Pocholo y BorjaMari tienen mucha vida interior
Qué cosas raras tiene la vida: Santiago Segura está acabando de rodar la nueva entrega de su antihéroe, Torrente, y Juan Cavestany ya estrena su nueva película, un documental con algunos pujos artísticos, titulada Madrid ext., seguramente en alguna sala de segunda clase o foro lateral.
No sé, las crónicas de la prensa no lo dicen… Torrente se rueda con el habitual gran despliegue de medios técnicos y económicos en la saga del policía descacharrado, y en cambio parece que Cavestany ha rodado su peli con un zapato y una alpargata… Torrente volverá a cubrir de oro a Segura, mientras que Madrid ext algo me dice que no será un gran éxito en taquilla.
Pocholo y BorjaMari, en la estación de esquí
Y digo que la vida tiene cosas raras, porque ambos, Segura y Cavestany, colaboraron en una de las joyas del cine español, una obra maestra que hubiera merecido una lluvia de premios Goya, si no fuese por la legendaria ceguera de los académicos.
Pasó demasiado desapercibida (aunque tiene su club de fans), y la carrera, antes y después, de Cavestany ha sido un tanto guadianesca, lanzando varios largometrajes pero sin mucho éxito y trabajando esporádicamente en producciones de todas las clases con otros colegas.
Es algo que francamente no comprendo. El asombroso mundo de BorjaMari y Pocholo que Cavestany escribió y dirigió con Enrique López Lavigne en el año 2004 –o sea, hace 21 años-- es un prodigio del humor. (Permítaseme un excurso: alguno de mis desleales amigos no me ha devuelto el CD… ¡Sé que has sido tú…! ¡Devuélvemelo, canalla, no quieras que salga tu nombre de ratero en mi siguiente artículo! ¡Devuélveme El asombroso mundo de BorjaMari y Pocholo!)
Pocholo y BorjaMari tienen mucha vida interior
Los asociados a la plataforma Movistar Plus + pueden verla online. Los demás aténganse al dicho novelesco: “San Joderse cayó en lunes”. En esa película Santiago Segura encarnaba a BorjaMari, y Javier Gutiérrez a Pocholo.
Dos hermanos cuarentones, que siguen viviendo en casa de sus acaudalados padres, que siguen intentando terminar la carrera de Derecho (llevan en ello 20 años) y que mentalmente siguen siendo unos adolescentes de discoteca, concretamente de la discoteca Aguacates, donde intentan ligar con las “niñas” contándoles que ellos tienen mucha “vida interior”.
Su némesis es su primo Pelayo (Willy Toledo), un pijo con éxito y un snob que les guarda rencor porque en el cole ellos no compartían con él la merienda. Su venganza ahora es asegurarles que los Mecano, grupo musical para adolescentes que se disolvió en 1992, van a reunirse en un gran concierto, que se celebrará muy lejos de Madrid.
BorjaMari y Pocholo no pueden perderse semejante acontecimiento y se ponen en camino –discutiendo sobre si en una pelea el caballo de Ralph Lauren ganaría o no al cocodrilo de Lacoste--… Mientras al fondo se oyen las risas demoníacas del primo Pelayo, Pelayo Snow.
El despliegue de ingenio de Cavestany (y Lavigne) es bien servido y realzado por la actuación de Santiago Segura, Javier Gutiérrez, Willy Toledo y Pilar Castro, como la chanchipiruli Paloma, que están francamente deliciosos. Un equipo cinematográfico en estado de gracia.
El humor con que Cavestany retratan las chuscas andanzas de sus personajes anclados en el pasado, inmaduros, tontos e inocentes, es cruel, pero a la vez me pareció detectar, en la cuarta o quinta visión de la película, cierta simpatía o ternura hacia sus personajes, como si se hubiese dicho que, en el fondo, aunque disimulemos, en el pasado es donde todos vivimos.
Mientras él estrena su Madrid ext, que por supuesto iré a ver en cuanto vuelva a Madrid, aunque para ello tenga que ir a la sala de cine de algún colegio o al cineforum de algún barrio extraviado, BorjaMari y Pocholo han cumplido 21 años. Ya son mayores de edad. Quizá ya sería hora de que se empezase a reconocer la película como lo que es: una joya del patrimonio cinematográfico español.