Fernando Vicente

Fernando Vicente ÒSCAR GIL Barcelona

Artes

Fernando Vicente: "Las ilustraciones de los libros no deben ser traducciones literales del texto"

El pintor madrileño, Premio Nacional de Ilustración, que expone hasta el 23 de noviembre en la Galería Jorge Alcolea de Barcelona, explica cómo ha redescubierto la pintura al óleo y el aprendizaje que ha significado hacer de copista en el Museo del Prado

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Premio Nacional de Ilustración en 2008, tiene a sus espaldas una carrera de cuarenta años. Muchas de sus ilustraciones se han convertido en icónicas. ¿Quién no ha visto su don Quijote tatuado o aquel cartel de la feria con una mujer a la que una flecha traspasa el libro que lleva entre las manos? Y, sin embargo, esta es la primera vez que Fernando Vicente expone en Barcelona. Lo hace en la Galería Jorge Alcolea -Sala Nonell–, donde encontramos algunas de sus recientes obras pictóricas, óleos en tabla y en tela; casi todos ellos retratos en los que apreciamos su estilo inconfundible. Un clasicismo en la composición de los personajes que contrasta con los piercings y tatuajes que decoran los cuerpos de las figuras retratadas, que se mueven entre la ingenuidad y la osadía. En la exposición encontramos ilustraciones de su Alicia en el país de las maravillas (Nórdica), Lo que el viento se llevó (Reino de Cordelia), El manifiesto comunista (Nórdica), Drácula (Reino de Cordelia) o las novelas de Sherlock Holmes (Alma editorial).

Su primera exposición en Barcelona….

Sí. Se debe a que en Madrid estoy en una galería –Jorge Alcolea– que tiene una segunda sede en Barcelona. Esto es estupendo porque así podemos exponer en las dos ciudades. Espero que sea la primera exposición de muchas. Tengo a mis espaldas cuarenta años de trayectoria y creo haber conseguido establecer una relación más que cordial entre mi trabajo como ilustrador y mi trabajo como pintor. Siempre he pintado con acrílico, porque me permitía utilizar las mismas herramientas tanto para pintar como a la hora de ilustrar. Era práctico:no requería pasar del papel al lienzo y viceversa: podía hacer una ilustración para El manifiesto comunista o un cuadro automáticamente. 

Fernando Vicente

Fernando Vicente ÒSCAR GIL Barcelona

Aquí nos encontramos con óleos.

Lo que sucedió es que, durante el confinamiento, nos quedamos encerrados en la sierra de Madrid, donde tenemos una casa y no tenía para ilustrar: ni papel, ni acrílico… Tenía una caja de óleos. Empecé haciendo retratos de mi familia, al modo de los retratos de época; por ejemplo, a mi hijo pequeño de veintiún años lo retraté como Napoleón cruzando los Alpes con el estilo de Jacques-Louis David, mientras que a mi hijo mayor le hice un retrato decimonónico con su cuello blanco, su traje… y con sus anillos y sus pendientes.

Como el don Quijote tatuado que pintó hace algunos años

Efectivamente. Yo soy bastante clásico en el fondo y en la forma, aunque no tanto en los colores. Al retratar un personaje en un estilo clásico, pero añadiéndole tatuajes, lo que consigo es agarrarlo y arrastrarlo hasta el presente. Siempre he visitado con mucha asiduidad el Museo de El Prado y ahora estoy como copista. En Navidades me operaron de la mano, así que como no podía pintar. Iba a El Prado y me daba mucha envidia ver a esos copistas. Así que me he dado el capricho de convertirme yo también en uno de ellos. Ser copista como una forma de rendir homenaje a la gran pintura clásica. El óleo me ha permitodo encontrar de nuevo el amor hacia mi profesión.

Roberto Bolaño

Roberto Bolaño FERNANDO VICENTE

¿Más que reencuentro no ha sido un primer encuentro con el óleo?

Ha sido casi un aprendizaje desde el principio porque no tiene nada que ver pintar con  acrílico, que es más espontáneo y seca de inmediato, a pintar con óleo, que tarda en secarse y exige contención.

¿Piensa utilizar el óleo a partir de ahora en sus ilustraciones?

Lo he intentado, pero es más rápido y más limpio el acrílico. Con el óleo necesitas una impresión en un papel muy bueno para que se vean los detalles, mientras que el acrílico es más gráfico en el sentido en que, con un fondo blanco, puedes hacer una ilustración con colores vivos de cualquier tipo, ya sea para Alicia en el país de las maravillas como para Cumbres borrascosas, donde, dicho sea de paso, una de las ilustraciones que hice es en óleo, pero no diré cuál. Haciéndola me di cuenta de que el óleo era muy engorroso para la ilustración: o preparas el papel, cosa que lleva tiempo, o utilizas lienzos o tablas, que, a su vez, tienes que preparar también con yeso para poder pintar encima. 

'Lo que el viento de llevó'

'Lo que el viento de llevó' FERNANDO VICENTE

Además de practicar con el óleo, ¿qué ha aprendido siendo copista?

Mucho. Estoy pintando obras de artistas que me gustan, como Velázquez o Van Dyck, que son palabras mayores. Me centro en la representación de personajes y en los retratos; busco copiar cuadros donde haya texturas de piel. Por ejemplo, ahora estoy pintando el Ipomenes y Atalanta de Guido Reni: es un fondo oscuro que pasa desapercibido con dos personajes llenos de músculo, de piel… Estoy aprendiendo no solo cómo pintar, sino también cómo se pintaba antiguamente. Con la exposición temporal El taller de Rubens he conocido a un chico que sabe mucho de técnica antigua. Estaba copiando un Rubens a tamaño original, algo que normalmente el museo prohíbe hacer para evitar las falsificaciones. Sin embargo, a él se lo han dejado hacer para mostrar el proceso de pintura de la época. Hasta el siglo XIX, que es cuando se pasa a pintar a la prima, buscando el color en la paleta y aplicándolo, los artistas hacían una grisalla, normalmente en tonos blanco y negro con colores de plomo, algo que está ahora prohibido por su toxicidad, de lo que iba a ser el cuadro. Ppintar un cuadro era un proceso larguísimo porque no había aceleradores de secado como los hay ahora y que permiten por la tarde pintar encima de lo que has pintado por la mañana.

En su web se define como autodidacta. Me ha contado que sigue aprendiendo a pesar de los años de profesión. ¿Cómo empezó?

De pequeño conocía una familia que eran como los Trapp, todos cantaban, tocaban un instrumento… Mi familia era algo parecido, pero con respeto a la pintura. Mi madre se ha puesto a pintar con 70 años y no sabes cómo pinta. Cuando éramos pequeños a mis tres hermanas y a mí nos sentaba en la mesa del comedor y nos ponía a pintar. Mis hermanas pintan muy bien. Yo he dibujado y he ido al Prado desde que era un niño. Mis padres eran tan asiduos que llegaron a conocer a los copistas por su nombre. 

Ortega y Gasset

Ortega y Gasset FERNANDO VICENTE

Esto me lleva a pensar que se puede aprender, pero que hay una predisposición, un talento o un don, llámese como se quiera, inicial.

Todo se puede aprender, pero esto que comentas es algo sobre lo que he hablado muchas veces con otros ilustradores y artistas. Para mí, lo que se debe tener es una intuición especial.

Usted empezó con la ilustración en revistas como Madriz 

-Empecé haciendo cómics. No me he sentido nunca capacitado para hacer guiones, así que empecé trabajando junto a gente que todavía hoy se dedica a este género, como Javier Olivares –Premio Nacional de Cómic–, Juan Berrio y muchos amigos más. En los años 80 decido que quiero pasar a la ilustración: cada viñeta para mí era una tortura china, así que al final terminé haciendo que una sola viñeta ocupara toda una página. Fernando Iwasaki dijo de mí que era un ilustrador que narraba, porque trato de que el dibujo sea de por sí un relato, es decir, que en las ilustraciones ocurran cosas, cuenten cosas… Lo que pretendo es que las ilustraciones de los libros tengan un discurso paralelo, no sean traducciones literales del texto.  

¿La ilustración llegó antes o convivió con la pintura desde el inicio?

Convivieron siempre, igual que la ilustración ha convivido con la caricatura. La primera vez que me pidieron que hiciera una dije que no. Nunca lo había hecho y estaba a punto de ser padre, pero, al final, la hice y ahora llevo más de 500.

'Mansfield-Park'

'Mansfield-Park' FERNANDO VICENTE

Algunas tan icónicas como la de Cortázar.

Y no porque yo me lo propusiera. Pero es cierto que la tumba de Cortázar está llena de ellas. Siempre he sido muy trabajador: me voy por la mañana wl estudio y me pongo a currar. Si no tengo ilustraciones, pinto.

Antes decía que, a la hora de ilustrar, no quiere que la ilustración sea una mera representación del texto. Pienso en su trabajo sobre el Drácula de Bram Stoker, donde lleva el texto a su terreno.

Lo mismo pasa con Alicia en el país de las maravillas. Al personaje de Alicia la he subido un poco de edad. Se trata de eso: llevar las cosas a tu terreno. ¿Para qué vas a representar Alicia si ya está mil veces ilustrada, si hay cómics, hay películas…? Al mismo tiempo, Alicia o Drácula son un bombón para cualquier ilustrador, eso sí, siempre que haga algo distinto. En el caso de Drácula traté de no representar al vampiro clásico que todos conocemos, sino que fuese otra cosa. Con Frankenstein ocurrió lo mismo. A mí me gusta la anatomía y, de hecho, colecciono libros de antiguos de este tema. Al leer la novela me di cuenta de que no se describe el laboratorio ni tampoco se cuenta cómo se hace Frankenstein. Aparece y ya está.

El Frankenstein de Boris Karloff no tiene nada que ver con el de la novela; en la película, además, van vestidos como de los años 40, que es cuando se hace la película… Además, en la novela no se nos describe Frankenstein, solamente hay un momento en que se nos dice que “apenas tenía piel que le cubriese los músculos”. Cuando leí esta frase pensé  que tenía que ir por ahí.  La situación fue distinta en el caso de Sherlock Holmes, del que he ilustrado todas sus novelas. ¿Cómo iba a representarlo sin levita? Cuando ilustré Lo que el viento se llevó hablé mucho con Jesús Egido, editor de Reino de Cordelia, porque la película está en el imaginario. ¿Quién mejor que Clark Gable para hacer el personaje? No vas a encontrar a nadie mejor por mucho que inventes. Cada libro exige algo distinto, requiere buscar una manera de ilustrar distinta

Pienso en El manifiesto comunista. A priori, una se pregunta si acaso es posible ilustrar un texto de este tipo.

Este es uno de mis éxitos editoriales: ocho ediciones. Es una pieza clave de la filosofía y del pensamiento del siglo XX y lo que yo no podía hacer o, por lo menos, no iba a hacer era realizar ilustraciones de lo que dice Marx. Se me ocurrió la idea del collage, que es una técnica como rusa y tiene un punto soviético. Con cada libro te tienes que inventar algo.  

¿Su trabajo como ilustrador no se puede discernir de su interés por la lectura?

En absoluto. En una rueda de prensa dije que me gustaría ilustrar El Quijote y el editor de Norma me cogió la palabra. El Quijote son palabras mayores. En casa tengo muchos Quijotes ilustrados. Soy muy coleccionista: casi toda mi obra pictórica se basa en mis colecciones: las anatomías, los mapas…Seguramente una de mis ilustraciones con más éxito es el Quijote tatuado, pero también lo representé para la Feria del Libro Antiguo. 

'Lazarillo de Tormes'

'Lazarillo de Tormes' FERNANDO VICENTE

¿La pintura es algo más propio e íntimo con respecto a la ilustración?

Las obras que componen una exposición de pintura las realizo porque quiero, no las hago para nadie ni por encargo. Nunca he hecho un libro para mí, siempre son encargos. Es cierto que, al tener confianza con algunas editoriales y una carrera larga, puedo proponer y decir qué me gustaría ilustrar. La pintura solo depende de mí: pinto cuando tengo ese hueco entre libro y libro o entre encargos importantes. Ahora, por ejemplo, acabo de trabajar con la cadena Manolo Bakes en una campaña de Halloween. 

¿Es en la publicidad donde más dinero se mueve?

Sin duda. Desde que está la crisis de prensa han ido bajando las tarifas. Yo nunca he podido vivir de la pintura y esto que no he dejado de pintar y he vendido exposiciones enteras. Haces exposiciones cada dos o tres años y la pintura sola no basta para vivir, así que la ilustración es un complemento fenomenal. Es de lo que yo he vivido estos años.

La ilustración está comenzando a llegar a las galerías y a los museos.

Algo está cambiando. En Inglaterra y en Francia los ilustradores y la gente que hace cómics expone en galerías de arte. En España hemos llegado algo tarde

Fernando Vicente

Fernando Vicente ÒSCAR GIL Barcelona

Su Premio Nacional de Ilustración es, de hecho, relativamente reciente. 

Lo mismo se puede decir del Premio Nacional del Cómic que, junto con el de ilustración, acaban de asimilarle económicamente a los otros, tras años con un dotación era menor. No solo n esto se nota que las cosas cambian. Se empieza a asumir que el ilustrador es tan creador como quien escribe un texto. Yo he hecho libros con gente de peso de la literatura en los que voy con ellos a medias en cuanto a derechos. Años atrás todo era distinto: cuando colaborabas con una revista entregabas los originales de tus ilustraciones y dibujos y ellos se los quedaban. Esto nos ha pasado a muchos. Por entonces yo era crío que empezaba y lo veía normal: me pagaban, aunque fuera poco, por eso me parecía que si podía vivir de eso iba a ser feliz el resto de mi vida.

¿Se siente tan autor y tan libre tanto cuando pinta como cuando ilustra?

Procuro ser todo lo libre que puedo a la hora de ilustrar. De hecho, cuando me quieren acotar, les digo que no. Tengo una carrera; si trabajo con un editor por primera vez lo que hago es decirle que soy el autor de esas ilustraciones y no quiero intervencionismo. No hago bocetos, por ejemplo. Yo hago mi trabajo, igual que el escritor hace el suyo.