Adam Jezierski: “Si te empapas tanto de política te das cuenta de la puta mierda que es todo”
El intérprete recibe una nominación como mejor actor de reparto por su participación en la serie 'Venga Juan'
27 noviembre, 2021 23:00Adam Jezierski (Varsovia, Polonia, 1990) ama la comedia y amaba la política. Por eso, no pudo rechazar la propuesta de participar en Vota Juan. Con el paso de los años y tras dos nuevas temporadas está más que orgulloso de formar parte del proyecto... pero desencantado con la política. No por la serie, sino por la realidad.
El actor se vuelve a meter en la piel de Víctor en Venga Juan, que se estrena este 28 de noviembre, y donde el personaje se enfrenta a un giro de la historia. Su admirado Juan (Javier Cámara) está investigado por un presunto delito de corrupción, un hecho que le puede salpicar y en el que no se quiere ver involucrado ahora que ha conseguido cierto poder en el mundo de la empresa privada.
Premios
La serie, que en su tercera temporada da el salto a HBO Max gracias a su reconocimiento de crítica y público, llega avalada por las cuatro nominaciones que ha conseguido en los Premios Feroz. Entre ellos, mejor serie de comedia, mejor actor protagonista para Javier Cámara, mejor actriz de reparto para María Pujalte y mejor actor de reparto para Jezierski.
La nominación no hace otra cosa que confirmar el año de éxito que vive el actor polaco-español, a quien en este 2021 se le ha podido ver en otras dos series de éxito, Amar es para siempre y Física o Química: El reencuentro. Crónica Directo habla con el intérprete y repasa con él su meteórica carrera y su desencuentro con la política.
--Pregunta: ¿Qué le espera a Víctor en ‘Venga Juan’?
--Respuesta: Víctor tenía a Juan idolatrado, ere su líder y su gurú y si sale de allí puede irse a una cosa muy oscura y muy turbia. Víctor creo que va a asomar la patita a lo largo de la temporada. Parece que se va a rebelar un poco.
--¿Romperá lazos?
--Víctor se ha hecho mayor. Ha entrado en el sector privado, está colocado, cobra un buen dinero y Juan ya no le es tan necesario como cuando él era un jovenzuelo recién salido de las juventudes del partido. Y tener cerca a Juan Carrasco no debe ser fácil para nadie y menos con la corrupción estallándole en la cara.
--¿Este es el aliciente que le hizo participar en esta tercera temporada, tal vez? ¿Cómo se metió en el proyecto inicial?
--Es muy difícil dar con un proyecto tan redondo, y no tanto por el reconocimiento, porque a nivel personal estar rodeado de gente tan talentosa y apasionada es maravilloso. Es lo que le pido a este trabajo con esta gente, porque son gente sublime en lo suyo. Sería de ser bobo negarse a participar en algo así.
--¿Impone?
--Puede ser, al principio. Pero no me ayudaría a hacer el trabajo. No es un cliché, es real, aparte de ser grandes actores son buenísimas personas con las que se trabaja muy bien. Además, en estos momentos yo me pongo en modo esponja. Javier Cámara es un compañero espectacular, es el más involucrado, el más apasionado, el más compañero…
--¿Se imaginaba llegar hasta aquí cuando empezaba?
--Pues mira, cuando estaba empezando, sí. Yo empecé siendo adolescente y la adolescencia tiene esa cosa descerebrada de pensar que es un camino muy fácil y te vas a comer el mundo. Cuando empezamos Física o química éramos adolescentes con una mochila de sueños y todos estábamos convencidos de que iba a ser un exitazo, no había otra alternativa. Igual, mi yo adolescente incluso te diría que esperaba un poquito más. Pero mi yo de los 24 años te diría que está guay. Me siento muy afortunado de las cosas que he ido haciendo y más en un proyecto como este.
--No todo el mundo es tan sincero y te dice que cuando empezó se imaginaba llegar donde está. Se agradece la sinceridad.
--No, claro. Yo lo cuento, a los 17 años iba a rodar a veces incluso de empalmada, me empollaba el guion un día antes de rodar y no paraban de salirme proyectos. Con 25 años, iba hiperpreparado y me daban ataques de pánico. La juventud tiene ese punto de rebeldía e inconsciencia y es muy guay.
--Y ahora que va más preparado a los rodajes, ¿cuál ha sido la inspiración para meterse en la piel de Víctor?
--Tuvimos unos ensayos enormes y muy profundos, allí es donde los personajes se crean y nacen. No siempre es fácil crear un personaje cuando tienes una semana y te lees el guion en tu casa solo sin poder mirar a tus compañeros a los ojos, es más complicado. Tener tiempo ayuda a construir el personaje de manera más profunda. ¿Referencias? Prefiero no ponerles nombres propios. Yo vivo en este mundo, soy muy observador y curioso y me fijo en las personas de la calle y de la tele. Habrá mil referencias en mi cabeza. En la primera temporada, por eso, en la que Víctor era un pelota insoportable, me hacía gracia fijarme en los lacayos que hay detrás del político cuando sale hablar su líder. ¡Es maravilloso! Digan lo que digan están allí con cara de póker, para decir que 'todo lo que dice mi líder es fantástico' y eso me encantaba. Ese es Víctor, claro.
--¿Y le atraía la política?
--A mí me encanta hacer comedia, creo que es muy agradecido. Y cuando me llegó el guion de Vota Juan era un loco de la política, la consumía a todas horas y para mí fue un regalo con un lacito. ¿Comedia y política? No podía pedirle nada más a la vida. Pero si te empapas tanto de política te das cuentas de la puta mierda que es todo, de lo complicado y lo frustrante que es. Ahora consumo muy poca política porque me cabreo, me afecta a mi estado anímico. Por eso intento consumir un poco menos de política porque aún no he desarrollado la capacidad de consumirla sin que me afecte. Lo miro más desde la distancia.
--¿Con la serie se cumple aquello de “la realidad supera a la ficción”?
--Por supuesto. De hecho, en la primera temporada Juan va a visitar un colegio para hacer campaña. Los guionistas pensaron que Juan debía jugar con ellos y cuando chutara la pelota que se la estampara en la cara de un niño. Pensaron que era muy disparatado y lo quitaron. Luego [José Luis Martínez] Almeida fue a un colegio de Madrid, tiró un penalti y se la estampó en la cara a un chaval (ríe). O sea que sí, la realidad supera a la ficción. Al fin y al cabo, Juan es un tipo bastante simplón con necesidades bastante simplonas, no es un malvado muy perversamente elaborado, él solo quiere que le quieran. La mayoría de las temporadas acaban con Juan pidiendo un abrazo y en la política hay cabrones mucho más maquiavélicos que Juan. Estoy convencidísimo de que en los despachos de la política tiene que haber cosas muy turbias.
--Me decía que disfruta haciendo comedia, y hay una duda que siempre planea sobre ella, ¿está suficientemente valorada?
--No lo sé. Es muy difícil que una comedia se lleve un Óscar a la película del año, incluso en la profesión también parece que sea algo de segunda división, pero uno se ha de enfrentar a ella. Hacer comedia no es fácil. No por mí, en general, es como el sentido del ritmo para la música. Es más complejo de lo que la gente cree. Y ya no te digo escribirla, ¡es muy difícil! Y más ahora con el sobreestímulo de memes que consumimos es muy difícil sorprender al público con algo.
--¿Significa que está escribiendo alguna cosa?
--Bueno, yo escribo en la intimidad, como Aznar hablaba en catalán (ríe). Creo que es positivo para un actor entrar en la dramaturgia porque te da una perspectiva diferente del trabajo. Los actores somos un instrumento a través del cual se cuenta una historia. Te hace entender el proceso tan complejo que es escribir.
--¿Se anima ya a estrenar alguna cosa de las que ha escrito o, de momento, espera?
--Me encantaría. De momento, yo escribo para mí.
--Y además estuvo en el musical de Billy Elliot de Madrid, recientemente. ¿Escribe teatro, cine o televisión?
--Me gustan todos los medios. En tele das vida a tu personaje a lo largo del tiempo. La conexión en el teatro es irrepetible. Hacer comedia en teatro es una cosa maravillosa porque ves en directo si la cosa funciona o no funciona, es genial. Pero me gusta todo. No escribo algo concreto, escribo teatro, tengo una peli escrita… Me gusta escribir.
--Ha estrenado tres proyectos en un solo año. Un ritmo frenético, ¿tiene miedo a un parón?
--No me puedo quejar. Trabajo no me falta, me faltan horas. La hostia yo me la pegué muy jovencito. A los 13 años hice un corto con Daniel Guzmán y fui a hablar a los Goya con el premio. Era el niño más popular del colegio y aún no estaba desarrollado para afrontar eso. Después solo hice una cosita y estuve casi tres años sin hacer nada y ese fue mi primer guantazo. Luego vinieron más, claro. No es una carrera fácil. No le tengo miedo. Es cierto que ahora no he estado en casa ni seis meses y cuando te los pasas se te vienen todos los males encima. Con trabajo, sacrificio y un poquito de suerte, las cosas salen. Si vuelvo a mi yo de los 17 estaría feliz si gana un Óscar. Mi yo actual te dice que con buenos guiones me vale.
--¿En eso, la aparición de las plataformas ha ayudado a que haya mejores guiones y propuestas o se han estandarizado mucho más?
--Hay cabida para todo. Se hacen productos mucho más libres ahora. Hace años, Vota Juan sería impensable por el formato, el contenido, porque las televisiones en abierto no se pueden permitir cierto contenido como las plataformas. Si hay más contenido es más difícil que se mantenga el nivel en todo, pero sí da la opción a que haya productos mucho más independientes y libres desde el punto de vista creativo. Esto sí que es súper interesante. Hay que empoderar a los creadores y guionistas, que cuenten lo que quieran, y eso creo que se está consiguiendo. Eso me parece muy importante, que las decisiones se tomen desde la dramaturgia y no desde el departamento financiero, que también tiene derecho de voz y voto.
--¿Hay posibilidad de más temporadas?
--No lo sé. Es una serie pequeña y cada temporada es un regalo. No lo sabemos.
--Y para los fans de 'Física o Química', ¿habrá un nuevo reencuentro?
--Eso está más complicado. Sería el rerreencuentro, es raro. No es lo mismo el reencuentro cuando han pasado 10 años, que hace ilusión, que a los 12 meses, que piensas: “Si te vi el año pasado, puto pesado”. No lo sé. Hay proyectos tan sorprendentes por ahí... Pero nunca diré nunca, aunque no lo parece.