El autor y director teatral Mario Gas / RTVE

El autor y director teatral Mario Gas / RTVE

Letras

La transición en el Salón Diana

En el Salón Diana, y gracias a Mario Gas, tuvieron lugar los debates de las añoradas jornadas libertarias del verano de 1977

7 diciembre, 2020 00:00

Puede que el fantasma de la acracia barcelonesa todavía ronde por el Polideportivo Can Ricart, entre las calles de Sant Pau, Sant Oleguer y Tapias, pero solo podrán captar su presencia quienes recuerden que, en ese mismo sitio, cuando la Transición, tuvo sus reales el Salón Diana, local alternativo dedicado al teatro, la música, el circo, el debate y lo que hiciera falta entre los años 1977 y 1979. Su director espiritual fue el actor y director teatral Mario Gas y, durante su breve existencia, fue el club oficioso del underground local --junto al Zeleste de Víctor Jou-- bajo el reinado de la Asamblea de Trabajadores del Espectáculo. En el Diana tuvieron lugar, por ejemplo, los debates de las célebres Jornadas Libertarias del verano de 1977 --organizadas por la CNT, la revista Ajoblanco y diversas asociaciones de degenerados sociales y políticos--, que constituyeron uno de los puntos álgidos del bendito sindiós que se instaló en mi querida ciudad hasta que llegó el comandante Pujol y mandó parar.

Las Jornadas Libertarias se celebraron en el Parque Güell y duraron cuatro días de julio. Puede que algunos de los cerca de 500.000 seres humanos allí reunidos se tomaran en serio el anarquismo, la acracia y demás quimeras, pero la mayoría de los asistentes se dedicó a hacer el ganso sin tasa en aquella Barcelona que no se sabía muy bien a donde iba y en la que todo el mundo ignoraba --empezando por las autoridades-- qué estaba prohibido y qué no. Como lo del Parque Güell era un guirigay desquiciado, los debates socio-políticos se hicieron en el Diana por cortesía de Mario Gas y la rimbombante Asamblea de Trabajadores del Espectáculo.

Alternativo y estimulante

El Salón Diana nació en 1912 como sala de exhibición cinematográfica: ahí se estrenó el clásico de Rudolph Valentino El hijo del caíd. Justo al lado estaba otro cine también desaparecido, el Monumental, que ha pasado a la historia canalla de la ciudad por haber albergado a las más eficaces pajilleras de la postguerra. En el Diana también se hacían guarradas, pero fluidas, pues abundaba el público homosexual en los pases. Así fue hasta 1977, año en que el cine cerró como tal y se convirtió en el Salón Diana del amigo Gas, secundado por su colega Carlos Lucena.

Por el Diana pasó Dagoll Dagom cuando no era la fábrica de hacer churros indigestos que es ahora. El payaso norteamericano Jango Edwards --que pasó una larga temporada en Barcelona sin conseguir aprender jamás ni una palabra de español-- se dio a conocer en la ciudad desde el escenario del Diana. Fue allí donde Jaume Sisa presentó su doble álbum La catedral, y donde actuaron grupos del incipiente punk local como los Mortimer o La Banda Trapera del Río. En la semana santa de 1977 actuó el mítico Living Theatre de Julian Beck y Judith Malina. Y todo fue muy divertido, muy estimulante y, sobre todo, muy alternativo hasta que el ayuntamiento se hizo con el edificio en cuyos bajos se encontraba el Diana (una antigua fábrica conocida como Can Ricart) y lo convirtió en el actual polideportivo por el que solo los más avisados pueden captar la presencia del espíritu de la acracia barcelonesa de cuando la Transición. Es posible que, ya en su momento, dicho espíritu fuese más un fantasmón que un fantasma, pero tuvo su gracia.