entre mis venas”–, la precariedad laboral, violencia e irrespeto de todo tipo. La naturaleza también esta presente. La violencia ambiental y la social se entremezclan con la voz de la autora, que es plasmada a través del deseo de los personajes que integran los nueve cuentos que recoge el libro. Esta opera prima no es ingenua y demuestra cómo la sociedad colombiana aun ancla su presente a un pasado violento y sus prejuicios, haciéndolos vulnerables en sus planes hacia el futuro.
“Karyn era un buen percusionista, pero no le gustaba mostrar los dientes, medir su honor o el tamaño de su pene. Era tímido. Su ritmo era perfecto, sincrónico, como un metrónomo y eso generaba cierta desconfianza en las mujeres de San Basilio. Se sabe que un ritmo perfecto da cierto sabor inhumano al coito”. Fragmento del relato ‘Mingus El Ardiente’ .
El asedio animal. Vanessa Londoño. (Almadía)
La última autora de esta lista no es ninguna desconocida. Vanessa Londoño (Bogotá, 1985) es abogada y en 2017 obtuvo el Premio Nuevas Plumas de la FIL y Premio Aura Estrada. En Asedio Animal las historias suceden en el norte de Colombia, alrededor de un pueblo llamado Hukuméiji, donde el cuerpos son territorios cercenados por la violencia. La lengua y el poder de los secretos son los detonantes de la violencia sobre las mujeres –una lengua cortada, unas piernas o unas manos cercenadas–, a diferencia de los cuerpos de los hombres quienes, solamente, son solo asesinados. Al igual que sus compatriotas, la naturaleza es otro personaje en la novela, la lluvia limpia heridas y la tierra las oculta y, en donde las dicotomías sobre el territorio corporal abundan ya que los cuerpos mutilados son fantasma y memoria presente. El concepto de animalidad está estudiado a la perfección desde el deseo, ya que no podemos ver a nuestro cuerpo ejerciendo nuestros apetitos.
“Yo estaba entonces todavía muy pegada al recuerdo de ese día en el que desperté llorando y gritándoles desconsolada que mejor me mataran; que me quería morir, que no iba a ser capaz de vivir así sin mis manos”. Fragmento de El asedio animal