El policía protagonista en 'Thunder road', de Jim Cummings / MOVISTAR

El policía protagonista en 'Thunder road', de Jim Cummings / MOVISTAR

Cine & Teatro

Jim Cummings es de traca

Jim Arnaud es el policía en 'Thunder road', una curiosa tragicomedia financiada a través de un 'crowdfunding'

28 octubre, 2020 00:00

Jim Arnaud, un policía de Austin, Texas, acude al funeral de su madre y, en el momento de pronunciar unas sentidas palabras sobre la autora de sus días, intenta reproducir en un ridículo radio casete de color rosa la canción preferida de la difunta --Thunder road, de Bruce Springsteen--, que ésta le cantaba cuando era pequeño. Lamentablemente, el aparato no funciona y no hay manera de que la gente pueda escuchar la canción del Boss. Jim, que la oye en su mente, opta entonces por ponerse a bailar de manera espasmódica y grotesca ante una audiencia pasmada por su desfachatez. A alguien de los allí reunidos se le ocurre la brillante idea de grabar con su teléfono móvil la bochornosa coreografía del pobre Jim, que acaba colgada en la red y exponiendo a su protagonista a un oprobio mezclado con serias dudas sobre su salud mental. A partir de ahí, todo va de mal en peor para el pobre poli, cuya vida ya se estaba desmoronando antes de su grotesca performance y ahora parece haber recibido la definitiva puntilla.

Así arranca Thunder road, extrañísima tragicomedia y cima de ese post humor que en España practica Juan Cavestany y en Francia Quentin Dupieux, un subgénero en el que lo mismo que te hace reír te puede hacer llorar y cuya eficacia se basa en un cultivo tan hábil como extravagante de la vergüenza ajena. Thunder road (2018) parte de un cortometraje del mismo título rodado dos años antes y el espectador español la puede encontrar sepultada en el archivo de Movistar, donde dudo mucho que encabece ningún ranking de visualizaciones. El responsable se llama Jim Cummings, un tipo nacido en Nueva Orleans hace treinta y cuatro años, quien ejerce de guionista, montador, músico, director y protagonista de este fascinante engendro financiado a través de un crowdfunding en Kickstarter del que salieron los cerca de 200.000 dólares que costó la broma. Evidentemente, estamos ante una propuesta que ningún estudio de Hollywood habría producido jamás y cuya existencia es prácticamente un milagro: la mezcla de géneros suele ser considerada por las majors como veneno para la taquilla, y las secuencias en las que el espectador duda entre echarse a reír o a llorar siembran el desconcierto entre los altos ejecutivos y el público por igual. Thunder road requiere, pues, una audiencia tan especial como escasa.

Un pobre desgraciado

Lo que se nos cuenta es la historia de un buen chico aquejado de una torpeza inverosímil. Se metió en la policía para proteger y servir, como dice el lema del cuerpo, y esa misma actitud le llevó a casarse y formar una familia. Pero, como dice el refrán anglosajón, No good deed goes unpunished (Ninguna buena acción se queda sin su castigo), y el pobre agente Arnaud se ve ridiculizado en su trabajo (por culpa de un incomprendido homenaje a su madre muerta) y rechazado por su ex mujer, que no ve la hora de mudarse a otra ciudad para librarse de él, y por su hija, que siente en su compañía una vergüenza permanente. Hasta su compañero de patrulla, que lo aprecia, siente a veces la urgente necesidad de partirle la cara. Jim es lo que se conoce como un pobre desgraciado, pero hay algo enternecedor en sus siempre fallidos intentos de estar a la altura de lo que se espera de él, aunque la humanidad (incluido el espectador) se ría en su cara de la mala pata con que lo hace todo.

Thunder road es una comedia, pero también un drama que roza en ocasiones la pesadilla. Jim nos hace reír y nos hace sufrir. Empezamos pensando que es un majadero y acabamos cogiéndole cariño: si pudiéramos, le daríamos una oportunidad más, aunque lo más probable es que la volviese a cagar. Una vez vista la película, eso sí, el inútil de Jim Arnaud se nos ha quedado en la mente y en el corazón. Nos gustaría que algún día las cosas le fueran bien, pero, francamente, lo dudamos.

Jim Cummings ha conseguido estrenar su segundo largometraje en este año del coronavirus, aunque no tengo la impresión de que vaya a llegar próximamente a los Verdi o los Renoir. Se titula The Wolf of Snow Hollow y transcurre en una estación de esquí del estado de Utah por la que ronda un peligroso hombre lobo al que deben enfrentarse el sheriff de la localidad (Cummings) y su padre, el sheriff anterior (Robert Forster en el último papel de su vida). Por lo que he leído al respecto, el tono es similar al de Thunder road, pero con elementos paranormales y efectos especiales que, según el autor, igual han salido algo cutres por culpa del bajísimo presupuesto habitual. Puede que se materialice un día de éstos en Movistar o en alguna otra plataforma. Pienso estar atento.

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