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Hay marcas que dejan huella. A veces, es por los anuncios, otras por su popularidad y difusión. Los lectores más veteranos pueden recordar el champú Filvit e incluso cantar el jingle con el que se hizo famoso. Los turrones Delaviuda y su “vuelve a casa por Navidad” e incluso hay quienes recuerdan jugar con Nancys o los Madelman. 

De Cataluña han salido otros tantos productos históricos. El más clásico y conocido en buena parte del mundo es el Chupa-Chups, pero también los mas granados pueden mirar atrás y pensar en una loción de afeitar que causó sensación. 

Una loción 'made in Cataluña'

Más allá de la colonia Brumel o el Varón DandY, el aftershave Floïd fue todo un símbolo de esa supuesta masculinidad del hombre que se afeita. ¿Con Gillette, lo mejor para el hombre? También, pero es que en cualquier peluquería tenían este producto.

Floïd es una marca emblemática para varias generaciones en España. Su característico frasco de vidrio naranja, el aroma fuerte y persistente y su uso cotidiano en barberías y hogares hicieron de esta loción de afeitar un ícono del cuidado masculino. 

Éxito internacional

Se calcula que desde su comercialización, más de 60 millones de hombres llegaron a usar este producto. Y no sólo en Cataluña. La marca se llegó a vender en más de 50 países, siendo uno de los productos de cosmética españoles más vendidos. Lo que no todos saben es lo que vino después.

Joan Baptista Cendrós i Carbonell

Para ello se ha de conocer quién estaba detrás del éxito era Joan Baptista Cendrós i Carbonell. Nacido en Barcelona en 1916, Cendrós era el heredero de una pequeña perfumería en el barrio de l’Eixample y de allí salió su producto estrella. Fue en el año 1932.

Quién está detrás

La voluntad del emprendedor era sustituir la tradicional piedra de alumbre, un mineral que servía como tónico y desodorante tras el afeitado, en algo más fresco. La popularidad de Floïd fue tal que, en las décadas de los cincuenta y sesenta, su éxito ya era internacional. De hecho, a Cendrós se le llegó a conocer como "Mr. Floïd".

Poco a poco fue expandiendo la marca gracias a su exclusiva representación para España con Perfums Rochas y con su fortuna decidió hacer algo más. Un algo que, al contrario que su loción, sí ha llegado a nuestros días.

Del aftershave a Omnium

Catalanista convencido, Cendrós aprovechó el imperio Floïd para dedicar su fortuna y su influencia a preservar y promover la cultura catalana que tanto quiso. Lo hizo, además, en un tiempo en que no era fácil.

En pleno franquismo, afectada por la censura del franquismo. Fue uno de los cinco fundadores de Òmnium Cultural, organización que se convirtió en un pilar para la defensa de la lengua y las artes catalanas. Además, invirtió en instituciones como el Institut d’Estudis Catalans y repatrió Edicions Proa desde Perpiñán. 

La implicación de Cendrós en la cultura era total, y su vida se transformó en un continuo desafío al régimen. Prueba de ello, es su apoyo a literatos de la talla de Terenci Moix y Joan Oliver. 

Su amor por las letras era tal que en 1959, y desde su casa de Barcelona, surgió la idea de la creación del Premi Sant Jordi de novela, uno de los galardones que ahora es de los más prestigiosos en lengua catalana.

Desafío al franquismo 

Cendrós también desempeñó un papel en la Nova Cançó y en la creación de la Gran Enciclopedia Catalana, proyectos que consideraba fundamentales para consolidar la identidad catalana. En un momento crucial de la historia, fue un ferviente defensor de la lengua catalana y de la cultura, incluso cuando esto significaba exponerse a las represalias del régimen.

Con su posición desafiante ante el régimen franquista, Cendrós era un empresario atípico en una época en que la mayoría prefería evitar la exposición pública. Su carácter le permitió enfrentarse abiertamente a figuras del régimen, como el ministro Manuel Fraga. Este perfil provocador y su compromiso con la causa catalana atrajeron tanto respeto como animadversión, incluso entre algunos miembros de su comunidad.

Mr. Floïd, en el recuerdo

El legado de Cendrós incluye su activa participación en campañas pro-Nobel para escritores como Salvador Espriu y sus esfuerzos para preservar la obra de autores exiliados, como Josep Carner. Su influencia se extendía a ámbitos culturales y políticos, y su relación con figuras como Lluís Carulla, el fundador de Gallina Blanca, le permitió impulsar proyectos culturales y empresariales que marcaron a varias generaciones.

La importancia de su figura fue tal que hay libros, artículos periodísticos y documentales que versan sobre su vida y obra. Incluso en 2017, pasado el centenario de su nacimiento, el Palau Robert le dedicó una exposición donde, obviamente, la loción Floïd tenía un papel destacado.