Barcelona es una capital literaria. Más allá de atractivo turístico, la ciudad es conocida en el sector cultural por el importante peso de la industria literaria. Y esto no es una cosa del siglo XXI. Hace años, que la capital catalana ha demostrado su potencial literario. No en vano, figuras como Gabriel García Márquez, Vargas Llosa o José Donoso vivieron largas temporadas aquí.

Esos años del boom literario latinoamericano, aquel de Cien años de soledad o La casa verde, Barcelona era el lugar donde estar. Figuras como los editores Carmen Balcells y Carlos Barral, también poeta, tuvieron mucho que ver. 

El tierno motivo que trajo a Gabo a Barcelona

Ellos no dudaron en apostar por el talento de un continente muchas veces olvidado y de los que salieron grandes genios. Nombrar unos pocos sería no hacer justicia a ninguno. La cuestión es que gracias a la apuesta de estos hombres decenas de escritores del sur del mundo aterrizaron en Cataluña, sobre todo Barcelona, no sólo para hacer negocios, también para vivir.

Una de estas personas que pasó un largo periodo en la capital catalana fue Gabriel García Márquez. El escritor tenía grandes amigos aquí, pero fue uno de ellos el que empujó definitivamente al autor de El amor en tiempos del cólera a cruzar el charco, Ramon Vinyes.

Las palabras de García Márquez

Más allá de lo que se cuenta, fue el mismo Gabo quien lo confesó en más de una ocasión y públicamente. El escritor catalán vivió un tiempo en Barranquilla y allí conoció al colombiano. Las historias que le contaba el español le fascinaron.

Había oído hablar tanto de Barcelona, de los cafés de Barcelona, de las librerías de Barcelona, de los teatros de Barcelona”, que no lo dudó y, a la mínima que pudo y encontró editor se vino hasta aquí. Al llegar tenía sensación de que “hubiera vivido ahí toda mi vida”, aseguraba en una entrevista.

El sabio catalán

Es evidente que García Márquez también se vino porque encontró en Barral y Balcells un sustento económico. Ellos fueron los primeros en editar sus escritos y con los que se puedo quedar. Aun así, Vinyes es el que aparecía en sus libros.

Lo cuenta él mismo. “El sabio catalán de Cien años de soledad” era Ramón Vinyes. Un gesto que el autor español no dudó en devolvérselo. A pesar de que toda su obra fue en catalán, el cuentista no dudó en dedicarle la única obra que escribió en castellano, Un caballo en la alcoba -que aparece en Males herbes- al mismísimo Gabo. 

Reconocimiento mútuo

Este texto del catalán, además, tiene algo del realismo mágico del colombiano. En él, ha un hombre que está a punto de morir en su cama que no puede hacerlo porque un caballo que se encuentra en la habitación le causa una risa nerviosa y no consigue fallecer. Mientras, familiares, médicos y amigos esperan el traspaso a mejor vida del supuesto moribundo.

Más allá de la prueba de amistad, el gesto de García Márquez de viajar hasta Barcelona para conocer la tierra de su amigo, inspirado y fascinado por cómo le narraba su ciudad, el catalán es un gesto que despierta cierta ternura al que lo conoce. Al menos, si lo cuenta Gabo. Si hay otros motivos pecuniarios, la historia luce menos. Pierde su magia.

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