Hugh Grant y Ben Whishaw en 'Un escándalo muy inglés' / BBC

Hugh Grant y Ben Whishaw en 'Un escándalo muy inglés' / BBC

Cine & Teatro

Un escándalo muy inglés

La BBC y Stephen Frears revisitan el 'caso Thorpe' de forma brillante con la miniserie 'A very english scandal'

1 septiembre, 2018 00:00

Jeremy Thorpe fue el político más joven que consiguió llegar a la presidencia del Partido Liberal británico, ese partido que descalabró no hace mucho Nick Clegg al aceptar el abrazo del oso de David Cameron. Tal cosa sucedía a mediados de los años 60, cuando la homosexualidad acababa de ser despenalizada sin que el señor Thorpe --hombre de orden que llevaba una doble vida de marido ejemplar y visitante de urinarios a altas horas de la noche-- contribuyera lo más mínimo a ello. Thorpe solo pensaba en su carrera política, en la que su condición sexual no tenía cabida si pretendía llevar a cabo sus ambiciosos objetivos.

En 1961, durante un fin de semana en casa de un amigo ricachón, Jeremy Thorpe se encaprichó de un joven mozo de establos llamado Norman Josiffe, un buen chico, algo simplón, que se enamoró de él y, tras ser abandonado por el político, se convirtió en su peor pesadilla, llegando al extremo de informar a la madre y a la esposa de éste de la relación carnal mantenida por ambos. Thorpe le tenía cierto cariño porque era, prácticamente, el primer amante fortuito que no le robaba, no le partía la cara o las dos cosas a la vez. Y porque Norman, de acuerdo, era un pelmazo, un blandengue que se echaba a llorar a las primeras de cambio y un iluso delirante convencido de ser el hijo abandonado de algún aristócrata libertino; pero también era un tipo tierno y cariñoso que creía, como Blanche Dubois, en la amabilidad de los extraños. Pese a todo, llegó un momento en el que Thorpe ya no pudo más con él y encargó su asesinato a unos delincuentes chapuceros que no consiguieron eliminar al pobre Norman, que entonces se convirtió en el principal testigo de cargo en el juicio contra el político liberal, del que se salió de rositas, pero no volvió a levantar cabeza en su profesión.

Esta es la entretenida y tragicómica historia que cuenta A very english scandal, una miniserie de la BBC dirigida por Stephen Frears que no emite ninguna de las plataformas a las que estoy suscrito --Movistar, Netflix y HBO--, lo cual me ha obligado a hacerme con el DVD editado en Inglaterra. Les aseguro que han sido diez libras muy bien invertidas. Para empezar, el caso Thorpe --tal y como se nos presenta-- viene a ser la versión bufa del caso Profumo, dándole la razón a Marx cuando dijo aquello de que la historia se repite y que lo que la primera vez es una tragedia, la segunda es una farsa. Para continuar, los protagonistas están que se salen: Hugh Grant, en el papel de Thorpe, ofrece la mejor interpretación que le he visto en toda su carrera, y Ben Whishaw, el último Q de las películas de James Bond, está francamente brillante dando vida a ese ingenuo tontaina cuyo sentido de la justicia le lleva a acabar --sin realmente pretenderlo: él solo quería un poco de respeto y de cariño-- con la carrera de un político propulsado hacia la gloria.

Aunque la historia es, en sí misma, un drama, el guionista Russell T. Davies --que parte de un libro de John Preston-- ha optado por un humor ligero, elegante y un pelín siniestro que convierte A very english scandal en una comedia negra muy en la línea de las primeras novelas de Evelyn Waugh. Y, por cierto, el único que sigue vivo de toda esta ordalía es su principal instigador: en los créditos finales se nos informa de que el bueno de Norman vive retirado en la campiña británica con la agradable compañía de once perros.