Un fragmento de 'En la ciénaga', una serie de crímenes en el bosque, en la Polonia de los años ochenta / Netflix

Un fragmento de 'En la ciénaga', una serie de crímenes en el bosque, en la Polonia de los años ochenta / Netflix

Cine & Teatro

Los crímenes del bosque

Con la serie 'En la ciénaga' estamos ante una mezcla de thriller tradicional y drama costumbrista sobre lo que alguien denominó el alma del hombre bajo el socialismo

18 abril, 2020 00:00

Una pequeña ciudad de provincias en la Polonia comunista de principios de los años 80. Aparecen en un bosque los cadáveres de una prostituta y un miembro destacado del régimen, el jefe de las Juventudes Socialistas de la localidad. Un crimen molesto para las autoridades, que se apresuran a echar tierra sobre el asunto cargándole los muertos al novio de la furcia: cuanto antes se olvide la inoportuna manera de morirse adoptada por el preboste, mejor. Lamentablemente para los intereses del régimen, y para ellos mismos, dos periodistas del diario local observan que hay algo que chirría, como solía decir el comisario Maigret, y se ponen a investigar el asunto, con entusiasmo por parte del joven profesional y cierto fatalismo de comunista a su pesar por parte del veterano. Ese es el punto de partida de En la ciénaga (Rojst), miniserie en cinco capítulos de hace un par de años que ahora ha colgado Netflix en su parrilla. 

Estamos ante una mezcla de thriller tradicional y drama costumbrista sobre lo que alguien denominó el alma del hombre bajo el socialismo. Excelentemente ambientada, En la ciénaga transmite a la perfección esa sensación de tristeza vital que distinguió a los países de la órbita soviética durante años y que a día de hoy sigue sin desaparecer del todo. El curtido periodista Witold Wanycz (Andrzej Seweryn) solo piensa en marcharse de su ciudad cuanto antes, motivo por el que ahorra dinero que la turbia dueña de una boutique le cambia por dólares.

Meter la nariz donde no debe

Carente de familia y acostumbrado al trato con prostitutas tan tristes como su entorno, Witold habla de plantarse en Berlín Occidental y, a partir de ahí, ya verá qué hace. Su protegido, el joven Piotr Zarzycki, hijo de un mandamás del régimen y desterrado a provincias por haber investigado lo que no debía en su Cracovia natal, tampoco anda muy sobrado de ilusiones, pero, por lo menos, cuenta con una dulce esposa embarazada y con el deseo de hacer bien su trabajo caiga quien caiga. Mientras la investigación avanza a trompicones, la principal preocupación de Wanycz consistirá en evitar que maten al joven Zarzycki por meter la nariz donde no debe.

Si como thriller tradicional esta miniserie no pasa de la corrección, la mezcla del relato policial con el retrato de una sociedad castrada y sin ilusiones hace de En la ciénaga un producto interesante, singular y que no suele encontrarse en las plataformas de streaming. Dirigida por Jan Holoubek y escrita por el propio Holoubek y otros tres caballeros de nombre impronunciable que me abstengo de citar aquí porque, al igual que a mí, me temo que no le sonarán de nada al querido lector, En la ciénaga se aparta del gran drama del comunismo para centrarse en las pequeñas miserias morales de la vida cotidiana en un entorno frío y hostil en el que todo ciudadano está permanentemente bajo el control de las autoridades, frecuentemente en connivencia con mafiosos locales y gentuza en general, cuya labor no se obstaculiza (y de la que, a poder ser, se saca tajada) porque la prioridad es hacerles la vida imposible a los desafectos al régimen, como el joven Zarzycki, un idealista que en un par de décadas acabaría convertido en el veterano Wanyckz de no mediar la caída del comunismo a finales de los años ochenta.

Una caída que, intuimos, pilló ya muy mayor y muy cansado a ese hombre que aspiraba a llegar a Berlín Occidental para intentar dejar de echar su vida a los cerdos en sus últimos años de vida.