La lista de los pueblos más bonitos de España, los rankings de National Geographic y otras revistas especializadas… todo el mundo trata de descubrir cuál es el mejor pueblo de su territorio. La competencia es dura, sobre todo en Cataluña, pero la Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas ya lo ha determinado.
Este organismo internacional tuvo en cuenta criterios tales como la hermosura o belleza, los recursos naturales del lugar, su legado histórico y cultural, así como su compromiso con el medioambiente, entre otros factores. Así, el puesto principal, el título del pueblo más bonito del mundo, se lo ha llevado Rupit, un municipio catalán que se caracteriza por su entorno montañoso, sus calles empedradas, sus edificaciones de piedra y su atmósfera medieval.
Este popular pueblo de Girona dividido en dos, Rupit i Pruit, parece congelado en el tiempo. La fusión de ambos núcleos medievales y la protección del entorno natural, arquitectónico, histórico y cultural lo han llevado a ser considerado por la ONU y por la mayoría de listas de este tipo.
Con menos de 300 habitantes, el pueblo se alza como un lugar donde la historia y la naturaleza convergen en perfecta armonía. Desde su icónico puente colgante hasta sus callejones empedrados y sus edificaciones de piedra, cada rincón del pueblo narra historias de un pasado lleno de vida.
Calles de piedra y buena comida
Sus calles empedradas y sus casas construidas entre los siglos XVI y XVII son sus rasgos más característicos. Cada piedra cuenta la historia de generaciones pasadas que vivieron, trabajaron y dejaron su huella en este enclave medieval. Las fachadas de las casas conservan inscripciones, detalles arquitectónicos únicos y ventanas adornadas con macetas de flores que añaden color al entorno.
Al caminar por el casco antiguo, los visitantes encuentran tiendas que venden productos locales, desde embutidos hasta miel artesanal y recuerdos típicos. Los restaurantes del pueblo, muchos de ellos instalados en antiguas casas de piedra, ofrecen gastronomía local, como la tradicional escudella catalana y carnes a la brasa, perfectos para disfrutar después de recorrer el pueblo.
Qué ver
La Plaza Mayor es el epicentro de la vida del municipio. Este espacio abierto, rodeado de edificaciones históricas, es ideal para detenerse, tomar un respiro y contemplar el paisaje. Desde aquí, las estrechas calles conducen a otros puntos de interés del pueblo, cada uno con su propia historia y encanto.
Pero si por algo es conocido es por su vía de acceso: su emblemático puente colgante, una estructura que parece salida de un cuento. Construido en madera y suspendido sobre el arroyo Rupit, este puente no solo ofrece vistas impresionantes del pueblo y su entorno, sino que también simboliza la entrada a una época pasada.
Ermitas, iglesias y otras joyas arquitectónicas
Una vez dentro del pueblo, es el momento de detenerse en sus construcciones más emblemáticas, como la Iglesia de Sant Miquel, una edificación singular con una planta de cruz griega y una fachada blanca que contrasta con las tonalidades marrones del resto del pueblo. Su interior, sencillo pero elegante, invita a la contemplación y es un reflejo de la espiritualidad que envuelve el lugar.
También destaca la Ermita de Santa Magdalena, ubicada en un entorno natural que ofrece vistas panorámicas del Collsacabra. Este santuario es un lugar perfecto para quienes buscan un momento de paz y conexión con la naturaleza.
Otros puntos de interés incluyen las casitas de la calle del Fosar y el antiguo molino, que se mantiene como un testigo de la importancia de los recursos naturales en la economía tradicional del pueblo.
El entorno de Rupit
Un añadido a los atractivos de Rupit es su entorno natural, tan cautivador como su patrimonio histórico. A solo unos pasos del pueblo, la cascada de Sallent, con más de 90 metros de altura, se convierte en una parada obligatoria para los amantes de la naturaleza. Los senderos bien señalizados permiten explorar este paraje y disfrutar de las vistas espectaculares que ofrece la caída de agua.
Para los que quieran explorar más allá, está, el cercano pantano de Sau. Su torre sumergida, que corresponde a la antigua iglesia de Sant Romà de Sau, emerge del agua como un recordatorio de la historia del pueblo inundado para construir el embalse.
Cómo llegar
Llegar a Rupit desde Barcelona en coche toma aproximadamente una hora y 45 minutos. El trayecto más directo comienza tomando la C-17 en dirección a Vic. Una vez en Vic, se conecta con la C-153.
Al llegar al pueblo, los visitantes deben tener en cuenta un factor importante: se ha de estacionar fuera del casco antiguo, ya que las calles estrechas prohíben el acceso a vehículos. Aunque pueda parecer un engorro, este detalle preserva la autenticidad del pueblo y permite disfrutar de su tranquilidad sin interrupciones. Además, las calles son demasiado estrechas para los vehículos.