Imagen de la serie 'The Sinner'

Imagen de la serie 'The Sinner'

Cine & Teatro

Otro crimen incomprensible

La segunda temporada de 'The sinner' no puede pasar desapercibida o ser considerada un intento baldío de seguir sacándole jugo a una naranja que ya no da más de sí

24 noviembre, 2018 00:00

En un principio, The sinner iba a ser una miniserie de ocho episodios con su exposición, su nudo y su desenlace. Basada en la novela homónima de Petra Hammesfahr, The sinner empezaba con un crimen incomprensible, carente de la menor lógica: un día, en la playa, una joven madre de familia (Jessica Biel) asesina a puñaladas a un tipo que está unas toallas más allá y al que, en teoría, no conoce absolutamente de nada. Intuyendo que un crimen así es absurdo, el inspector Harry Ambrose (Bill Pullman, que está envejeciendo la mar de bien) se obsesiona con el asunto y no para hasta descubrir a qué se debió ese súbito ataque a un supuesto desconocido por parte de una inofensiva madre de familia cuya salud mental, aunque algo perjudicada por acontecimientos del pasado, está fuera de duda. La miniserie era excelente y la idea era ésa, que se quedara en una miniserie excelente. Pero el productor propone y el espectador dispone: The sinner --aunque no fue lanzada precisamente a bombo y platillo, sino colgada discretamente en Netflix-- tuvo una audiencia más que notable; la gente se había quedado con ganas de más; y aunque no había más material literario que adaptar, se disponía de un personaje soberbio, el inspector Harry Ambrose, capaz de protagonizar nuevas aventuras para la televisión.

Dicho y hecho. Bastaba con conservar el impactante punto de partida --un crimen que, aparentemente, carece de explicación-- y poner a currar al bueno de Harry para encontrársela al final de los ocho episodios correspondientes. Así se ha fabricado la segunda y espléndida temporada de The sinner, en la que unas muertes que no vienen a cuento --un crío de 13 años, de viaje a las cataratas del Niágara con sus padres, envenena a estos con sendas tazas de té aromatizadas al estramonio-- llaman la atención de Ambrose, especialista en darles la vuelta a unos casos que aparentemente están clarísimos desde un buen principio. Lo primero que descubre es que los adultos envenenados no eran los padres del muchacho. La parada en las cataratas del Niágara solo era un alto en el camino. La supuesta excursión familiar era, en realidad, una fuga en toda regla de una extraña comuna dirigida por una iluminada (Carrie Coon, a la que hemos visto en Fargo y The leftovers) que asegura ser la madre del niño…

Y ahí lo dejo, que luego me acusan de disfrutar sádicamente con los spoilers. A fin de cuentas, la principal intención de esta reseña es ayudar a que esta segunda temporada de The sinner no pase desapercibida o sea considerada un intento baldío de seguir sacándole jugo a una naranja que ya no da más de sí. Esta segunda temporada es tan buena como la primera, y el personaje que interpreta Bill Pullman --y que lleva su propia cruz a cuestas, desde la infancia junto a una madre permanentemente deprimida-- es ya uno de los más complejos e interesantes del actual panorama del thriller audiovisual.