Raimon, 'si un dia vols'
La obra del cantautor valenciano, símbolo de una época histórica, trasciende la reivindicación política de su tiempo para insertarse en la tradición poética en catalán
15 diciembre, 2020 00:00Cuando Jacques Brel cantaba Ne me quitte pas, il faut oublier (No me dejes, debemos olvidar), compuesta en 1959, mi generación escuchaba esta canción al menos unas diez veces cada vez que se ponía en un single de vinilo. Era una manera de recordar los amores perdidos de aquella generación española cuyos afanes no eran los de cambiar el mundo de rutina y consumo que la muchachada de Mayo del 68 reclamaba. Tan solo quería tener las mismas libertades de las que disfrutaban ingleses, franceses, alemanes, suecos, o italianos. Las canciones de Brassens, Joan Baez, Françoise Hardy o Bob Dylan, entre otros, sirvieron para conservar la moral de resistencia y de compensación de la sordidez de aquel mundo.
Por eso cuando aquel estudiante de Historia de la Universidad de Valencia, Ramón Pelejero Sanchís, Raimon, cantó la simbólica Al vent, –convertida en un icono de la expresividad generacional– y después Cançó del capvespre, un poema de Salvador Espriu, dejó convulsionados a la mayoría de los jóvenes de los años 60 y 70. Después llegaron aquellas canciones de activismo político y combate: Diguem No; D´un temps, d’ un país; Tots els colors del verd; Cantarem la vida, entre otras, y un homenaje a Víctor Jara, asesinado durante el golpe de Pinochet en Chile en septiembre de 1973, o la dedicada al líder comunista Gregorio López Raimundo, T´he conegut sempre igual, junto a las melodías intimistas de un juvenil existencialismo melancólico como Al Vent; Les Mans; La Pedra; Som; La Nit; Traballaré el teu cos; Si un dia vols; En tu estime el món.
Aquella fue su contribución al antifranquismo y quedan como testimonio de una época que ja no es nostra. Pero la dimensión de Raimon superó la fase de protesta para adentrase en la musicalidad de poetas como Ausiàs March, Jaume Roig, Joan Roís de Corella, Joan Timoneda, Francisco Guerau, Pere Quart, Salvador Espriu, entre otros. De tal manera que una gran parte de su obra no descansa en la protesta social y política del antifranquismo, su mayor grandeza reside en dar a conocer esos versos eternos en discos, cds y recitales en España, Europa, EE. UU. y Canadá.
No quedar anclado en la condición de cantautor de la resistencia política, junto al hecho de no comprometerse con el soberanismo catalanista. le han ocasionado una cierta marginalidad silenciosa. Sin embargo, ha mantenido su ética cívica por encima de la trivialidad de la mayoría de las letras de las canciones populares que dominan las audiencias. Y la dimensión cultural que le imprime al catalá/valenciano, la lengua de su Xàtiva natal, hace un camino de aprendizaje de una obra que comenzó como un fenómeno universitario.
Raimon estudió Historia en la Universidad de Valencia para licenciarse en 1963 con profesores como Reglá, Jover, Ubieto, Miquel Dolç, y allí entró en contacto con una generación que comenzaba a reclamar libertades políticas y a preocuparse por la realidad que le rodeaba. En esa época, 1962, Joan Fuster publicaría Nosaltres els valencians, punto de inicio de un tiempo en el que comenzaría la reflexión sobre la identidad del País Valenciano contemporáneo y la articulación del valencianismo político y cultural de la segunda mitad del siglo XX.
También el Equipo Crónica, con Manuel Valdés y Rafael Solbes, comenzaba a difundir sus creaciones, que sirvieron de motivos para las portadas de sus discos. Su proyección superó el ámbito valenciano para convertirse en un icono español que mostraba la conciencia de que el País Valenciano tenía una lengua propia que servía para expresarse con un lenguaje sencillo y directo. Sobrepasó las fronteras hasta el punto de que una coral japonesa compuso una versión de Al Vent. Hasta Josep Pla valoró los poemas de sus canciones en los años 60 creyendo, al principio, que estaban escritas por Fuster. Descubrió que este no hi havia tingut ni art ni part era la obra de un verdadero poeta, donde la letra, sin manierismos, tiene más importancia que la música que le sirve de acompañamiento. Salvando las distancias, la poesía de Raimon entronca con la sencillez expresiva de José Martí, el héroe de la independencia de Cuba, conocido también por su obra poética, cuya mayor popularidad la obtuvo con Guantanamera.
Pero si hay una composición que puede pasar, más que ninguna otra, a la historia de la música es la que dedica a Ausiàs March, y en concreto su poema Veles i Vents han mos desigs complir, donde su voz se modula sin estridencia cuando pronuncia: “Amor de vós jo en sent més que no en sé”. Todavía, algunas veces, no puedo evitar canturrear espontáneamente Si un dia vols / si un dia tornes / em trobaràs com sempre / Potser més sol / potser més trist que sempre…si un dia vols / si un dia tornes / deixaré els llibres /per abraçar-te.