Imagen de la serie 'Hello ladies'

Imagen de la serie 'Hello ladies' HBO

Cine & Teatro

¡Hola, chicas! (Qué vida más triste)

La primera y última temporada de 'Hello ladies' es una mezcla de humor y tragedia sobre la soledad de un expatriado que tiene el atractivo de cazar a algunos fieles, aunque no a una gran audiencia

19 julio, 2024 22:09

Buceando en el archivo de HBO, he dado con una serie estupenda del 2013 que, francamente, no sé cómo no he descubierto hasta ahora; sobre todo, porque soy muy fan de su creador y protagonista, el británico Stephen Merchant (Bristol, 1974), un tipo que me había hecho reír mucho cuando era el socio habitual de Ricky Gervais en series como The Office o Extras. La cosa atiende por Hello ladies y narra las patéticas andanzas de un inglés en Los Ángeles, donde se dedica al diseño de webs, no vive nada mal, pero es de una torpeza inverosímil en su relación con las mujeres, en gran parte por culpa suya, dado que su versión del sueño americano consiste en ligar con súper modelos, un colectivo que no muestra mucho interés por él.

Stuart Pritchard (el propio Merchant) tiene unos amigos que son lo mejor de cada casa: Wade (Nate Torrence) acaba de ser abandonado por su mujer y se pasa las noches de presunta farra aburriendo a todas las chicas que le presentan con el relato pormenorizado de sus desventuras conyugales; Kives es un paralítico con un sentido del humor siniestro que, pese a su condición física, es el único de la pandilla que a veces consigue ligar (cuando Stuart espera inútilmente el mensaje de la modelo de turno; Kives le envía una fotopolla y se queda tan ancho); Jessica, la vecina de Stuart (Christine Woods) es una aspirante a actriz a la que todo le sale mal y sobrevive a base de anuncios de tampones y cosas aún más humillantes….La pandilla es una versión aún más catastrófica de Jerry y sus amigos en Seinfeld.

Imagen de la serie 'Hello ladies'

Imagen de la serie 'Hello ladies' HBO

Y Stuart, un tipo de dos metros, larguirucho, miope y con una cara de merluzo considerable, no pierde ninguna oportunidad de meter la pata y ponerse en evidencia. Sus tribulaciones pueden encuadrarse en eso que ha dado en llamarse post humor y que cuenta en España con algunos ejemplos de mérito, como las series Vergüenza o Poquita fe. El post humor es, en realidad, la tragicomedia de toda la vida, pero elevada hasta la enésima potencia. Hello ladies hace reír (a algunos, entre los que me cuento), pero también resulta notablemente deprimente y es difícil de adscribir al género de comedia para todos los públicos. Incide en la miseria moral ya expuesta ampliamente en Extras (donde Merchant interpretaba al agente de Gervais, aspirante a actor obligado a ganarse la vida como extra, al que contribuía a hundir con su torpeza inverosímil), pero llevándola al siguiente nivel, hasta el punto de que puede causar incomodidad y bochorno al espectador mientras éste, al mismo tiempo, se troncha con las salidas de pata de banco de Stuart y su desastrosa troupe de fenómenos de feria.

imagen de la serie de una única temporada 'Hello ladies'

imagen de la serie de una única temporada 'Hello ladies' HBO

Hello ladies, la primera aventura americana del señor Merchant, no funcionó en Estados Unidos. No hubo segunda temporada, solo un largometraje en el 2014 para poner punto final a las grotescas peripecias de Stuart Pritchard. Puede que la mezcla de humor y tragedia sobre la soledad de un expatriado no fuese lo mejor para hacerse con una audiencia fiel, pero los que disfrutaron con Extras tienen muchas papeletas para tragarse entera la primera y última temporada de la serie.

¿Bochornoso?

Tragicomedia para minorías, Hello ladies es una especie de Curb your enthusiasm que no compartió el triunfo con la serie de Larry David. Una rareza en el catálogo de HBO (y de cualquier plataforma de streaming) que hará muy felices a los devotos del humor bochornoso que da vergüenza ajena y que no debemos ser muchos, dado el fracaso comercial de la serie del señor Merchant (cocreada con Lee Eisenberg y Gene Stupintsky). Mi enhorabuena a quienes la descubrieron en su momento y mis disculpas al querido lector, que merece algo mejor que un reseñista que descubre joyitas con más de diez años de retraso. En fin, más vale tarde que nunca, ¿no?