El hotel de los líos
La serie 'Escena del crimen: la desaparición en el hotel Cecil' ahonda en los extraños crímenes en un establecimiento de Los Ángeles
20 marzo, 2021 00:00El hotel Cecil de Los Ángeles se fundó en 1927 como alojamiento para turistas y viajeros de cierto postín, pero tras el crack del 29 inició una larga decadencia de la que, a día de hoy, aún no se ha recuperado. Emplazado en el downtown (centro) de la ciudad, la única zona de Los Ángeles que no es una red de autovías con casas a los lados y que se parece un poco al centro de Nueva York o de cualquier ciudad europea, el Cecil se eleva en la espantosa área conocida como Skid Row, cincuenta manzanas ocupadas por gente sin hogar que se amontona junto a sus pertenencias formando una seudo comunidad de casi 5.000 personas sin que el ayuntamiento haya decidido jamás tomar cartas en el asunto y poner fin a una anormalidad que ha acabado adoptando su propio marco de convivencia (si se puede definir como convivencia las constantes peleas, tanganas, cuchilladas y botellazos que tienen lugar entre los desdichados del barrio).
Marcado por su emplazamiento en Skid Row, el hotel Cecil lleva décadas arrastrando una merecida mala fama que va de lo más sórdido y vulgar (drogas, prostitución, etc.) a lo meramente criminal (en 1947, Elizabeth Short, alias La Dalia Negra, fue vista tomando una copa en el bar pocos días antes de su asesinato; una telefonista del hotel fue violada y asesinada en las instalaciones; el asesino en serie Richard Ramírez, alias The night stalker (El acosador nocturno), se alojó en el Cecil durante los años 80; y así sucesivamente). En febrero de 2013, una chica llamada Elisa Lam fue vista por última vez en un ascensor del hotel (gracias a un circuito cerrado de televisión) y luego estuvo desaparecida diecinueve días, hasta que su cadáver fue encontrado por la policía en un depósito de agua en la azotea sin que nadie entendiera cómo podía haberse metido ahí dentro y cerrar la pesada tapadera. Se intuía juego sucio, pero nunca hubo forma humana de desentrañar el misterio.
¿Quién se aloja en el centro de Los Ángeles?
La extraña muerte de Elisa Lam es la base de la miniserie en cuatro episodios de Netflix Crime scene: the vanishing at Cecil Hotel (Escena del crimen: la desaparición en el hotel Cecil), interesante, aunque algo alargada, investigación periodística sobre un suceso inexplicable en un entorno ya de por sí peculiar. De hecho, la pobre Elisa Lam es la excusa perfecta para explicar la historia del hotel Cecil, que se ha hecho famoso no por albergar artistas y bohemios (como es el caso del Chelsea de Nueva York), sino por las desgracias acaecidas en alguna de sus setecientas habitaciones (por no hablar de infortunios más de estar por casa, como el hecho de que sus tarifas más que razonables lo hayan convertido en una trampa para turistas incautos que no saben que el centro de Los Ángeles es una zona para homeless en la que te pueden violar, asesinar o las dos cosas a la vez).
A lo largo de sus cuatro capítulos, Crime scene nos desvela la historia personal de Elisa Lam, una muchacha bipolar de origen chino, y nos la sitúa en el marco incomparable del hotel Cecil, contribuyendo, de paso, a informar a los incautos de que más les vale buscarse otro alojamiento si visitan la metrópolis californiana. Aunque a la serie le sobran fácilmente dos horas, lo cierto es que consigue atrapar al espectador por la historia de Elisa y los antecedentes espeluznantes de ese genuino hotel de los líos, mucho más peligroso que el de los hermanos Marx. La lógica más elemental aconsejaría demoler el hotel Cecil o reconvertirlo, tras su adquisición municipal, en refugio para homeless, pero, de momento, ahí sigue, rodeado de miseria y aguantando básicamente gracias a su mala fama, que atrae a infinidad de morbosos a sus cochambrosas habitaciones (también en el Chelsea hubo inquilinos que pedían la habitación en que Sid Vicious, el bajista de los Sex Pistols, se cargó a su novia, Nancy Spungen, hasta que la clausuraron).
Dirigida por Joe Berlinger, cineasta con varios largometrajes de escaso interés a sus espaldas, Crime scene: the vanishing at Cecil Hotel podría haber sido un estupendo documental de noventa minutos de duración, pero aún convertido en una miniserie de cuatro horas consigue captar el interés del espectador interesado en crímenes inexplicables en entornos sórdidos, un subgénero que cuenta con un elevado número de seguidores.