Horror en el paraíso
'Tin star', la serie protagonizada por Tim Roth, engancha al espectador desde el primer episodio
23 septiembre, 2017 00:00Una de las mejores descripciones del alcoholismo que he oído en mi vida la escuché hace unas noches de boca de Tim Roth, el actor británico que protagoniza la nueva serie de Movistar Tin star (La estrella de hojalata): "Nací asustado, crecí asustado y no dejé de estar asustado hasta que empecé a beber. Lamentablemente, luego todo se torció". Tin star transcurre en un idílico villorrio canadiense al que ha llegado un policía inglés escapando de las tensiones de Londres. En teoría, el cargo de sheriff en un pueblo le permitiría vivir una vida apacible, mantener a raya a sus demonios y ver crecer a sus hijos en un entorno seguro. En la práctica, y ya en el primer episodio, la familia sufre un asalto a manos de un pistolero que, pretendiendo eliminar al poli que interpreta Roth, solo consigue cargarse a su hijo de cinco años. Pocos primeros episodios de una serie han tenido un comienzo tan duro y contundente.
¿Quién está detrás del atentado? En apariencia, un jovenzuelo descerebrado que forma parte de una pandilla de matones ingleses trasplantados a ese rincón de la antigua colonia. Pero, ¿para quién trabaja esa pandilla? De momento, no hace falta ser un lince para intuir que la compañía petrolífera que pretende instalarse en la zona, ante la oposición de ecologistas y algunas fuerzas vivas de la localidad, no es muy de fiar y parece dispuesta a eliminar todos los obstáculos que le pudieran salir al camino. ¿Empezando por el sheriff del pueblo? Aún no lo sabemos, pues nos hemos quedado en el segundo episodio, pero algunos estamos ya absolutamente enganchados a esta serie cuyo inicio es de una crudeza brutal.
Con elementos del nordic noir y del western --Tim Roth está, realmente, solo ante el peligro--, Tin star constituye una original vuelta de tuerca al género policial, así como la prueba de que el horror de la existencia puede manifestarse hasta en los lugares más insólitos. De momento, su protagonista ha vuelto a la bebida y nadie puede culparle de ello tras haber esquivado la bala que acabó con la vida de su hijo. Intuimos un crescendo de violencia que puede alcanzar cotas notables al final de la temporada: no se le jode la vida a alguien como el sheriff de ese imaginario pueblo canadiense sin que haya consecuencias, y si el hombre sobrevivió al infierno que él mismo se construyó con el alcohol, algo nos dice que también se impondrá al que otros le han fabricado.