Cuando una extraña lo sabe todo de ti
'No hables con extraños', basada en las novelas del norteamericano Harlan Coben, y emitida por Netflix, crea una fascinante telaraña de desgracias, mentiras y engaños
15 febrero, 2020 00:00El escritor norteamericano Harlan Coben factura unos thrillers apasionantes y absorbentes que se olvidan a los dos días de haberlos leído, pero mientras te encuentras metido en ellos, no hay nada en el mundo que te interese más. Sus libros son carne de adaptación audiovisual, pero muy pocos han sido llevados al cine o a la televisión y nunca en su país de origen. Los franceses hicieron una buena película a partir de No se lo digas a nadie, y los ingleses se acaban de marcar una serie estupenda con la inédita en España The stranger, que Netflix ha rebautizado entre nosotros como No hables con extraños, y que he disfrutado enormemente gracias a no recordar prácticamente nada del original, más allá de la magnífica premisa inicial: una chica se te acerca, te informa de que conoce un secreto tuyo, te chantajea (o no, a veces lo hace obedeciendo a su peculiar sentido de la justicia) y te amarga la existencia de una manera que jamás habrías imaginado.
Es lo que le sucede al protagonista de No hables con extraños y a varios personajes secundarios. Cuando se te acerca la muchacha de la gorra de béisbol, ya puedes despedirte de la vida tal como la concebías hasta entonces. Es lo que le sucede al abogado que interpreta Richard Armitage cuando ella le dice que un reciente embarazo de su esposa era falso y coincidió con una infidelidad suya con otra leguleya. Ir por ahí soltando verdades puede entrañar ciertos riesgos, evidentemente, pues todo depende de la víctima elegida. En el caso de nuestro abogado, su mujer desaparece después de que éste le informe de que está al corriente de su trapisonda reproductora y no sabremos qué fue de ella hasta el décimo y último capítulo de la serie.
No les voy a contar las demás maniobras de la chica de la gorra porque después todo son acusaciones de practicar el spoiler, pero No hables con extraños aborda diversas maniobras dañinas a la vez, creándose una fascinante telaraña de desgracias, mentiras y engaños en la que todos los atrapados en ella tienen algo que ocultar, hasta quien menos lo parece. Ideal para tragársela durante unos pocos días, No hables con extraños es tan adictiva y pone tan nervioso como el libro en que se inspira, sobre el que se ha permitido algunas licencias, aunque manteniéndose absolutamente fiel al espíritu de su autor. Sigo sin entender por qué Hollywood no se fía más de este novelista de New Jersey, pues merecería un tratamiento señorial como el que recibe Stephen King, pero mientras las adaptaciones de sus libros sean tan buenas como No hables con extraños, me da igual de donde procedan.
A destacar la presencia de Siobhan Finneran en el papel de una inspectora de policía al borde del divorcio y la de un cada día más excéntrico Stephen Rea interpretando a un poli jubilado amigo del protagonista que también, mire usted por donde, guarda un secreto, ¡y de los gordos! Quedo a la espera de la próxima adaptación de un texto del señor Coben, que nunca ha vendido mucho en España, pese a que se le concedió el premio RBA, y del que tuve el placer de traducir unas cuantas novelas que disfruté tanto como cuando las había leído: me encanta olvidarlas poco después de haberlas terminado porque me permiten disfrutar de ellas más de una vez.