Tormento y éxtasis de John Galliano
El documental 'Auge y caída de John Galliano' es un retrato tan sincero como triste de un diseñador que siempre anduvo ligeramente perdido por la vida
12 junio, 2024 11:28Al diseñador John Galliano (Juan Carlos Galliano Guillén, Gibraltar, 1960) las cosas parecían irle muy bien (aunque la procesión iba por dentro) cuando metió la pata de manera irreparable y se convirtió en el principal paria de la industria de la moda. Completamente cocido, fue pillado en vídeo en la terraza de un café parisino, insultando a la pareja que tenía al lado, emitiendo comentarios antisemitas y declarándose admirador de Adolf Hitler (cosa curiosa si tenemos en cuenta su origen sefardí). Esto sucedía en 2011, cuando nuestro hombre estaba al frente de Dior: fue despedido fulminantemente después de montar su numerito de borrachuzo desagradable y empezó para él una larga travesía del desierto (desintoxicación incluida) tras la que nunca recuperó la fama de antaño, pero sí ha sido capaz de encontrar trabajo con el modista belga Martin Margiela. En cierta medida, sigue siendo un apestado, pero, por lo menos, puede seguir dedicándose a lo que le gusta. Su etapa imperial ha terminado, pero sigue vivo, lleva doce años sin beber y sigue tratando de imponerse a sus demonios interiores (no podemos decir lo mismo de su colega Alexander McQueen, que en paz descanse).
No es que el mundo de la moda me quite el sueño, pero hay algunos diseñadores que me han impresionado muy favorablemente (en especial, los más delirantes y barrocos, que suelen ser también homosexuales atormentados con infancias horribles, exceptuando a Jean Paul Gaultier, que, si no es feliz, lo disimula muy bien). Uno de ellos es John Galliano, un tipo de una imaginación portentosa y con tendencia al exceso cuyos desfiles me parecían tremendamente divertidos. Lo que diseñaba no había quien se lo pusiera, pero daba igual: tanta belleza extravagante constituía una fiesta para los sentidos, fiesta que solía concluir con la aparición del artista disfrazado de Napoleón (la película muda de Abel Gance le marcó para toda la vida, según ha reconocido) o vestido de torero o de gitana o de cualquier mamarrachada que se le hubiera pasado por la cabeza, dependiendo del nivel de su borrachera cotidiana. Sería exagerar decir que sufrí como un perro cuando lo cancelaron, pero sí me dio cierta penita. Me pareció que se cebaban con él y que no estábamos ante un furioso antisemita, sino ante un borracho chungo (mean drunk, como dicen los anglos) que no estaba a gusto en su piel, no lo había estado nunca y había optado por ahogar sus penas en alcohol.
Componente humano de un diseñador
Por eso me he tragado el documental de Kevin McDonald High and low. John Galliano (aquí traducido como Auge y caída de John Galliano), que acaba de colgar Filmin y que constituye un retrato tan sincero como triste de alguien que siempre anduvo ligeramente perdido por la vida, llegó a lo más alto de su oficio y lo envió todo al carajo por una adicción monumental al alcohol.
La parte dedicada a su ascensión profesional es ilustrativa y didáctica, pero el documental levanta realmente el vuelo cuando deja hablar a Galliano de su infancia con un padre estricto que lo llamaba maricón (en español, aunque era llanito; la genuina española de la familia era la madre), del descubrimiento de su condición homosexual (y problemas subsiguientes), de su amor a la moda como un bello refugio de los rigores de este mundo…¿Otra historia de diseñador gay atormentado y con peligrosas adicciones? Probablemente, pero dotada de un componente humano que no puede dejar indiferente a nadie mínimamente sensible.
El vestido de novia de Penélope Cruz
High and low nos muestra al joven Galliano buscándose la vida en Londres, siempre detrás de una financiación que no llega, su descubrimiento (y padrinazgo) a cargo de Anna Wintour y André Leon Talley, mandamases de Vogue, el salto a Francia con Bernard Arnault, que primero lo puso a cargo de Givenchy y luego de Dior (McQueen heredó su cargo en Givenchy), su historia de amor con Alexis Roche (que aún dura), sus vestidos de novia para Penélope Cruz o Charlize Theron (que salen en el documental), su exceso de trabajo (varias colecciones al año, más perfumes, más complementos, más zapatos…), al que hacía frente con alcohol y pastillas (para dormir y para despertarse), su lento conato de suicidio porque, en el fondo, ni era feliz ni lo había sido nunca: el hombre concebía la fama como una venganza contra la sociedad que lo había maltratado - al igual que Rainer Werner Fassbinder, que palmó a los 38 años- y esas venganzas suelen gastar bromas muy pesadas.
No hace falta estar especialmente interesado en la moda para disfrutar de High and low. Basta con tener cierto interés por los seres humanos con talento y sus desgracias. Lo recomiendo especialmente a todos los que, como Galliano, tuvieron infancias de mierda: se sentirán un poco menos solos.