El 'doodle' dedicado a la escritora Nellie Campobello por el buscador 'Google'

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Letras

México, mujeres y violencia

Las obras de Elena Garro y Nellie Campobello, de las que las Alfaguara y Cátedra recuperan sendas novelas, iluminan con ojos femeninos un país cruel y violento

28 mayo, 2020 00:00

El país que tiene más hablantes de español, México, también puede presumir de una literatura muy rica. Solo Argentina y España pueden competir con él en variedad y número de escritores. Como suele suceder, si hablamos de literatura mexicana pensamos inmediatamente en varones, con algunos muy destacados en la cima: Ramón López Velarde, Octavio Paz, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Fernando del Paso o Juan José Arreola. México está también bien servido igualmente de talentos femeninos que van de sor Juana Inés de la Cruz a Rosario Castellanos, sin olvidar figuras recientes como Fernanda Melchor, que este año ha entrado en la lista de seleccionados para el premio Booker con la traducción de su Temporada de huracanes.

Dos importantes escritoras mexicanas del siglo XX han llegado en los últimos meses a nuestras librerías con recuperaciones de sus obras: de Elena Garro (1916-1998), la novela Los recuerdos del porvenir (Alfaguara); de Nellie Campobello (1900-1986), el volumen de relatos Cartucho (Cátedra). Estos libros iluminan con ojos de mujer sucesos turbulentos de la historia de su país que en realidad, por violencia y contradicción, constituyen rasgos más que presentes en la actualidad.

Cubierta de Los recuerdos del porvenir

De Garro, Alfaguara ya publicó en 2016 sus Cuentos completos. Su novela más justamente famosa hacía mucho que no circulaba. La última edición era de 2011 en la desaparecida 451 Editores. Antes solo se podía conseguir en la editorial mexicana Joaquín Mortiz o, no exenta, en un volumen de Fondo de Cultura Económica. En esta nueva edición viene acompañada de epílogos de la argentina Gabriela Cabezón Cámara, la chilena Isabel Mellado, la española Lara Moreno, la mexicana Guadalupe Nettel y la colombiana Carolina Santín.

Son textos interesantes, pero por acumulación e intención feminista –cinco mujeres frente a ningún hombre– corren el riesgo de relegarla al gueto en el que se arguye que cayó por influencia del círculo de su marido, Octavio Paz. Supuestamente fue ninguneada por ser mujer y desprovista del reconocimiento que merece. Y sin duda, este es mucho. Lo cierto es que Paz alentó la publicación de Los recuerdos del porvenir, manuscrito que la autora tuvo una década en un baúl y estuvo a punto de quemar. Y no menos cierto es que en su relativo ostracismo pesó su postura extravagante tras la matanza de Tlatelolco en 1968. 

Octavio Paz

El escritor mexicano Octavio Paz

Un pueblo, Ixtepec, es el narrador de una historia de violencia y pasión amorosa, llena de crueldades, en la que hallamos a un general y a sus hombres, un loco entrañable más queridas, prostitutas, poderosas figuras de mujer, un héroe y la hipócrita sociedad provinciana. Serenatas, tiros, habladurías, fusilamientos, borracheras. Y sobre todo, porque de literatura se trata, grandes personajes y creación o recreación de ambientes. Obtuvo el Premio de Novela Xavier Villaurrutia de 1963, el año de su publicación. 

El final de la Revolución no supuso el fin de la violencia, que se perpetuó de muchas maneras. La más notable fue la Guerra Cristera. La falta de respeto por la vida colea hasta hoy en un país bronco, sangriento y de gatillo fácil. Sobre estos asuntos trata un libro que retrata la época inmediatamente anterior a la que pinta Garro: Cartucho de Campobello, de 1931 y reeditado con cambios en 1940, ahora publicado en Cátedra.

Cartucho

Esta autora ha sido seleccionada por sus versos en la antología de poesía vanguardista latinoamericana Tierra negra con alas (Fundación Lara) de Juan Manuel Bonet y Juan Bonilla. Pasó su infancia en Parral, en el Estado de Chihuahua. Los Relatos de la lucha en el norte de México, como reza el subtítulo, se desarrollan entre 1916 y 1920. Campobello (de verdadero apellido Campbell) tuvo una vida novelesca rematada por el secuestro al que fue sometida durante sus últimos años. En 1929 estuvo a punto de venir a España, a la Exposición Iberoamericana de Sevilla, pero fue víctima de un engaño y aquella visita en la que ella y su hermana iban a actuar (eran bailarinas) se fue al traste. Se quedó un tiempo en La Habana, donde conoció a Federico García Lorca.

Una foto de Nellie Campobello vestida de bailarina

La escritora Nellie de Campobello, vestida de bailarina

Su libro reúne estampas muy vívidas del horror que en los ojos de un niña se trasforman y convierten casi en  juegos. Las luchas entre villistas y maderistas son el telón de fondo de sucesos que se despachan en una o dos páginas. Balaceras y ejecuciones a mansalva. Prisioneros embadurnados de petróleo a los que se prende fuego. Los detalles horripilantes aparecen como nimbados de no se sabe qué gracia, como cuando una señora sale a la puerta y le grita a un oficial: “Oye, cabrón, tráeme un huesito de la rodilla herida de Villa para hacerme una reliquia”. En otro momento, un prisionero de alta graduación pregunta, al despedirse de una amiga de la madre de la autora después de tomar su último café: “Oiga, Pepita, ¿y aquella señora que usted me presentó un día en su casa?”. Doña Pepita responde: “Se murió, general, está en el cielo, allá me la saluda”. Con sonrisa caballerosa, el prisionero que iba a ser apiolado contestó: “Sí, la saludaré con mucho gusto”.