La Barcelona secreta en 400 pasajes
Recorrido por la historia más recóndita de la ciudad junto al escritor Jorge Carrión, que acaba de publicar 'Barcelona. Libro de los pasajes'
7 marzo, 2017 00:00Eduardo Mendoza, Joan Miró, Apel·les Mestres, Josep Maria Sert... Todos estos artistas catalanes tienen en común haber vivido en pasajes, esos pasadizos cortos llenos de recovecos y misterios que unen dos calles.
En Barcelona hay más de 400 pasajes. Ellos son los protagonistas del último libro de Jorge Carrión Barcelona. Libro de los pasajes (Galaxia Gutenberg), fruto de ocho años de investigación. Una obra inspirada en Proyecto de los pasajes, de Walter Benjamin y en La ciudades invisibles, de Italo Calvino, explica el propio escritor.
Giros inesperados
“Hay una dimensión oficial de Barcelona, que es el plan Cerdà, pero hay una Barcelona secreta, alternativa, proletaria y popular, llena de giros inesperados, que se puede encontrar en los pasajes que hay en la ciudad”, explica Carrión. La mayoría de ellos se concentra en el barrio del Poblenou, donde, el pasado sábado, el escritor ejerció de guía de una cincuentena de turistas accidentales interesados en conocer este Manchester catalán desde una perspectiva original. La visita fue organizada por la librería Nollegiu, uno de los referentes culturales de Poblenou.
Así, junto al moderno distrito del 22@, perviven las huellas de un mundo industrial decimonónico que, a su vez, sustituyó las costumbres rurales del arrabal.
Y es que, a través de estos pasos entre dos calles, casi siempre públicos, pero en ocasiones privados o cubiertos, se puede reconstruir la historia de una ciudad. Ejemplo de ello es el pasaje del Camp, que remite a los orígenes rurales del Poblenou, o el pasaje de Caminal, antigua zona de masías.
De la Barcelona más anarquista y proletaria da fe el pasaje de Bori, lugar de ateneos y asociaciones de resistencia. Destaca los pasajes del cementerio viejo, Llacuna y Aymà, donde todavía puede verse uno de los últimos asentamientos chabolistas que perduró hasta los Juegos Olímpicos y que conectan con los barrios de Pekín y Somorrostro que vieron crecer a Carmen Amaya. Se mantienen aún los muros con los azulejos de las cocinas construidas tan precariamente. Están a punto de ser demolidos.
Hoy, muchos de esos pasajes han sido invadidos por hipsters, restaurantes japoneses y talleres artísticos que han contribuido a gentrificar esos barrios humildes.