Librerías en tiempos de crisis  / DANIEL ROSELL

Librerías en tiempos de crisis / DANIEL ROSELL

Letras

Librerías en tiempos de crisis

Buena parte de las librerías en España, tocadas por la crisis del coronavirus, tienen que pagar el alquiler, sus gastos, las cuotas sociales y sobrevivir con 27.000 euros al año

13 junio, 2020 00:10

De todos los ámbitos de la economía cultural, el del libro es uno de los que más se queja de forma recurrente, como siguiendo una tradición que se remontara a Homero o a las antiguas epopeyas de la India. Todo el que trabaja o ha trabajado en este sector dirá que ha conocido tiempos mejores, y no exagerará, pues el número de librerías se va reduciendo y la facturación se estanca o directamente retrocede. Si cualquier artículo sobre el mercado del libro puede ser de por sí preocupante, en la presente coyuntura, con la losa de la pandemia encima, el resultado se acerca a la desolación.

Las librerías han permanecido cerradas cinco semanas en muchos casos. En otros, más tiempo. Algunas ya no reabrirán nunca. Muchos lectores obligados a recluirse pensaron en hacer acopio de libros, pero apenas si fue posible por el escaso tiempo transcurrido por la entrada en vigor del decreto que estableció el confinamiento. Con todo, no pocas siguieron trabajando de puertas para adentro y vendiendo en sus webs o por pedidos telefónicos. Con escasos resultados, por cierto. Al descenso y la falta de facturación se une el aplazamiento y la cancelación de ferias, ese balón de oxígeno primaveral en forma de liquidez que a muchos establecimientos ayudaba a pasar el verano. Pese a su vinculación con una fecha concreta, el Día del Libro, Sant Jordi, se ha pospuesto al 23 de julio.

La epidemia no ha hecho sino agravar lo delicado. Vamos a intentar hacer un somero retrato de las librerías españolas, que en este momento no puede ser sino en un oscuro blanco y negro, pero que, bien definido y con las herramientas adecuadas, puede contribuir a que, una vez dejado atrás el pesimismo, vuelva el color. 

La revolución de las librerías / DANIEL ROSELL

Amantes de la lectura / DANIEL ROSELL

Los problemas que afectan a las librerías son diversos. Aunque muy a menudo se cita entre ellos la competencia de la plataforma digital Amazon, lo cierto es que, siendo esta importante, la amenaza procede más del conjunto de tentaciones de entretenimiento que ofrecen Internet y las redes sociales; hasta el punto de que hay personas que eran grandes lectoras de libros y desde hace años solo fijan sus ojos en las pantallas, visitando sitios de su interés o interactuando con sus contactos. El principal enemigo de los libros, lo mismo en papel que electrónicos, es la dispersión, la falta de concentración y de silencio no solo auditivo, sino también como falta de estímulos exteriores. En tiempos en los que la televisión generalista estaba en retroceso, el fenómeno de las series de pago también supone otra distracción para la lectura.

No obstante, Amazon es un peligro. Afortunadamente, la legislación española impide descuentos superiores al 5% salvo en ferias o ventas a bibliotecas, lo que hace que la competencia del gigante no sea tan feroz como en otros países, donde se da la triste paradoja de que los libros que más beneficio podrían ofrecer a los libreros (los lanzamientos de autores conocidos y los grandes éxitos) tienen en Amazon descuentos tan elevados que, sin que las librerías suban el precio un céntimo, los libros resultan comparativamente mucho más caros en estas. Hace tres décadas, en el Reino Unido existía un pacto que limitaba los descuentos en los libros. Pero aquel Net Book Agreement desapareció, Amazon hizo de su capa un sayo y con su política de descuentos prácticamente sin beneficio, o directamente a pérdidas (si se tienen en cuenta gastos de explotación, amortizaciones, etc), arrasó librerías independientes desde Cornualles a Escocia.

Contra Amazon, Jorge Carrión

El sector está desde hace tiempo en pie de guerra. Y si hay autores que han encontrado en esta plataforma, que igualmente vende destornilladores y cremas de belleza, una posibilidad de venta de sus escritos, muchos rechazados por las editoriales, también hay, o al menos señaladamente hay un escritor en España que ha elevado la voz alertando de los riesgos más que ciertos de esta posición preponderante. Es Jorge Carrión, que en Contra Amazon (Galaxia Gutenberg) recopila artículos ya publicados sobre una cuestión que antes abordó en Librerías. El libro incluye un manifiesto cuyos planteamientos puede suscribir cualquiera. Pero hablar no es suficiente.

Las librerías han emprendido acciones. Una de las más eficaces es la del portal Todostuslibros.com, puesto en marcha por CEGAL, la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros, que reúne a 1.400 librerías de toda España. Fundamentalmente, este sistema ofrece la localización de cualquier título en las librerías asociadas, con existencias actualizadas en tiempo real. Se introducen los datos y se informa de dónde está el ejemplar. Es decisión del cliente elegir dónde lo adquiere. No forman parte cadenas como Casa del Libro ni las grandes superficies. Tampoco una empresa independiente como La Central. Se precia de disponer 4.150.991 referencias de libros y 1.574.521 títulos disponibles. Eso, en el momento en el que se escriben estas líneas, pues la base de datos se actualiza de continuo. Junto a la lista de más vendidos, incluye además la categoría Los libreros recomiendan y la selección del infantil Club Kirico.

Librería Rafael Aberti

Librería Alberti, Madrid

El reto es que Todostuslibros se convierta este año no en una mera guía para hallar ejemplares, sino en una plataforma de venta de libros. Fue esta una de las noticias anunciadas en el último Congreso de Libreros celebrado en Málaga. Por otra parte, CEGAL creó en 2014 LibriRed, que se presenta como un utensilio para el análisis y conocimiento del mercado del libro dirigido a editoriales. Permite observar las ventas reales en la red de librerías, ubicar las existencias y ver el comportamiento del catálogo propio y los de la competencia.

Agruparse parece una buena idea. Sin perder las características propias de cada punto de venta, la unión hace la fuerza, valga el tópico. Ayuda a mejorar condiciones mediante pedidos centralizados, facilita la realización de campañas, el reciclaje y la formación profesional, las sinergias. Por eso existe Libelista, donde coinciden librerías como la madrileña 8 y Medio, especializada en libros de cine, o las generalistas Cervantes de Oviedo o la Ramon Llull de Valencia. Las grandes librerías de fondo, como las dos últimas citadas, son las que mejores resultados económicos arrojan en los informes del sector. Por otro lado están las librerías independientes: Quorum en Cádiz, Laie en Barcelona y otras ciudades, Proteo y Prometeo en Málaga, Estudio en Santander, Soriano en Valencia, Librouro en Vigo, Antonio Machado y Rafael Alberti en Madrid.

Un trabajador de la librería Laie, en la calle Pau Claris de Barcelona / EPUn trabajador de la librería Laie, en la calle Pau Claris de Barcelona / EP

Un trabajador de la librería Laie, en la calle Pau Claris de Barcelona / EP

Además del asociacionismo, hay otras vías de adaptación. Cada vez más librerías acogen cafés o venta de vinos y organizan presentaciones y actos dirigidos a la dinamización de la lectura. Han comprendido que estas actividades aportan no solo una venta inmediata sino que pueden ser una vía de especialización para el futuro. Muchas de ellas interactúan en las redes sociales. Tres de cada cuatro venden en Internet. Sin embargo, el porcentaje de las ventas en línea en las asociadas a CEGAL permanece congelado en el 11% (el porcentaje ronda el 17% en las cadenas).

El Observatorio de las Librerías es un informe elaborado por un grupo de profesores de la Universidad de Zaragoza en colaboración con CEGAL. El último diagnóstico, de 2019, habla de un descenso de ventas durante el año anterior, en 2018, del 3,3%. Esto supuso un empeoramiento con respecto al retroceso del 1,8% registrado en 2017. Se aprecia  un cambio de tendencia, pues desde 2013 era ascendente, coincidiendo con el fin de la crisis económica. Los más perjudicados, como siempre son los más pequeños: las librerías de menor escala han sufrido un deterioro mayor en resultados y márgenes.

Están por ver los datos correspondientes al año pasado, pero a falta de ellos ya se puede afirmar que los de 2020 serán catastróficos si no se toman medidas de importancia que vayan en consonancia con la calamidad. Porque la situación de partida no es buena. Si la mayor parte de librerías factura menos de 90.000 euros anuales, no hace falta hacer muchos números, sabiendo que el descuento medio que obtienen sobre el precio fijo es del 30%, para saber que con menos de 27.000 euros se tiene pagar el alquiler del local, los gastos generales, de seguridad social, etc., y vivir decorosamente con lo que quede.

amazon librerias fisicasEl Barómetro de Ventas, otro de los informes elaborados por CEGAL, recoge que el 45% de las librerías encuestadas consideraba que el 2020 va a ser malo para el sector. Y esto, antes de la pandemia. Interrogadas sobre las razones, las librerías atribuyeron mayoritariamente los problemas que afrontan a factores relacionados con la mecánica de la venta (incluida Amazon) y a elementos propios del sector. Un exiguo 3,02% se refirió a las condiciones económicas y del comercio. Qué duda cabe de que ese porcentaje crecería de modo abrumador si la pregunta se realizara hoy. 

El

En España se lee menos que en otros países europeos. Solo un 67,2% lee libros, porcentaje que queda reducido a un 59,7% si se trata de lectura por ocio (la información apunta a que la tendencia crece). Estas personas leen una media de 10 libros al año y dedican a ello 8,4 horas a la semana. “Las percepciones sobre el presente y futuro del sistema del libro en España” es una sección de otro informe, este redactado por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, Visiones del sector del libro en la era exponencial, de 2019. En los cuestionarios analizados, los profesionales (incluidos aquí libreros y editores) veían como principal obstáculo “la escasez de demanda a causa de la debilidad de hábitos de lectura”. Es decir, es aquí donde más hay que incidir. La meta ha de ser que la sociedad en su conjunto perciba la lectura como algo deseable.

Los libreros felicitan Sant Jordi

Todos los sectores se han tenido que adaptar a la nueva mortalidad (lapsus linguae de un político mexicano). También el del libro, en lucha por su supervivencia. Las librerías valencianas han lanzado la campaña Sentim les llibreries, sistema por el cual se invita a hacer del público un amigo invisible que compre y deje apartado un ejemplar para alguien querido. Este a su vez se compromete a hacer lo mismo con otra persona, siempre de manera anónima. Si la cadena funciona, la circulación de libros puede ser importante, con la consiguiente liquidez de los establecimientos adheridos. Curiosamente, la iniciativa ha surgido de escritores, no de las propias librerías. Pero en todas partes las librerías se coordinan. Se subraya la importancia de preservar las librerías locales y de barrio, como en Sevilla. Se organizan encuentros por Instagram, como hace la Rafael Alberti en Madrid. En Cataluña ha funcionado la iniciativa Llibreries Obertes, que promovió la reserva de libros durante el confinamiento. Va regresando el público. Las aplazadas novedades también anuncian su llegada. Ahora solo falta que las prometidas ayudas lleguen y se amplíen.

Un joven busca un libro en las librerías / EUROPA PRESS

Un joven buscando libros / EUROPA PRESS

Las librerías son establecimientos que van muy por delante de lo virtual o integran posibilidades superiores: aunque ahora mismo no sea así, en ellas el libro se puede hojear sin más límite que el de la discreción, y se puede sopesar y hasta pesar sin tener que limitarse a una visión de su cubierta y, en el mejor de los casos, de sus primeras páginas, como en Internet. La presencia de las librerías dibuja un trazado que da seguridad en la navegación urbana: espacios que son puertos y que, hasta cuando están cerrados, desde sus escaparates se presentan como faros que iluminan y guían para no naufragar, banderas de civilización. Tomándole prestado el título a Conrad, las librerías son “avanzadas del progreso”.