Tres pobres chicas
La miniserie 'La infamia' denuncia lo que ocurre en demasiadas ocasiones, cuando se cometen abusos sexuales a adolescentes a las que no se cree su versión
19 junio, 2021 00:00Excelente miniserie de la BBC en Filmin: La infamia (Three girls), que nos llega con cierto retraso (sus tres episodios se emitieron en Gran Bretaña los días 16, 17 y 18 de mayo de 2017, logrando una amplia audiencia de unos ocho millones de espectadores), pero, lamentablemente, aborda un tema que sigue plenamente vigente, el abuso sexual a menores vulnerables e indefensas. En su momento, el caso generó ríos de tinta en la prensa británica, pues dejaba al descubierto la desidia de las autoridades judiciales y policiales, que, en primera instancia, pasaron olímpicamente de las declaraciones de las crías abusadas (no se las consideraba testigos fiables a la hora de construir un caso), insinuando que lo que les había pasado se lo habían buscado ellas mismas por su vida desordenada y disoluta. La tesis de la miniserie, muy verosímil, es que les hubieran hecho más caso si sus familias hubiesen sido algo más funcionales y con unos ingresos más elevados. Vamos, que pasaron de ellas porque se las consideraba unas cutres capaces de venderse por unas hamburguesas y una botella de vodka.
Las desgracias tuvieron lugar en Rochdale, un suburbio de Manchester, y las víctimas fueron tres chicas de entre 13 y 15 años procedentes de hogares desestructurados, desastrosos o inexistentes. Carente de motivación y vigilancia, Holly (Molly Windsor) se dejó enredar por su amiga Amber (Ria Zmitrovic), que siempre llevaba pegada a su hermana pequeña de escasas luces, para frecuentar un restaurante barato de hamburguesas y kebabs regentado por un pakistaní siniestro al que llamaban Daddy (Papi). Tras camelarlas con comida y bebida gratis, Papi se dedicaba a repartirlas entre sus amigotes previo pago de su importe. Cuando Holly se dio cuenta de dónde se había metido, acudió a la policía, que pasó de ella, como previamente habían hecho los servicios sociales (todos sabemos que en el cutrerío inglés el asistente social es, prácticamente, un miembro más de la familia). Papi y sus amigos se salieron de rositas, Holly y Amber siguieron zorreando y aquí paz y después gloria.
Las cosas no se enderezaron hasta que una consejera de salud sexual para adolescentes (Maxine Peake) y una inspectora de policía (Lesley Sharp) tomaron cartas en el asunto junto a un fiscal dispuesto a reabrir el caso, que se había cerrado en falso, entre otros motivos, para evitar problemas raciales, dado que toda la pandilla de abusadores procedía de Pakistán (Papi y sus amigos intentaron jugar la carta del racismo durante el juicio, pero no coló). Costó Dios y ayuda convencer a las crías de que esta vez las cosas iban en serio, pero la tierna insistencia de la consejera sexual y la inspectora (que acabó dimitiendo, asqueada de cómo se las gastaba el cuerpo policial al que había entregado los mejores años de su vida) dio frutos y los asquerosos menoreros acabaron en el talego. No queda del todo claro en la serie si Holly y Amber consiguieron rehacer sus vidas y convertirse en adultas responsables, pero es evidente que lo intentaron.
Escrita por Nicole Taylor y dirigida por Philippa Lowthorpe, La infamia adopta un tono casi periodístico en la narración de los hechos, que son de una contundencia que no necesita grandes esfuerzos visuales y/o artísticos. Aquí lo que atrapa la atención del espectador es la triste historia que se nos cuenta y la evidencia de que hasta en los abusos sexuales hay víctimas de primera y de segunda. Holly y Amber eran de tercera, y así les fue. La comunidad pakistaní de Manchester se cubrió injustamente de oprobio, el Frente Nacional dio rienda suelta a su racismo y muchos taxistas asiáticos se tiraron meses sin recoger ni a un pasajero, que prefería esperar que pasara un coche con un blanco al volante. Efectos indeseados que, afortunadamente, no duraron mucho.