Steve Ditko, la gesta de lo corriente
Repaso a la obra gráfica del dibujante norteamericano, fallecido recientemente, uno de los creadores de personajes del cómic como Spiderman y Dr. Strange
20 julio, 2018 00:00Desconocemos el demiurgo que creó a los dioses del Olimpo. Ignoramos quién diseñó el rayo de Zeus o las zapatillas aladas de Hermes. La mente que imaginó el peinado de la Medusa como una magistral permanente ofídica o la boca que pronunció por primera vez la metáfora mortal del Estigia. Sabemos, en cambio, quienes son los creadores que han dibujado los héroes de nuestra época. ¿O sólo creemos saberlo?
Durante muchos años creímos que Stan Lee, poderoso guionista y jefe de Marvel –para algunos superhéroe, supervillano para el resto– era el verdadero creador de Spiderman. Digamos que Lee está con Platón. Piensa que el mundo de las ideas es el único que importa, y aunque no sepa dibujar ni con un seis ni con un cuatro, se arroga la genial génesis de la mitad de héroes del Parnaso actual, hombre araña incluido.
Steve Ditko, el dibujante original de la serie, fallecido hace unas semanas en Nueva York, siempre defendió lo contrario: el superhéroe solo existe al contacto entre la tinta y el papel. Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento de la corrección política, quién sabe si de la historia, Stan Lee reconoció al viejo Ditko, encerrado en su estudio, dibujando fanzines que se publicaban por crowdfunding, esquivador de entrevistas, como legítimo cocreador del trepamuros.
El sorprendente Spiderman /STEVEN DITKO
Lo que pasó con Spiderman parece ser lo siguiente: Lee tenía la idea de un héroe adolescente al que le muerde una araña radioactiva, poco más, entonces le pide a Jack Kirby, su colaborador habitual por aquellos tiempos, que se lo dibuje, pero el resultado no le convence. Entonces llega Ditko. Y elabora con Peter Parker una suerte de autorretrato. Le pone sus gafas y su flacura. Le hace vivir en Queens y tener serios problemas de relación social. El humano que esconde el superhéroe de la malla azul y roja es un empollón que le produce ansiedad quedarse sin pareja para el baile de fin de curso. Esa mezcla resulta ganadora, reúne al superhéroe y al alfeñique que todos llevamos dentro. Mucho más fácil identificarse con el joven Parker –no olvidemos que el tipo se cose su propio traje– que con el ricachón depresivo de Batman o el extraterrestre Superman. Las cifras de ventas lo confirman y el cómic, creado en 1962, se convierte en un éxito sin paliativos.
Peter Parker /STEVEN DITKO
Los tebeos del hombre araña se convirtieron en el primer culebrón para adolescentes de la época. Estaban llenos de dramas personales y económicos. Parker es huérfano y, tras la muerte de su tío Ben, tiene que ayudar en casa para llegar a fin de mes. La forma de dibujar también es fascinante. La forma Ditko de romper estereotipos en el trazo y en el orden clásico de las viñetas resulta revolucionaria. Tras unas temporadas exitosas, sin saber muy bien por qué, por desavenencias creativas, Ditko abandona la serie para pasarse a DC en una aventura de ida y vuelta. Nunca más volvería a dibujar a Spidey.
De los muchos héroes que dibujó más tarde, destacan también el Dr.Strange, de aparición frecuente en los últimos blockbusters de la Marvel, gran maestro de los poderes ocultos y capaz de desdoblarse en su versión ectoplasmática para llevarnos a universos paralelos. Ditko con él riza el rizo de lo dibujable y se permite construir maravillas al nivel del mejor arte contemporáneo. Strange pasea entre esferas y cubos, en una simbología personal digna de Kandinsky. Los hippies de la época creen ver en él un profeta de la psicodelia y acuden a sus viñetas tras ingerir sus tripis.
Dr. Strange /STEVEN DITKO
Nada más lejos de la intención del recto y conservador Ditko. Pese a sus intenciones, toda una generación de hippies leyó su obra como una parábola de los viajes astrales. Alan Moore y Neil Gainman son casi impensables sin Steven Ditko. De entre los nuestros, también el fantástico David Rubín bebe de esa fuente. A partir de entonces, la obra de Ditko cada vez se vuelve más arriesgada y opaca. Con personajes como Mr. A o The Question. Hombre sin rostro, detective lingüístico. En la salvaje ideología de egoísmo racional de Mr. A --existe lo blanco y lo negro, lo bueno y lo malo, y en medio de eso no hay nada-- encuentra Moore la inspiración para su inolvidable Roschard de Wacthmen.
En definitiva, muchos de los niños lectores de cómics de los 80 queríamos ser periodistas. Cómo no desear compartir profesión con colegas del talento de Louise Lane, la simpatía de Jimmy Olsen o la fidelidad patosa de Clark Kent. Cómo no querer compartir vida laboral con el joven reportero arácnido Peter Parker. Cómo no querer ser periodista, si hasta Superman o Spiderman –que podrían dedicarse casi a cualquier cosa– decidieron dedicarse a la profesión. Aunque ahora de mayores, como Steven Ditko profetizó, nuestro sentido arácnido nos dicte que es más heroico vivir del oficio que ir salvando al mundo de villanos con la ropa interior por fuera.