Imagen de la serie ‘El Eternauta’

Imagen de la serie ‘El Eternauta’

Cine & Teatro

‘El Eternauta’: Un tostón retrofuturista

La adaptación de la historia gráfica 'El eternauta' en una serie de televisión, con Ricardo Darín, no convence, con una trama que no avanza, sino que repta y se arrastra

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Si hay una historieta que caló profundamente en la psique argentina, esa es El eternauta, creada en 1957 por el guionista Héctor Germán Oesterheld (1919 – 1977, desaparecido por los militares por su relación con los montoneros) y el dibujante Francisco Solano López (1928 – 2011). El eternauta tuvo una larga vida, y una pequeña parte de la obra fue dibujada por el gran Alberto Breccia (1919 – 1993).

Confieso que llevo toda la vida diciéndome que debo leer El eternauta (por lo menos, el de Breccia, ya que el dibujo de Solano López me tira ligeramente de espaldas: disfruto del abigarramiento en blanco y negro de Breccia, pero de Solano López no me interpela demasiado). La obra, eso sí, está considerada como una obra maestra a nivel global, así que no me hagan mucho caso…

Tras algunos intentos fallidos de adaptación al cine (hasta tres directores lo intentaron), El eternauta se ha convertido en una serie de Netflix protagonizada por Ricardo Darín, un hombre que si no sale en todas las películas argentinas no será por que no lo intente (hace unos años, como dijo un cineasta norteamericano, era imposible encontrar una película francesa en la que no saliera Gerard Depardieu).

¿Y de qué va El Eternauta? Pues de algo que tal vez fuese relativamente novedoso en 1957, pero que ahora está más visto que el tebeo (en general): la invasión extraterrestre.

Imagen de la serie 'El eternauta'

Imagen de la serie 'El eternauta'

Puede que lo más original de la historia sea que, por una vez, los marcianos no aterrizan en Estados Unidos, sino en la Argentina: un buen día empieza a nevar, el aire se vuelve tóxico y Juan Salvo (Darín), que se había reunido con unos amigotes para jugar al truco, se ve obligado a sobrevivir como pueda (improvisando una especie de máscara antigás), mientras recorren la ciudad los invasores, que tienen forma de escarabajo pelotero, pero en grande.

Con una patata en la boca

Desde la perspectiva actual, los extraterrestres en forma de bicho asqueroso no resultan muy estimulantes. Y aparte de matar a los humanos con sus hedores ponzoñosos, no sabemos muy bien quienes son, de donde vienen y qué pretenden. Si los aliens son unos bicharracos repugnantes, los humanos que protagonizan la historia no resultan demasiado interesantes. Y, además, tampoco se les entiende muy bien.

No sé qué ha pasado aquí, aparte de que igual el técnico de sonido no era muy bueno (me he hartado a ver películas argentinas, algunas de ellas sin la presencia de Darín, aunque les cueste creerlo, y nunca he tenido ningún problema para entenderlas), pero cuesta seguir los diálogos, y no por un exceso de modismos locales del castellano, sino porque todos los actores se expresan como si tuviesen una patata en la boca.

Fotograma de 'El Eternauta'

Fotograma de 'El Eternauta'

El omnipresente Ricardo Darín es un actor estupendo, pero aquí se le ve más perdido que a Gary Cooper en Peter Ibbetson (película de Henry Hathaway que Cooper interpretó sin saber de qué iba el guion). Usualmente brillante, aquí lo vemos desorientado, recitando sus incomprensibles líneas como si no le importaran o no las entendiera.

Al trote cochinero

El principal problema de El Eternauta, empero, no es Darín. Ni una trama que nos han explicado mil veces de distintas maneras. El problema de la serie es que es aburridísima y todo transcurre a una velocidad de tortuga. La trama no avanza, sino que repta y se arrastra. Me tragué los ocho capítulos confiando en que, en algún momento, pasara algo. Pero solo hay desplazamientos interminables de Darín, la nieve que cae e intoxica y los escarabajos peloteros deambulando de un lado a otro.

Al final se nos anuncia que pronto llegará la segunda temporada (tal vez por eso va todo al trote cochinero: para alargar la historia). Puede que me equivoque, ya que El Eternauta es ya la segunda serie más vista en Netflix y la primera en español (variedad patata en la boca). Pero poco más puedo decirles, aparte de transmitir el tedio sideral que me ha producido. Bienvenida sea la segunda temporada, pero conmigo que no cuenten.