Imagen de ‘Rehén’
‘Rehén’, o la sororidad franco-británica
La serie sobre las relaciones entre una primera ministra británica y una presidenta francesa resulta una eficaz historia de acción con un poco de política y un poco de feminismo, entretenida y llena de sorpresas estimulantes
Puede que las relaciones entre el Reino Unido y la República Francesa no hayan sido nunca gran cosa, pero a veces, cuando pintan bastos de verdad, hay que arrimar el hombro y dejar de mirarse mal mutuamente.
Fijémonos en las protagonistas de Hostage (Rehén), la nueva serie de Netflix (cinco episodios) creada y escrita por Matt Charman (que escribió junto a los hermanos Coen el guion de El puente de los espías, de Steven Spielberg): la primera ministra británica, Abigail Dalton (Suranne Jones, una habitual de la ficción televisiva de su país: recordémosla en la estupenda miniserie Bodyguard) y la presidenta francesa, Vivienne Toussaint (Julie Delpy) se han citado en Londres para hablar de sus cosas, que son también las de sus respectivos pueblos; Toussaint se ofrece a enviar medicamentos a Gran Bretaña (hay escasez, puede que a causa del Brexit, pero no se especifica) a cambio de que su armada pueda operar en aguas británicas para controlar la inmigración ilegal.
Los medicamentos son necesarios (la gente ya se está sublevando), pero lo de tener a los franchutes en la costa no es del agrado de la señora Dalton.
Imagen de la serie 'Rehén'
O sea, que las negociaciones empiezan a cara de perro (o, mejor dicho, de perra), pero pronto empezarán a pasar cosas en este thriller trepidante que obligarán a las rivales a colaborar: el marido de Abigail, Alex, es un médico sin fronteras desplazado a la Guyana francesa como ayuda humanitaria, pero ahí es secuestrado por una pandilla de terroristas que exigen para su liberación la dimisión inmediata de su mujer; Vivienne, por su parte y por si pretendía echarle una mano a su colega, recibe un vídeo íntimo en el que se la ve en la cama con Matheo, el hijo de su marido, ¡y se acercan elecciones!
Sorpresas constantes
Lo que sigue es una aventura asaz inverosímil, pero indudablemente atractiva y muy entretenida. El guion funciona como un reloj suizo, aportando sorpresas constantes y manteniendo al espectador en un estimulante estado de tensión, similar al de la vieja serie 24, la que salvó del cable y del videoclub a Kiefer Sutherland.
Aunque Rehén es de esos productos que se olvidan a los diez minutos de haberlos consumido, la verdad es que como montaña rusa filmada no tiene precio. Eso sí, hay que proceder a una exhaustiva suspensión de la verosimilitud.
Imagen de 'Rehén'
Una vez llevada a cabo, todo consiste en apalancarse en el sillón y disfrutar del circo político que muestra este ejemplo de sororidad a la fuerza.
Feminismo de estar por casa
La pregunta, obviamente, es: ¿quién está detrás de los chantajes y extorsiones? ¿Por qué los secuestradores dejan de hablar francés entre ellos para pasarse al inglés? ¿Estaremos ante eso que los anglos definen como un inside job? ¿Es de fiar el alto mando del ejército inglés que parece totalmente entregado a su primera ministra, aunque lamenta su bajada del gasto en cuestiones militares? ¿Hay algo personal en el ataque a Abigail Dalton, convirtiéndose la presidenta Toussaint en un daño colateral?
Y hasta ahí pueden llegar mis pistas para no incurrir en el spoiler.
Para un fin de semana de poco pensar, Rehén es una miniserie ideal a no ser que se le busquen tres pies al gato. Como dicen los anglos, What you see is what you get (Lo que ves es lo que hay).
Y lo que hay es una eficaz historia de acción con un poco de política y un poco de feminismo de estar por casa protagonizada por dos actrices excelentes: entretenimiento básico, pero muy logrado. Más la promesa final, que nadie se cree, de que las relaciones franco-británicas van a mejorar a partir de ahora, tras tanto sufrimiento compartido por sus líderes.