Sangre en la nieve
Brot, la nueva serie de Netflix, deja claro que los paisajes de Islandia y los nórdicos en general son ideales para el thriller y triunfa lo siniestro
21 marzo, 2020 00:00Nueva (e interesante) muestra de Nordic Noir en Netflix, Brot --Los asesinatos del Valhalla-- (Brot, que no se qué quiere decir, dado mi desconocimiento total de la lengua islandesa, pero un idioma en el que policía se dice lögreglan, vaya usted a saber lo que significa brot). Los paisajes de Islandia, como los de los países nórdicos en general, son ideales para el thriller: el sol no brilla ni de día, todo está permanentemente nevado y lo siniestro encuentra en ellos un caldo de cultivo sensacional.
En la línea de las estupendas novelas de Arnaldur Indridasson, Los asesinatos del Valhalla no le hace ascos a lo siniestro ni a lo desagradable, y sus protagonistas son seres tan atormentados como el comisario Erlendur de Indridasson: Kata (Nina Dogg Filipusdottir) es una inspectora divorciada de un médico y preocupada por un hijo adolescente más bien rarito; Arnar (Björn Thors) es un islandés integrado en la policía de Oslo que regresa a su país de origen para echarle una mano a Kata en el esclarecimiento de unos extraños crímenes que parecen tener cierta relación con un correccional cerrado años atrás y en el que pudieron pasar cosas atroces (su drama personal, aparte de una homosexualidad mal asumida, es de origen familiar, por la pertenencia de su entorno a una secta religiosa estricta, intolerante e inhumana).
La investigación transcurre en un ambiente frío, oscuro y opresivo que ya es una seña de identidad del Nordic Noir, aunque aquí no hay ni una sola concesión irónica u humorística al espectador, como si ocurría en la joya de la corona de este subgénero, la serie sueco--danesa El puente.
Un país en el que nunca te quedarías
Quien se enfrente a Los asesinatos del Valhalla, debe saber que estamos ante un drama criminal sin paliativos de ningún tipo y con un fuerte componente social: para no incurrir en el spoiler, me limitaré a decir que lo que ocurrió en el reformatorio Valhalla fue convenientemente ocultado por las autoridades porque sus responsables ocupaban altos cargos en la escala social y estaban dispuestos a todo para salirse de rositas.
Dividida en ocho episodios, Los asesinatos del Valhalla exige concentración al espectador porque no sobra ni una secuencia ni un plano. Puede que muchos la encuentren excesivamente negra y siniestra. Tampoco es tan fácil empatizar con Kata y Arnar como lo era con el poli hogareño y la inspectora con síndrome de Asperger de El puente, pero el producto vale la pena y resulta tan inquietante como absorbente.
De acuerdo, Los asesinatos del Valhalla es como uno de esos países que apetece visitar, pero en los que nunca te quedarías a vivir. Pero no es de extrañar: sucede en Islandia, un sitio en el que, como decía un personaje de la película de Baltasar Kormakur 101 Rejkjavik, solo viven los que ya nacieron allí. Más John Grant, que se fue para allá huyendo de Sinead O´Connor, quien le había pedido públicamente que la sodomizara, y creo que todavía no ha vuelto.