Después de la catástrofe

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Cine & Teatro

Después de la catástrofe

'La zona' es un dignísimo intento español de jugar en la misma liga que las series de países como Francia o Alemania

11 noviembre, 2017 00:00

Por fin una propuesta con cierta ambición en la ficción audiovisual española: La zona, creada por Jorge y Albert Sánchez Cabezudo, es --a tenor de lo visto hasta ahora-- un dignísimo intento de jugar en la misma liga que países como Francia o Alemania, que últimamente se han puesto las pilas en el apartado series (pensemos, por ejemplo, en Braquo y Babylon Berlin).

La zona adopta el formato de thriller vagamente apocalíptico: tres años después de que una fuga en una central nuclear causara un número elevado de muertos y heridos, un policía que escapó milagrosamente al contagio (Eduard Fernández, excelente en su contención) se reincorpora al trabajo y lo primero con lo que se encuentra es un cadáver desnudo, colgado boca abajo en una especie de almacén abandonado. Adicto a los ansiolíticos --perdió a un hijo en la catástrofe y nada sabemos de su esposa (Emma Suárez)--, el inspector Uría vive un romance desangelado con otra superviviente (una doctora interpretada por Alexandra Jiménez). De hecho, sobrevivir parece la principal actividad de todos los personajes de esta historia. Curiosamente, es la aparición de un muerto lo que le hace ver a Uría que la vida, a su manera, sigue, y que alguien debe encargarse de aclarar ese crimen tan truculento.

Un guion que engancha

En una televisión dominada por comedias de dudosa gracia, resulta muy de agradecer una propuesta como La zona, que cuenta con un guion que engancha, una dirección eficaz y un presupuesto elevado, para lo que es normal por estos pagos. La principal pega que se le puede encontrar consiste en que algunos de los actores secundarios son más malos que la tiña y, aunque solo tengan una secuencia, hacen todo lo posible para cargársela. Aunque también es verdad que ese es un problema eterno del cine español que no suele darse en otras latitudes, como demuestran esas series británicas en las que hasta el actor que menos sale cumple su cometido a la perfección.

En cualquier caso, los secundarios ineptos no consiguen cargarse una serie como La zona, que se sigue con interés y que, de momento, ha logrado establecer un equilibrio ejemplar entre la parte policial y la meramente humana: gracias a la buena labor de Eduard Fernández, el espectador puede interesarse sinceramente por las desgracias del inspector Uría. Confiemos en que la audiencia se porte y sean posibles nuevas producciones como ésta: ya va siendo hora de que la ficción nacional alcance su edad adulta.