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Córdoba es conocida en todo el mundo por su mezquita catedral. Construida en el año 785 bajo el mandato del emir omeya Abderramán I, llegó a convertirse en la segunda mezquita más grande del mundo islámico, solo superada por la de La Meca.

Tras la reconquista cristiana de Córdoba, en 1236, este lugar sagrado fue consagrado como catedral y sufrió diversas modificaciones, incluida la construcción de una nave renacentista en su interior en el siglo XVI. La conservación de parte de los elementos arabescos y su comunión con el templo cristiano, le dan un diseño tan espectacular que en 1984 pasó a formar parte del Patrimonio de la Humanidad protegido por la UNESCO.

Nadie puede decir que la mezquita de Córdoba no sea una joya arquitectónica sin parangón, pero tampoco se puede decir que es el único templo del Islam que, tras la Reconquista, pasó a convertirse en un santuario católico.

Cataluña puede decir que también cuenta con su propia catedral de Córdoba. Primero porque fue mezquita y, después, porque también se ha convertido en catedral católica.

Reconversión 

Majestuosa en lo alto de un cerro. La Seu Vella de Lleida, con más de 800 años de antigüedad, es testigo de la evolución y los avatares de la historia catalana y este dato da buena fe de ello. 

Su origen se remonta al período en que la península ibérica estaba bajo dominio musulmán, cuando en el lugar que ahora ocupa la catedral se erigía una mezquita sobre los restos de una antigua catedral paleocristiana y visigoda.

De mezquita a iglesia

Tras la conquista cristiana de la región en 1149, la mezquita fue consagrada como catedral, marcando el inicio de la historia de la Seu Vella tal como se la conoce hoy en día. Claro que, desde entonces, sufrió cambios. El que le dio su forma actual se realizó en 1203, pero desde entonces ha habido más.

A lo largo de los siglos, la Seu Vella ha experimentado diversas transformaciones que reflejan las vicisitudes de la historia de Lleida. En el siglo XVIII, tras la conquista de la ciudad por las tropas de Felipe V, la catedral fue reconvertida en cuartel militar debido a su estratégica ubicación en la colina.

La Seu Vella, uno de los espacios que acogerá eventos del Festival Simfonic / WIKIMEDIA

Una catedral con toque islámico

Este cambio de función implicó la desacralización del edificio y la transferencia de los servicios religiosos a la nueva Catedral Nueva de Lleida, completada entre 1761 y 1781. Eso tuvo sus consecuencias.

El hecho de convertirse en un edificio civil convirtió este espacio en un lugar sin ninguna imagen religiosa. Desde al altar y los retablos a los bancos y estatuas desaparecieron por completo. Esto ha ayudado a que, ahora, la Seu luzca mucho más diáfana y se observen mejor sus detalles.

Estilos arquitectónicos diversos 

La Seu Vella, de todos modos, es testimonio de la rica diversidad artística y arquitectónica de su época. Construida principalmente en estilo románico, la catedral incorpora elementos góticos que se añadieron en épocas posteriores, creando una fusión única de estilos.

Por su parte, el claustro, uno de los más grandes de Europa, es un ejemplo destacado de esta combinación, con arcos ojivales y tracerías detalladas que reflejan la maestría artística de sus constructores.

Interior de la Seu Vella de Lleida

Las mujeres de la Seu

El campanario de la Seu Vella, con sus siete campanas, es un símbolo icónico de la ciudad de Lleida. Dos de estas campanas, que datan del siglo XV y llevan los nombres de Mónica, la que toca los cuartos, y Silvestra, que marca las horas, destacan por su carácter gótico y su importancia histórica.

Además de cumplir su función religiosa, el campanario ofrece la oportunidad de disfrutar de vistas panorámicas de la ciudad y sus alrededores desde su mirador, accesible tras ascender 238 escalones en una escalera de caracol.

Cómo llegar

Llega hasta allí no es del todo fácil. Aunque haya una rampa que favorece la subida, está en el punto más alto de la ciudad y la cuesta no te la quita nadie. La experiencia merece la pena incluso si no se es religioso, porque más allá de poder apreciar los detalles, desde allí se observa buena parte del casco histórico de la ciudad, el río Segre y, cuando hay poca nubosidad, la famosa Plana de Lleida.

A la ciudad se puede llegar en transporte público. Los trenes de media y larga distancia paran allí, incluso se puede llegar desde distintos puntos de España con los servicios de alta velocidad. En coche, suele tardarse bastante: una hora desde Tarragona, una más desde Barcelona y más de 2,5h desde Girona.

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