Una imagen de la película 'Professor Marston and the wonder women' / MOVISTAR

Una imagen de la película 'Professor Marston and the wonder women' / MOVISTAR

Cine & Teatro

El pintoresco padre de Wonder Woman

La película 'Professor Marston and the wonder women' muestra que en muchas ocasiones el creador es más interesante que su creación

30 diciembre, 2020 00:00

Me cuentan que la pobre Wonder Woman se esta muriendo de asco en los cines españoles, donde casi nadie pone los pies en la era del coronavirus. Wonder Woman 1984 es el único blockbuster de Hollywood en la actual cartelera nacional, pero parece que ni así se consigue llenar el aforo permitido en las salas. Desde luego, conmigo que no cuenten para que la major de turno se embolse unos pavos: ya vi la primera entrega de la serie por televisión y lo mejor que puedo decir de ella es que la protagonista, Gal Gadot, es, ciertamente, una mujer muy atractiva. El rollo feminista con que intentaron vendernos la moto no me lo tragué nunca, y menos aún después de asistir a otro disparate carísimo de bofetada y tentetieso con más pretensiones que la trilogía sobre Batman del sobrado Christopher Nolan. Lo cual no quita para que el creador del personaje me parezca un personaje singular y urja al querido lector a rebuscar en el archivo de Movistar hasta topar con una película que se le dedicó en 2017 y cuyo título es Professor Marston and the wonder women.

Escrita y dirigida por Angela Robinson, esta biopic de un excéntrico adelantado a su tiempo (lo pagó, evidentemente) aporta nueva luz al personaje de Wonder Woman y nos presenta a su guionista, el psicólogo William Marston, como un simpático iluminado que, a finales de los años veinte del siglo pasado, no se le ocurrió nada mejor que sumarse al feminismo, practicar el poliamor --con su esposa, Elizabeth, y su ayudante, Olive, con sexo incluido para los tres--, engendrar cinco hijos entre la parienta y la amante adoptada por ambos, practicar el bondage y crear un personaje de comic que no le traería más que problemas con la censura y con las asociaciones puritanas de los Estados Unidos. Ah, y aún tuvo tiempo para inventar, a medias con Elizabeth, un primario detector de mentiras que era al actual polígrafo lo que la caja con antena de Leon Theremin al sintetizador de Robert Moog.

¿Inofensivo pervertido sexual?

William Marston (1893--1947) vivió con cierta tranquilidad con Elizabeth y Olive hasta que falleció de cáncer. Ellas siguieron juntas toda la vida y en 1963 tuvieron el detalle de decirles a los niños que el padre de todos era el difunto y que lo de que tres de ellos (los hijos de Olive) habían sido adoptados era una bienintencionada patraña. La película da ganas de hacerse con los primeros años de Wonder Woman, pues Marston llenaba los tebeos de mujeres medio desnudas, escenas sadomasoquistas y declaraciones feministas un poco de chichinabo, pero cargadas de buena intención (para desesperación del editor, el mítico señor Gaines, mandamás de DC Comics, la casa madre de Supermán y Batman, y puede que también del dibujante, Harry G. Peter).

Professor Marston and the wonder women demuestra fehacientemente que, a veces, el creador es más interesante que su creación (que dejó de serlo en cuanto la diñó, pues el personaje fue convenientemente sanitizado a partir de entonces y se acabaron las escenitas psicalípticas y las cuerdas para atar a señoritas medio en bolas). Y constituye un bonito retrato de un trío de excéntricos, William (Luke Evans), Elizabeth (Rebecca Hall) y Olive (Bella Heathcote), que se puso el mundo por montera en las peores circunstancias posibles --no contaban ni con la excusa de ser mormones-- y que, con sus más y sus menos, hizo lo que le vino en gana durante toda su estancia en el planeta Tierra.

A uno le ha quedado la duda de si el profesor Marston era tan feminista como aparentaba o si se trataba de un simpático e inofensivo pervertido sexual que consiguió que dos mujeres inteligentes le siguieran la corriente, pero me da lo mismo: en estos momentos, mis prioridades son hacerme con los primeros ejemplares de las hazañas de Wonder Woman y mantenerme alejado de las salas en las que se proyecta su nueva y descafeinada aventura.