Asquerosamente asqueroso
La gran pregunta que surge con la serie sobre Epstein en Netflix es si se suicidó o lo eliminaron para que no largara
6 junio, 2020 00:00El diez de agosto de 2019, el magnate Jeffrey Epstein apareció ahorcado en la celda del caótico correccional de Nueva York en la que lo habían aparcado a la espera de destino definitivo en la penitenciaría correspondiente. Tras haberse salido de rositas unos años antes, esta vez, en pleno auge del movimiento Me Too, la justicia se tomó las cosas en serio, las víctimas del millonario explicaron todo lo que les había hecho y, por primera vez en su vida, el dinero no iba a salvarle de las acusaciones de abuso y tráfico de chicas menores de edad, y se confiaba en que, aunque solo fuera para aligerar su condena, pusiera nombres a sus amigos y clientes, a todos los ricachones que habían disfrutado de su mercancía y que, como él, eran sendos pilares de la sociedad. Un oportuno suicidio (no se sabe si se suicidó o si lo suicidaron), puso fin a toda la historia. Muerto el perro, se acabó la rabia. Muerto el cerebro de una red de explotación sexual de menores, quienes disfrutaron de ella pudieron descansar tranquilos.
La serie documental de Netflix Asquerosamente rico (Filthy rich) resume en cuatro capítulos que ponen los pelos de punta las andanzas del señor Epstein en el transcurso de su larga obsesión por la carne fresca. Epstein sale muy poco en pantalla, y cuando lo hace es para acogerse a la quinta enmienda --o a la cuarta, o a la séptima, la que más le convenga en ese momento-- para no responder a las preguntas del fiscal. Las que sí salen son unas cuantas de sus víctimas, a las que el monstruo elegía siempre por si vulnerabilidad: chicas de familias desastrosas, muchachas violadas por su propio padre, menores con baja autoestima en busca de un poco de respeto e interés….Ése era el enorme terreno de caza del señor Epstein, secundado por una especie de novia, Ghislaine Maxwell, hija del magnate británico de la prensa venido a menos y muerto en su yate en circunstancias sospechosas, quien le ayudaba a cazar sus presas y si había que participar en su violación, pues se apuntaba y aquí paz y después gloria (ésta sí que se ha salido de rositas, no se entiende muy bien cómo: regresó a Inglaterra y no se ha vuelto a saber nada de ella).
Epstein empezó su carrera de asesor financiero timando a diestra y siniestra, pero no solo se las apañó para no pagar por ello, sino que llegó a acumular una fortuna desquiciada que le permitía tener casas en Nueva York, París, Nuevo México, Palm Beach y una de las islas George, que era suya, directamente, toda la islita. Su lista de amigos era impresionante, de Donald Trump a Woody Allen pasando por Bill Clinton, quien viajó 26 veces a bordo del jet privado del magnate en dirección a su isla, aunque luego lo negara. La primera vez que lo trincaron, se libró gracias al fiscal Alexander Acosta --que luego fue ministro de justicia en la administración Trump-- y al FBI, que se pasó por el forro un alud de pruebas incriminatorias. Con el Me Too se le acabó la suerte y acabó como acabó.
Asquerosamente rico está dirigida por Lisa Bryant y cuenta como productor ejecutivo con el escritor de thrillers James Patterson, creador del personaje de Alex Cross, cuyas aventuras han sido llevadas a la gran pantalla con Morgan Freeman en el papel principal. Como el mal nos resulta fascinante cuando no nos afecta personalmente, Filthy rich se presta a ser vista de un tirón porque no siempre tiene uno la oportunidad de ver a un monstruo real en directo. Lamentablemente, como suele decir la policía, queda gente por detener, gente que respiró aliviada ese día de agosto de 2019 en el que su proveedor de carne fresca se suicidó de una manera inverosímil, como asegura un forense que aparece en la serie. ¿Se suicidó Epstein o lo eliminaron para que no largara? Todo parece apuntar a esta segunda posibilidad, pero no se detecta mucho interés en la justicia norteamericana por seguir investigando.