Este fue el emperador romano que fundó Tarragona: el nombre original de la ciudad
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Nadie duda de quién fundó Tarragona, los romanos. Pero más allá de este genérico tuvo que ser alguna persona concreta quién se encargara de hacerlo. Y allí hay una cosa clara: fueron una familia noble y con grandes dotes militares, los Escipiones.
De hecho, hay una torre allí en honor a estos prohombres de la guerra, que durante las guerras púnicas encontraron en este punto del Mediterráneo un lugar ideal para montar su base y desarrollar después toda una ciudad digna de Roma.
De Roma a Patrimonio de la UNESCO
Llamada Tarraco, este inicial asentamiento militar no solo devino una de las ciudades más importantes de Hispania, sino que también ostentó el título de capital de la provincia romana Hispania Citerior o Hispania Tarraconensis. Nombrada hace 25 años Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO sin duda su historia es de lo más fascinante.
Los primeros registros históricos de Tarraco datan del 218 a. C., durante la Segunda Guerra Púnica. Fue entonces cuando Cneo Cornelio Escipión Calvo desembarcó en la península ibérica para frenar el avance de Aníbal. No estuvo solo, su padre, Lucio Cornelio Escipión Asiático iba con él. Y ambos se les atribuye la fundación de la antigua Tarraco.
El otro nombre de Tarraco
Aunque las fuentes históricas no son concluyentes sobre si Tarraco fue fundada sobre la antigua ciudad ibera de Kesse o Cissis, lo cierto es que antes de la llegada de los romanos ya habían habitantes en el lugar, los íberos. Este pueblo originario apenas pudo resistir la fuerza del ejército romano. Sus tropas establecieron rápidamente un campamento en este estratégico punto de la costa mediterránea y se hicieron con su absoluto control durante la llamada Segunda Guerra Púnica.
Los escipiones, se quedaron allí largo tiempo. Escipión el Africano, uno de los generales más destacados de Roma, utilizó Tarraco como base de operaciones y refugio durante los inviernos de la guerra.
"Amigos de Roma"
Bajo su mando, la ciudad se convirtió en un aliado leal del pueblo romano, y sus habitantes, descritos por Tito Livio como “amigos y aliados de Roma”, jugaron un papel crucial en la logística militar. La conexión entre Escipión y Tarraco quedó inmortalizada por Plinio el Viejo, quien describió la ciudad como Tarraco Scipionum opus, una obra de los Escipiones.
Tras los tiempos de Escipión, Tarraco continuó creciendo en importancia y fue elevada al estatus de colonia romana bajo el nombre de Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraco, un título que reflejaba su carácter triunfal y estratégico. Eso sí, fue durante el mandato de César Augusto, cuando la ciudad experimentó su máximo esplendor.
Adriano y Augusto
Antes de él, Adriano fijó allí una de sus residencias de verano. A 12 kilómetros de Tarragona, en Altafulla, en la villa romana de Els Munts, el emperador pasó hasta dos veranos disfrutando de la ciudad. Luego llegaría Augusto, quien residió en Tarraco entre el 26 y el 25 a. C. tras una agotadora campaña en Cantabria. Fue él quien impulsó su desarrollo urbanístico y político.
Aunque no hay registros concluyentes de dónde se alojó Augusto, se especula que pudo haber habitado en la Parte Alta de la ciudad o en la misma villa de veraneo de Adriano. En cualquier caso, bajo su influencia, Tarraco comenzó a transformarse con la finalización de infraestructuras como el Foro de la Colonia o la construcción del acueducto, conocido como el Pont del Diable. Décadas más tarde, el legado de Augusto se materializó en monumentos icónicos como el anfiteatro, el circo y el templo dedicado al emperador, cuyas ruinas aún pueden encontrarse bajo la catedral de Tarragona.
El significado de Tarraco
Pero aun así, siempre queda la duda. ¿De dónde sale el nombre de Tarraco? Según recoge el investigador Enrique Cabrejas, el término podría significar "Gran Costa Brava" o "costa heroica". Esta interpretación, basada en la etimología ibérica, sugiere que los cosetanos, antiguos pobladores del Camp de Tarragona, consideraban su territorio como triunfal y heroico, características que luego fueron reconocidas por los romanos al bautizar la ciudad como Urbs Triumphalis.
Cabrejas, en declaraciones al Diari de Tarragona, asoció también el nombre de Tarraco con el dios Apolo Tarraio, una deidad venerada por los cosetanos, y plantea que este topónimo celebra la conexión entre la ciudad, la deidad y su carácter triunfal, tanto en la época ibera como en la romana.
En cualquier caso, la belleza de Tarragona sigue fascinando todavía a día de hoy. Sus murallas, el anfiteatro y todo el patrimonio de su alrededor son sólo una prueba más de lo que consiguió Roma y de lo que siempre ha significado esta ciudad para una tierra como la catalana.