Can Corderet

Can Corderet

Historia

Así es la tienda más vieja de Cataluña: tres siglos vendiendo lo mismo

Los responsables del establecimiento proponen convertir el lugar en un museo

22 septiembre, 2024 09:00

Noticias relacionadas

Los negocios “de toda la vida” mueren poco a poco. Los Zara, H&M, Mango y demás invaden todas las ciudades y pueblos de cualquier parte del mundo, homogeneizando cualquier rincón del planeta. Pero todavía hay algunos pequeños comercios históricos que resisten.

En Cataluña hace poco se vio de desaparecer el Forn Ginebra, la Antiga Casa Reus o la Bodega Salvat, por citar algunos. Todos ellos en Barcelona. En cambio, hay unos pocos que resisten el paso de los años e incluso de los siglos.

De cuándo es la tienda

Uno de estos puntos lugares icónicos, únicos casi en el mundo y, sobre todo, en Cataluña, es un pequeño establecimiento del siglo XVIII, que no sólo resiste el paso del tiempo, sino que desde su fundación se dedica a vender lo mismo. Los vecinos de Tarragona igual ya saben de qué lugar se trata.

Fundada en 1751, Can Corderet es un testigo de la historia, un símbolo de perseverancia y adaptación. Desde hace cerca de 300 años, este negocio se mantiene fiel a sus orígenes. Ahí pasen los años, los siglos y las modas sigue siendo una cerería.

Fechas polémicas

A pesar de que algunas fuentes sugieren que el establecimiento podría haberse inaugurado en 1631, no hay documentación que lo certifique de manera fidedigna. Lo que sí es seguro es que este negocio, en pleno siglo XXI, continúa vendiendo velas y mantiene el 90 % de su estructura original, convirtiéndose en una auténtica joya histórica.

Can Corderet no solo destaca por su longevidad, sino también por el encanto que emana al cruzar sus puertas. La tienda es un viaje al pasado, donde las puertas, el escaparate y el mobiliario conservan el estilo barroco del siglo XVIII. Este ambiente único ha sido escenario de rodajes cinematográficos, como en la película Hijo de Caín, de Jesús Monllaó, que encontró en la cerería el entorno perfecto para recrear escenas con sabor a historia. Ubicada en la calle Mercería de Tarragona, un nombre que remite a su origen medieval, la tienda forma parte del legado de una ciudad declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

Qué vende

En sus primeros días, las velas eran un producto esencial en cualquier hogar. Antes de la llegada de la electricidad, en 1897, las velas iluminaban las noches de la ciudad, y Can Corderet era un negocio de primera necesidad. Sin embargo, la llegada de la luz eléctrica trajo consigo una crisis. La demanda de velas cayó abruptamente y la cerería tuvo que reinventarse.

Durante un tiempo, el negocio se diversificó vendiendo comestibles, pero, con el paso de los años, la tienda volvió a sus raíces. Hoy, Can Corderet ha resurgido aprovechando el auge de la decoración y la popularidad de las velas aromáticas, que se han convertido en un artículo de lujo para el hogar.

Historia viva

El contexto urbano en el que se encuentra la cerería ha sido testigo de su longevidad y resistencia. La calle Mercería, con su rica historia medieval, fue un centro de actividad gremial en la Tarragona histórica. Aquí, los oficios y profesiones se agrupaban en zonas específicas de la ciudad, y Can Corderet se ha mantenido como un fiel testimonio de ese pasado.

No solo ha sobrevivido a cambios sociales y económicos, sino también a grandes adversidades como la guerra de la Independencia, la Guerra Civil y, más recientemente, la pandemia del Covid-19 que obligó a cerrar temporalmente sus puertas.

El futuro de Can Corderet

Can Corderet se erige también como uno de los comercios más antiguos de Europa, en una categoría donde las cererías ocupan un lugar destacado. De hecho, la tienda más antigua de Barcelona, la cerería Subirá, fue fundada apenas diez años después, en 1761. Este tipo de establecimientos, que durante siglos iluminaron hogares y templos, siguen brillando, adaptándose a los tiempos pero manteniendo su esencia.

Hoy, Can Corderet se plantea un futuro prometedor. Sus responsables tienen planes para convertirse en un museo que permita a los visitantes descubrir su historia y apreciar su legado. Con más de dos siglos y medio de historia, este pequeño rincón de Tarragona no solo es un negocio; es un testimonio viviente de la capacidad de adaptación y resistencia frente a los desafíos del tiempo.