Katherin Kröne, 1959 ©rchivo Leopoldo Pomés

Katherin Kröne, 1959 ©rchivo Leopoldo Pomés

Artes

El fotógrafo de la 'gauche divine' que amaba a las mujeres

La exposición 'Leopoldo Pomés, después de todo', en el Museo Cerralbo de Madrid, rinde homenaje al desaparecido fotógrafo y publicista, creador de las burbujas Freixenet

25 julio, 2021 00:00

“Buscaba la luz que no echaba sombras. Una luz blanca que lo envolviera todo”. Karin Leiz, la que fuera su mujer, musa y compañera, además recuerda cómo “un día me llamó muy nervioso y me dijo: coge tu traje de baño blanco que nos vamos ahora mismo a la playa, que hoy es la luz perfecta”. Fue en Castelldefels donde la fotografió de espaldas frente a un mar y sobre unas arenas también blanquecinas. Tras la sesión de fotos se quedó en silencio, ella supo en aquel momento que “había conseguido por primera vez de forma rotunda eso que buscaba”. Esa imagen es una de las 81, una treintena inéditas, que han seleccionado la propia Karin junto a Juliet Pomés, la hija de ambos, para exhibirlas hasta el próximo 12 de septiembre en el palacete madrileño del Museo Cerralbo.

Como país hemos disfrutado, en numerosas ocasiones, del extraordinario talento creativo de Leopoldo Pomés. Seguro que muchos recuerdan el famoso spot publicitario, de una conocida marca de brandy, en el que una sensual Lady Godiva sesentera cabalgaba a lomos de un doncel blanco por una límpida playa. Margit Kocsis, así se llamaba la modelo, no trotaba desnuda como sí lo hiciera la legendaria dama, pero en la España de 1964 aquello supuso un soplo de aire fresco para una sociedad gris que olía a incienso y naftalina.

Imagen de Karin fotografiada por Pomés © Yolanda Cardo

Imagen de Karin fotografiada por Pomés © Yolanda Cardo

Cronista de la modernidad y bon vivant

Recordarán igualmente aquella época en que la Navidad no lo era oficialmente hasta que aparecían en los televisores unas pizpiretas y brillantes burbujas, las de Freixenet. Karin, su esposa, fue la primera de un luminoso reparto que acompañaban a celebridades de la talla de Gene Kelly o Liza Minnelli para desearnos unas felices fiestas. Él fue el creativo de la exitosa campaña que aún recordamos con nostalgia. Pero hubo muchas más, por ejemplo la ceremonia de inauguración del Mundial de Fútbol del 82 o la imagen de la candidatura de los Juegos Olímpicos que situó a Barcelona en el epicentro del mundo durante el verano de 1992.

Pero Pomés fue además partícipe y cronista gráfico del movimiento barcelonés que mezcló fiesta e intelectualidad en un flamante cóctel, al que el periodista Joan de Sagarra bautizó como la Gauche Divine. Bocaccio, el mítico local de la calle Muntaner, se convirtió a partir de 1967 en el centro neurálgico donde cada noche se daban cita una amalgama de artistas, editores, escritores, fotógrafos, cineastas, periodistas… Teresa Gimpera, Colita, Juan Marsé, Gabriel García Márquez, Carlos Barral, Terenci Moix, Gil de Biedma, Rosa Regás, Serrat, Vicente Aranda o Ricardo Bofill son algunos de los integrantes de este efervescente elenco de intelectuales ávidos de modernidad.

Solidaridad Nacional, 1957 ©Archivo Leopoldo Pomés

Solidaridad Nacional, 1957 ©Archivo Leopoldo Pomés

Una mirada renovadora, íntima y personal

El mismo afán renovador y cosmopolita que impregnó toda su vida, le llevo a fundar en 1970 junto al arquitecto Alfonso Milá uno de los locales más emblemáticos de toda Barcelona, el Flash Flash. “¿Y si montásemos juntos un restaurante de tortillas?”, así nació la famosa tortillería decorada, cómo no, con fotografías de Karin, cámara y flash en mano, que aún sigue siendo un referente en la ciudad.

En Leopoldo Pomés. Después de todo "descubrimos todas sus obsesiones: las mujeres, los agujeros negros y la ausencia de sombras, temas a los que volvió una y otra vez, de manera recurrente, a lo largo de toda su trayectoria. Otra de las señas de identidad de su trabajo era “la importancia que le daba a la composición dentro del rectángulo de papel. El encuadre, la disposición de los elementos en la foto, de alguna manera se acercaba un poco al diseñador gráfico”, resalta Juliet. Retratos de hermosas mujeres comparten espacio con otras imágenes que semejan grafismos. Lienzos en blanco donde figuras saturadas de negro juegan a ser fuentes tipográficas. Observamos también bellos paisajes, la mayoría urbanos, de ciudadanos anónimos en las calles de Barcelona porque decía que “la gente era lo que hacía que un paisaje fuera un paisaje”; y agujeros negros, que no eran otra cosa que ventanas a las que su innata curiosidad no podía evitar asomarse.

Un señor de Barcelona, 1960 ©Archivo Leopoldo Pomés

Un señor de Barcelona, 1960 ©Archivo Leopoldo Pomés

El señor de las burbujas

En un país al que le cuesta reconocer los logros propios, no es de extrañar que no fuera hasta 2018, apenas un año antes de su muerte, cuando se le concediera el Premio Nacional de Fotografía por sus numerosas contribuciones al mundo de la fotografía y de la publicidad “con una mirada renovada a la sociedad de su época”, destacaba por unanimidad el jurado.

Durante una entrevista en 2015 con un diario catalán bromeaba con el que podría ser su epitafio: “Aquí está el señor de las burbujas. Descanse doradamente”.