
Sami Naïr, pensador y ex eurodiputado, autor de 'Europa encadenada', en 'Letra Global' Barcelona
Sami Naïr: “El neopopulismo de extrema derecha y de izquierda es consecuencia del neoliberalismo de Bruselas”
El ex eurodiputado europeo, autor de 'Europa encadenada' pide una UE unida que "levante la cara", ayude a Ucrania y que ponga los mismos aranceles a Estados Unidos que los que imponga Trump
Sami Naïr destripa la Unión Europea "encadenada" al capital internacional
Sami Naïr. Europeísta convencido. Catedrático de Ciencias Políticas, consejero de Estado honorario, ex diputado europeo, francés de origen argelino, es un referente para todos aquellos que todavía desean hacer realidad “el sueño europeo”.
Naïr acaba de publicar Europa encadenada (Galaxia Gutenberg), con un subtítulo ilustrativo: El neoliberalismo contra la Unión. Su posición supone una crítica feroz al funcionamiento de las instituciones europeas: la Comisión Europea y el Banco Central Europeo han alejado al ciudadano de ese “sueño democrático”, y los estados “están callados, no pueden decir nada”, a juicio de Naïr.
Ese poder burocrático, “tecnocrático”, es el que ha provocado, en gran medida, el auge de los populismos, de izquierda y de derecha. “El neopopulismo de extrema derecha y de izquierda es una consecuencia directa del neoliberalismo de Bruselas", señala en esta entrevista con Letra Global.
Naïr considera que todo cambió a partir de los años ochenta, y, en gran medida, debido a la alianza entre la socialdemocracia francesa –Mitterrand y los socialistas franceses-- y los conservadores europeos, principalmente con los alemanes. “Es evidente que hay un cambio de rumbo, y que se trunca el sueño europeo, a partir del Acta Única de 1996, y del Tratado de Maastricht de 1992. Se debilita ese sueño de desarrollo común”, señala.
El cambio supone una apuesta por el mercado, por políticas neoliberales. Justo cuando determinadas voces reprochan a la Unión Europea que no haya sido capaz de competir con Estados Unidos y China, Naïr incide en que el déficit democrático en Europa, el malestar social y político, se debe en gran medida a la apuesta por el “neoliberalismo”.
¿Cómo? “En aquel momento, que resulta que coincidió con tres franceses al frente de las principales instituciones, Comisión Europea, OCDE y FMI, el estado se sometió a la construcción del mercado. No se colocó al lado, como había sostenido el liberalismo, sino por debajo, sometido. El estado desapareció como actor, y fue el vector del neoliberalismo normativo. Las normas ya no iban a ser las de los estados, sino las de un sistema de reglamentación de la Comisión de Bruselas”, asevera Sami Naïr.
La implementación de todo, a juicio de este europeísta, fue la creación de la moneda “única, que no la moneda común”, señala Naïr, al considerar que el euro se basó en el marco alemán, con las reglas que había impuesto Alemania. “Esa moneda para todos incrementó las diferencias, en vez de disminuirlas, y condenaba a los países del sur, España, Italia, Grecia y parte de Alemania, porque respondía a los intereses alemanes”.
Sin embargo, y tras la crisis de 2008, y con la pandemia del Covid, esa Unión Europea tomó otro camino. ¿Fue una rectificación, con la posibilidad de mutualizar la deuda pública, o acabará siendo un paréntesis?
Ante esa pregunta, Naïr no duda en señalar que se ha producido un cambio: “Es cierto que se ha buscado una mutualización de la deuda, con el empuje de países como Francia, Italia, España, Portugal e Irlanda, con la idea de los bonos comunes, y eso ha sido muy importante, porque los denominados países frugales no querían, como Alemania u Holanda, pero ya se ha decidido volver al camino de la austeridad”.
¿Entonces? “A partir de 2027 habrá criterios más exigentes sobre el déficit en los presupuestos, y en la deuda pública”, asegura Naïr.
Para este catedrático de Ciencias Políticas, que ha alzado su voz una y otra vez frente a la Europa “neoliberal”, el rechazo a que el mercado se impusiera se mostró en diversas ocasiones, como en el referéndum constitucional de 2005. Francia lo rechazó, y también los Países Bajos. “Ha habido accidentes en el proceso europeo que han sido importantes y que no se han tomado en cuenta”, recuerda.
Consensos a la baja
La opción de las élites dirigentes ha sido, a lo largo de los años, “la de seguir adelante, sin hacer autocrítica”. En ese proceso, Naïr toma como referencia a la Comisión Europea y al Banco Central Europeo, que decide de forma independiente si sube o baja los tipos de interés, con el principal objetivo de controlar la inflación.
¿Han erosionado esas instituciones la propia democracia europea? “Europa se puso en una cárcel y se dijo que no podíamos salir, con la Comisión y el BCE. Ha sido una entrega del poder ciudadano a una estructura, como es la Comisión, que es la única que tiene el poder de crear reglamentos. Se otorga la capacidad de decidir, y, por tanto, claro que ha sido un factor que ha erosionado, que ha alejado al ciudadano de Europa”.
Sin embargo, ¿ha habido grietas, es posible que los propios estados reaccionen? Naïr recuerda la actuación del Gobierno español en los últimos años. “Es interesante porque España dijo basta cuando subieron los precios de la electricidad, con una medida de excepción que Francia adoptó un poco después. Lo que sucede es que la Comisión Europea se ha independizado, el Parlamento Europeo no tiene poder, y se habla de democracia cuando no se encuentra en ningún lugar. Las decisiones son consensuadas, lo que quiere decir que siempre son a la baja, porque se alcanza siempre un mínimo muy mínimo”.
El temor ahora es que el populismo lo invada todo, con el auge de la ultraderecha. Naïr lo ve como una reacción directa frente a ese poder de Bruselas, que adoptó el modelo neoliberal. “El movimiento populista es una reacción contra la manera de construcción europea. El poder de los ciudadanos choca contra entidades abstractas que han impuesto un modelo económico inaceptable. Y tenemos la ultraderecha en Italia, en Austria, en Dinamarca, en gran medida en Bélgica, en Países Bajos, en Francia a punto de ganar y veremos en Alemania”.

Sami Naïr, pensador y ex eurodiputado, en la entrevista con 'Letra Global' Barcelona
Naïr, francés, mira de frente a su país. “Hay once millones de votos a favor de esa ultraderecha en Francia, donde hay una tradición republicana. ¿Se han vuelto locos, son fachas?, por supuesto que no”. “El neopopulismo de extrema derecha y de izquierda es una consecuencia directa del neoliberalismo de Bruselas", enfatiza.
Ese sociólogo y politólogo ha seguido de cerca el auge de Alternativa por Alemania, que puede llegar a ser clave en las próximas elecciones. “He visto cómo crecía. En 2015 repartían folletos señalando lo que le costaba a cada alemán mantener a un español, con la idea de que Alemania sostenía a Europa. Luego se encontraron los refugiados sirios, y lo vieron como un tesoro para crecer. En Francia el malestar social se ha ido incrementado, a medida que la desregulación europea permitía que las medianas empresas textiles, que tenían una larga tradición, se fueran a pique mientras todo se fabricaba en China y se tenía que pedir la importación de mascarillas durante la pandemia”.
¿Europa debería desregular, jugar a campo abierto y competir con todos? Para Sami Naïr el problema es que ha desregulado demasiado. “Bruselas ha promovido la desregulación, con privatizaciones en sanidad y educación, o en los ferrocarriles. La Comisión Europea no quiere que lo público compita con lo privado. La paradoja es que no desea que los estados paguen hospitales, porque, entonces, compiten con los fondos de inversión que invierten en salud”.
Naïr finalizó la redacción de su libro justo antes de que Draghi –ex presidente del BCE—diera a conocer su informe sobre la competitividad de Europa. El autor de Europa encadenada acaba hablando de él, al final de su obra. Y tiene claro que ha aportado mucha luz.

Sami Naïr, pensador y ex eurodiputado, durante la entrevista con 'Letra Global' Barcelona
“Draghi es muy interesante. Lo admiro, porque salvó el euro, al frente del BCE. Es un placer intelectual leer su documento. Y señala, precisamente, todo lo que yo critico en mi libro. Las soluciones que plantea, claro, son distintas. Lo que dice es que los estados no son lo suficientemente neoliberales. Y pide que el poder se concentre en la Comisión Europea, cuando yo entiendo que lo debe perder. Mi apuesta es que el poder se reparta entre el Consejo Europeo –los estados—y el Parlamento Europeo, con un gobierno económico que controle la estrategia del BCE, y que cambie sus estatutos para que el objetivo sea el empleo y no sólo el déficit o la inflación”.
Pero hay un elefante en la habitación. Es el tiempo de Trump. ¿Qué debe hacer Europa en ese triángulo con Estados Unidos y China?
“Europa ya pasó por un triángulo similar, con Japón y Estados Unidos. Entonces, fue Estados Unidos quien arregló la situación con Japón, que quedó fuera de la ecuación. La cuestión que debemos tener en cuenta ahora es que la Unión Europea ha permitido a Estados Unidos que se haya recompuesto en todos estos años. Con un euro fuerte, la distancia del PIB entre la UE y Estados Unidos ha pasado del 15% en 2002 al 30% en 2023, el doble en veinte años. No supimos utilizar el arma de un euro fuerte, de cara al exterior, y sólo se utilizó como un instrumento interno en la UE”.
Relación con Trump
¿Por tanto? “Hoy estamos en esa pinza, con los chinos que siguen una estrategia bastante sencilla. China entró en la OMC en 2001, y se sometió a las reglas. Entendió que debía someterse a los tribunales si no cumplía los requisitos exigidos. Pero fue Estados Unidos quien desacreditó esos tribunales de la OMC. El resultado es que cada país ha buscado una estrategia bilateral con China. Lo ha hecho Alemania o Francia. Y China lanza un mensaje: es el problema de los otros, no de ellos”.
¿Y qué debe hacer la UE ahora? “Está claro que no estamos unidos, y mientras no se tenga una sola voz será muy difícil construcción algo”.
Europa tuvo el temor, a lo largo de los últimos veinte años, de caminar a distintas velocidades. Sami Naïr pide, precisamente, que lo haga. “Para que Europa avance, debe construir un bloque reforzado, un núcleo con Alemania, Francia, España e Italia. Estos cuatro países tienen una responsabilidad particular. La integración debe realizarse a partir de esos países, y el resto, si lo desea, puede integrarse poco a poco”.
¿Doble velocidad? “Bueno, es que una sola velocidad ha demostrado que no tiene, precisamente, velocidad”, ironiza Naïr.
Los europeos y los norteamericanos han caminado juntos. Son los nuestros, se ha considerado. ¿Cambiará eso ahora con Trump?
“Creo que no cambiará. Hay problemas entre los propios europeos. En Defensa, por ejemplo. Francia quiere que se integre todo en la cadena de valor: fabricar armas con todos los componentes europeos. Para ello pone a disposición de ese proyecto su propia bomba atómica. Pero Polonia, que compra armamento a Estados Unidos, no quiere saber nada ello. Ni tampoco Alemania. Estados Unidos sigue siendo crucial. Y Rusia sigue siendo una amenaza clara”.
Pero, ¿cómo debe reaccionar la UE? “Creo que es indispensable levantar la cara, si hay aranceles del 25%, hay que colocar aranceles también del 25%. La política es una relación de fuerza”.

Sami Naïr, pensador y ex eurodiputado, con Manel Manchón en 'Letra Global' Barcelona
¿Ucrania es la pieza que no se debe sacrificar y debe formar parte de la UE? “No tenemos otra posibilidad que la de integrar a Ucrania. Es un país admirable, como ha demostrado estos años. Ahora bien, habrá que ver qué condiciones se ponen, cómo se decide que Rusia no tenga a la OTAN en sus fronteras. Creo que hay soluciones posibles. Estados Unidos presionará, pero con cosas a cambio. Ya ha dejado claro que querrá materias primas a cambio de seguridad”.
¿Se han creado europeos desde el punto de vista de la identidad cultural? Sami Naïr suspira, porque esa cuestión es la que más le duele. Entiende, como Jean Monnet, que se debería haber construido la casa europea a partir de la cultura. “El ciudadano francés o el italiano, o el alemán, deberían sentir lo mismo en función de lo que suceda en territorio europeo. Sin identidad común no se puede construir la UE”.
¿El sueño se puede cumplir? “Veo una Federación Europea, es el punto en el que podemos converger, desde un confederalismo avanzado entre los países de la zona euro”.