¿Te imaginas vivir en una villa medieval? Sumergirte en un mundo donde el tiempo parece haberse detenido, rodeado de murallas centenarias, calles empedradas y casas de piedra que cuentan historias de antaño. Cada día despertarías con el sonido de las campanas de una iglesia románica y con paseos que te llevarían por rincones que evocan leyendas de caballeros y batallas.
La vida sería sencilla, pero llena de significado, con una profunda conexión con la historia y la naturaleza que te rodea. Vivir en una villa medieval sería como habitar un libro de historia, donde cada piedra y cada sombra guardan secretos del pasado.
Una villa amurallada
Montfalcó Murallat es una entidad del municipio de Les Olugues, en la comarca de La Segarra. En el corazón de Lleida se encuentra un auténtico tesoro medieval: un pequeño y poco conocido pueblo, que ofrece una experiencia única al visitante, al estar situado dentro de las antiguas murallas de una fortaleza.
Sus orígenes se remontan a los tiempos de la Reconquista, en el siglo XI, y el conjunto arquitectónico ha sido declarado Bien Cultural de Interés Nacional. La localidad está situada sobre la confluencia del Sió y de su afluente por la izquierda, la riera de Vergós.
Las quince casas del núcleo, construidas de forma compacta alrededor de una plaza donde confluyen las vertientes de los tejados y la iglesia parroquial de San Pedro, es uno de los mejores ejemplos de villa amurallada. Es un tipo de población típica de la época antigua y de la edad medieval, jurisdicción del duque de Cardona.
En 2022, la entidad singular de población tenía empadronados 21 habitantes y el núcleo de población era de 7 personas.
Les Olugues
Les Oluges no es solo un pueblo, es un verdadero portal a la historia de la región. Sus estrechas y serpenteantes calles, bordeadas por edificaciones de piedra que han sobrevivido al paso del tiempo, crean una atmósfera que transporta a épocas antiguas. Está estratégicamente asentado en lo alto de una colina, ya que fue un importante bastión defensivo durante siglos, lo que le permitió convertirse en un refugio seguro en tiempos de conflicto.
Un lugar destacado es la iglesia de San Miguel, un edificio románico, cuidadosamente, restaurado para mantener su esencia original.
La principal actividad económica es la agricultura basada en los cultivos de secano: la cebada y el trigo, seguidos por los olivos, los almendros y la vid -de gran importancia antes de la llegada de la filoxera-. Se complementa con la ganadería y la avicultura y, más recientemente, el turismo.