Al Pacino y Logan Lerman, en 'Hunters' / Amazon

Al Pacino y Logan Lerman, en 'Hunters' / Amazon

Cine & Teatro

Al Pacino y sus nazis

El primer episodio de 'Hunters' resulta engañoso porque, como se dice en Hollywood, es tan malo que acaba siendo bueno

29 febrero, 2020 00:00

La nueva serie de Amazon Hunters, sobre un grupo de cazadores de nazis establecido en la Nueva York de 1977, no ha empezado con muy buen pie. Desde el Memorial de Auschwitz ya se han quejado de la falta de rigor histórico de la propuesta, señalando en concreto una secuencia carente del menor asomo de verosimilitud en la que un oficial nazi juega al ajedrez utilizando como piezas a los internos de su campo de concentración, a los que ejecuta en cuanto cae la figura a la que representan. Cómo se nota que los del Memorial no pasaron del primer episodio, pues en los siguientes hay burradas aún mayores: otro oficial que pone a cantar a los presos y los elimina cuando se olvidan de la letra o desafinan; un grupo de músicos judíos que interpreta bonitas tonadas arias para solaz de su guardián del campo hasta que se les va la olla y se lanzan a tocar el Hava Naguila, momento en el que el boche canalla les vuela la cabeza uno a uno; y las que vendrán, me temo, a partir del capítulo cuatro, que no pienso ver de ninguna de las maneras.

El primer episodio de Hunters resulta engañoso porque crees estar ante uno de esos productos que, como se dice en Hollywood, es tan malo que acaba siendo bueno. El creador de la serie, David Weil --cuya abuela pasó por Auschwitz, pero es evidente que el chaval no aprendió nada de ella--, se acerca a las complejas relaciones entre nazis y judíos como lo haría un crío de doce años que acaba de ver Malditos bastardos, de Quentin Tarantino, y la ha entendido al revés.

Consciente de que los gentiles ya estamos un poco aburridos de las historias de nazis, el hombre ha optado por fabricar un inmenso disparate pop ambientado en Nueva York en1977, en plena campaña veraniega del asesino en serie conocido como El Hijo de Sam. La idea podría haber tenido su gracia --los cazadores de nazis son como la Patrulla X y su jefe se parece más al Profesor Xavier que a Simon Wiesenthal-- de no estar llevada a la práctica con la ignorancia y la desfachatez mostradas por el señor Weil a la hora de mezclar géneros y de intentar captar al público juvenil --o, simplemente, frívolo y sin ningún interés por el Holocausto-- a base de guiños a la cultura pop y tarantinadas intempestivas.

Todo en Hunters es de cartón piedra, salvo el campo de concentración de los flashbacks, que da el pego. Los nazis son unos monstruos de tebeo de la Marvel sin la más mínima humanidad, lo cual demuestra que el señor Weil, además de no prestar mucha atención a las historias que le contaba su abuela, tampoco está familiarizado con un término que acuñó Hannah Arendt: la banalidad del mal. Los cazadores son estereotipos ridículos, hasta hay una negra como las de la blaxploitation cinematográfica de los años 70, y su jefe, interpretado por un Al Pacino histriónico y sobrado, es un ricachón justiciero que ha descubierto que Estados Unidos bulle de nazis infiltrados que preparan el Cuarto Reich, cosa que él piensa impedir personalmente con la ayuda de su equipo, que es como el de Misión Imposible, pero en versión concienciada.

 Aunque el Holocausto es un tema que no se presta a muchas bromas, Hunters podría haber tenido su gracia de no haber sido concebida por un merluzo como David Weil, que pretende facturar una visión alternativa e ingeniosa de un drama humano y solo consigue elaborar una espectacular broma pesada. La cosa funciona como chiste únicamente en el primer episodio. A partir del segundo, la trama se precipita en una acumulación de memeces sin gracia alguna que, cuando abandoné el visionado a mediados del capítulo tres, no parecía tener intención de enmendarse. Eso sí, si alguien tiene el cuajo de montar en Broadway un espectáculo titulado Auschwitz: The Musical, con sus nazis bailando y sus judíos cantando alegres de camino al horno crematorio, ése es David Weil.

Nota para el Memorial de Auschwitz: ¿A ustedes les parece normal que, estando Hollywood a rebosar de actores judíos, le caiga el papel de Meyer Offerman, el gran cazador de nazis, a un italiano como Pacino, cuyo acento yiddish da risa y ofende hasta a los gentiles?