Viaje por el mundo de los imaginarios
El Museo Etnográfico de Castilla-León expone los objetos y las piezas de arte creadas por las sociedades tradicionales para ahuyentar el mal o atraer la suerte
9 noviembre, 2018 00:00No es fácil materializar los imaginarios, menos aún los tradicionales y, más difícil todavía, dar forma a las cosmogonías próximas y cercanas. La exposición Imaginarios. Materializando el imaginario tradicional, en el Museo Etnográfico de Castilla y León, lo consigue con creces. Comisariada por Juan Francisco Blanco González, recorre en un itinerario culto y pormenorizado, los referentes que permiten viajar por las concepciones sagradas del mundo, es decir, por las tradiciones.
Los objetos que la conforman han sido seleccionados entre una amplísima gama en museos, colecciones privadas y lugares de culto, y conforman además piezas de arte por sí mismas. Asimismo comparten espacio con obras de arte contemporáneo encargadas expresamente para la exhibición, las cuales no solo dialogan con los objetos, como suele ser lo acostumbrado, sino que amplían enormemente el valor y significado de los imaginarios, pues interiorizan el imaginario popular a partir de la experiencia de los artistas e interaccionan con los referentes etnográficos de su entorno. La exposición ofrece, efectivamente, una mirada diferente al imaginario que ha configurado un sistema complejo de creencias y que ha modelado una parte del pensamiento tradicional.
La representación del mal y su lucha es uno de los ejes principales del imaginario. Las sociedades tradicionales se centran en la supervivencia y todo aquello que las dañe debe ser combatido, incluso, antes de que aparezca. Así surgen mil y un objetos contra la cosmovisión negativa, lo nocivo y el mal. El cuerpo que lo representa es siempre de mujer: la bruja. De ella, surge también la mirada que causa lo inexplicable y la muerte, el mal de ojo.
Retrato de Ana de Austria / PANTOJA DE LA CRUZ
Aparece así una parafernalia de recursos protectores (amuletos, gorros, relicarios, collares, campanillas, cruces de hojas de laurel) contra las brujas en las poblaciones, viviendas y corrales. Hay que proteger a los niños, animales y cosechas de lo inexplicable y enemigo de la supervivencia. Por ejemplo, las llamadas collaradas o brazaleras que ensartan varios objetos amuletos y que se cuelgan bajo el sobaco o en la cintura en las vestimentas, casi siempre de mujeres y niños. O los amuletos de los retratos de las infantas Ana de Austria (1602) y María Ana de Austria (1607) realizados por Pantoja de la Cruz.
Aunque la bruja encarna el mal desde la antigüedad, en una cultura cristianizada, hay que añadir los diablos y demonios, y en un espacio de temperaturas cruentas, como el de Castilla y León, se asocian además a lo negativo del frío, la oscuridad y los espíritus invernales. Caretas, cencerros, zurrones son atributos y representaciones simbólicas de una enorme plasticidad con los que se lucha contra el mal.
Aunque la bruja encarna el mal desde la antigüedad, en una cultura cristianizada, hay que añadir los diablos y demonios, y en un espacio de temperaturas cruentas, como el de
El imaginario del mundo celeste muestra cómo las sociedades rurales han mirado el cielo con suspense y necesidad. De él, dependen los fenómenos atmosféricos y, allí está la luna, representación de nuevo de la bruja y del mal del ojo. Las medias lunas protectoras de metal se cuelgan en las cunas de los niños a modo de amuletos para evitar el influjo maléfico o alunamiento. O se buscan piedras del rayo que protejan a quien las lleve encima de los rayos y truenos de las tormentas, cuyas formas corresponden muchas veces a hachas pulimentadas del Neolítico.
Dentro de los seres que pueblan el imaginario popular, animalarios y bestiarios, está la sirena. Mitad humana, mitad pez, seduce por su doble naturaleza a las gentes del interior. La exposición la recoge en bordados, astas e incluso en una talla de un carro. También destacan las representaciones de reptiles. La que mama de una vaca en el friso de la Catedral Nueva de Salamanca, advertencia quizás de cómo se pueden quedar sin leche las hembras que amamantan. Y los culebrones, causantes algunos del herpes zoster, pues reptan sobre la ropa tendida puesta a secar en la hierba que después se utilizará para vestirse.
Les Oceanides / GUSTAVO DORÉ
El imaginario del sueño y los fantasmas que habitan las pesadillas se materializan en los paños de buenas noches, bordados con ángeles guardianes para proteger el descanso y alejar a los monstruos. Y, el imaginario de la muerte, representado sobre todo en el culto a las ánimas y al inframundo, que se materializa en objetos de culto y cuentos. En definitiva, mil y un imaginarios, divididos entre el imaginario popular y la creación contemporánea, que dan forma y hablan del sentido maravilloso de la vida, el hombre y la mujer.