Imagen de 'El reino de Satán'

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Cine & Teatro

De la vida de los satanistas

Apenas hay cuchufletas sobre el satanismo en el film 'El reino de Satán', y lo que aparece es la vida cotidiana de los que creen en Satanás, con sus misas negras, aunque pagan sus impuestos religiosamente como cualquier otro

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Siempre he encontrado muy entretenidos a los satanistas, sobre todo a los calvos con sobrepeso y perilla, que es el look de rigor para los discípulos de Lucifer. Como agnóstico profesional, creo que cuesta tanto esfuerzo ser creyente como ateo, pero lo que ya casi escapa a mi comprensión es que haya gente que crea en el diablo y, además, le dedique misas, por negras que sean. Todo eso sin llegar a cometer actos punibles, como matar gallinas (eso se deja para los practicantes del vudú) o sacrificar a niños en el altar del Maligno.

Hasta el célebre Alisteir Crowley (1875 – 1947), autodefinido como el hombre más malvado del mundo, era en realidad un sacamuelas fantasioso incapaz de matar ni una mosca al que se le iba toda la fuerza por la boca. ¿Y qué decir de Anton Szandor La Vey (1930 – 1997, nombre auténtico Howard Stanton Levy), fundador en Estados Unidos (1966) de la Iglesia de Satán? Gran amigo de la actriz Jayne Mansfield, el pobre La Vey no era más que un mamarracho devoto del Grand Guignol al que solo se tomaban en serio los votantes más histéricos del partido republicano.

Misas negras

Hace unas noches, en busca de un poco de diversión satanista, a punto estuve de tragarme en Filmin un documental sobre la augusta persona de Anton La Vey, pero a última hora reparé en una película titulada Realm of Satan que no parecía el típico acercamiento al satanismo en tono de chufla. La dirigía un tal Scott Cummings, del que nunca había oído hablar, y se había llevado un premio en el festival de Sundance. El cinéfilo arriesgado se impuso al humorista vocacional y acabé viendo, con sumo placer, El reino de Satán, curiosa incursión en el mundo de los adoradores del diablo que les recomiendo encarecidamente porque, que yo sepa, nunca se había rodado algo igual sobre el asunto.

Fotograma de la película 'El reino de Satán'

Fotograma de la película 'El reino de Satán'

Apenas hay cuchufletas sobre el satanismo en Realm of Satan. A la manera narrativa del nórdico Roy Anderson, la cosa consiste en una sucesión de planos secuencia con la cámara fija que reúnen lo que podríamos definir una serie de estampas sobre la vida cotidiana de los satanistas, gente como ustedes y yo, que no se meten con nadie (sale una señora quejosa de que el gobierno la tome con ellos por su fe), pagan religiosamente sus impuestos y, en la intimidad de sus domicilios, celebran misas negras, se preparan el desayuno, cometen actos sexuales aberrantes con mucho látex, gozan de sus propios obispos (siempre presentes en el largometraje) y creen sinceramente en la existencia del maligno, que es como creer en Dios, ya que no se explican el uno sin el otro.

Si hay momentos de humor en la película, evitan centrarse en las creencias de los analizados. Mi favorito: un satanista se prepara algo de comer tras la isla de la cocina, por lo que solo lo vemos de cintura para arriba y comprobamos que luce un aspecto bastante respetable. Cuando abandona la isleta y lo vemos por completo, observamos, gracias a unos sutiles efectos especiales, que de cintura para abajo, ese buen hombre tiene el cuerpo de un macho cabrío. Fundido a negro y a otra cosa, mariposa.

Talento muy peculiar

El frikismo inherente al satanismo es mostrado como una manera de vivir tan decente como cualquier otra (y tan absurda, a fin de cuentas), propia de una comunidad que ha establecido sus propias reglas (que casi nadie entiende, aunque no sean tan distintas a las de los amish, los evangélicos, los protestantes o los católicos). Aquí el director ni opina ni juzga, limitándose a posar su mirada desde un fatalismo amable o un estupor bienhumorado. Nadie de los inmortalizados ha tenido problemas con la justicia. Se trata de gente que necesitaba creer en algo y ha optado por Satanás en vez de por Jesucristo.

En ese sentido, Realm of Satan es un film antropológico que ofrece una mirada nueva sobre un colectivo al que algunos se toman en serio y le acusan de todo tipo de atrocidades, aunque la mayoría de la población pase de sus asuntos como de una visita al proctólogo. Gracias al señor Cummings y sus viñetas animadas, vemos a los satanistas en la intimidad, haciendo cosas que no son muy diferentes de las del resto de la humanidad.

La sucesión de cuadros vivos podría haber resultado repetitiva y cansina, pero no lo es, y cuando termina la proyección, uno echa de menos más filmaciones de una realidad que, probablemente, es tan vulgar como la de la mayoría de nosotros, pero que el talento del cineasta convierte en estimulante.

Realm of Satan es el primer largometraje del señor Cummings, quien hasta ahora se ganaba la vida como montador. Creo que habrá que seguirle la pista a este peculiar cineasta que se ha estrenado con los fans de Satanás. No sé a qué otro colectivo dedicará su próximo trabajo, pero no pienso perdérmelo: aquí hay un talento muy peculiar, pero talento a la postre.