¿Saben eso de Españoles por el mundo? Bien, pues hay una parte del mundo en el que ni los catalanes ni las mujeres pueden entrar. Puede parecer algo de otra época, pero esto sucedía y no hace tanto tiempo.
La historia es increíble. A ver, no es que sea todo un país, se trata de un lugar concreto, de una provincia de Grecia. Y el culpable es sólo uno: la religión.
Dónde es
El lugar en cuestión es el Monte Athos. Allí se concentran una veintena de monasterios y una docena de enclaves eremíticos de una belleza sin igual. Se trata de un lugar sagrado donde también se vetó la entrada a las mujeres y aún restringen la entrada diaria de turistas y vetan a los lampiños, a los menores de 21 años y a los que no manifiestan su voluntad de peregrinaje. Los únicos que tienen libre acceso son los cristianos ortodoxos.
Si uno busca imágenes de esta increíble península, puede quedar enamorado por el increíble monasterio de Simonos Petra, un templo de más de siete pisos de alto que se eleva sobre un acantilado sobre el Mediterráneo. Pero pasa lo mismo con el Monasterio de Konstamonitou o el San Pandeleimonos. Todo en esta isla merece la pena.
El polémico veto
El problema es que sólo pueden entrar 100 ortodoxos al día y 10 turistas que no lo sean. Insistimos, ninguno de ellos es mujeres. Así lo decreto en el año 1060 el emperador Constantino IX, alegando que las mujeres no pueden acceder a los monasterios ni lugares sagrados y así se mantiene en pleno siglo XXI, aunque se han dado algunas excepciones. Pero este es otro tema.
Los catalanes también tuvieron prohibida la entrada hasta 1993. Y también por unos hechos históricos que pasaron hace siglos, pero el terror causado por un ejército de catalanes, quedó grabado a fuego en estas tierras.
Por qué está prohibido
Corría el año 1305 cuando se desató la llamada Venganza Catalana, pero todo empezó dos años antes, cuando el Imperio bizantino gobernaba los Balcanes. En 1303 el emperador bizantino Andrónico II sí quería a los catalanes. De hecho, contó con ellos para la expansión de sus imperios.
El gobernante contrató los servicios del templario Roger de Flor que lideró la Gran Compañía Catalano-Aragonesa para derrotar a los otomanos. La verdad que ofrecieron un buen servicio. La tropa de almogávares exterminó a buena parte de la población de Anatolia dando la orden de matar a todo varón mayor de diez años. Hasta aquí, no hay motivo para el recelo.
Los problemas empezaron un poco más tarde. Con el paso de los meses, Roger de Flor se ganó la enemistad de los genoveses, que ya de por sí rivalizaban con Barcelona en el comercio mediterráneo. Además, los famosos almogávares saquearon en más de una ocasión los salarios que el emperador tardaba en pagarles.
Todo eso tuvo consecuencias. El mismo hijo del emperador Andrónico II, Miguel IX Paleólogo, empezó a ver con malos ojos al catalán. Por eso, cuando su padre murió y él tomó el poder, tendió una trampa a los catalanes para acabar con todos ellos. Les organizó un banquete en Adrianópolis para “agasajarles”, y acabó con la vida de unos 100 oficiales almogávares y Roger de Flor.
La llamada venganza catalana
Obviamente, la venganza no se hizo esperar. Otra tropa de almogávares se cobró la traición con una masacre entre los habitantes de Gallipolli y juraron venganza. Arrasaron con todo a su paso por Tracia y Macedonia. Todo es todo.
No sólo saquearon sin piedad cualquier territorio del imperio que pudieron, sino que fueron inmisericordes con hombres, mujeres, e incluso niños. De allí que esta llamada Venganza catalana, haya quedado grabada para siempre en la historia y hasta nuestros días.
Qué pasó
Los saqueos no dejaron fuera a una tierra tan sagrada como el Monte Athos. Conocedores de las grandes riquezas que guardaban todos los monasterios allí erigidos, las tropas almogávares también entraron sin piedad a la zona y arrasaron con todo. De allí que, derrotados años más tarde, los catalanes tuvieran vetada la entrada.
Igual que pasa con las mujeres, los vetos no desaparecieron. Hasta 1993, todo catalán que quisiera visitar este hermoso rincón de Tesalónica tenía que ocultar su origen. Pero ese año postolímpico todo cambió.
Cambio de situación
El cantautor Josep Tero, original de L’Escala, se presentó en esas tierras y, sin preocuparse por el veto, no dudó en ir al Monte Athos y presentarse como catalán. La sorpresa fue mayor cuando, como si nada hubiera pasado en los últimos 700 años, le permitieron el acceso.
Ese hecho sentó jurisprudencia. De una manera natural, las rencillas quedaron atrás y los catalanes han podido visitar este hermoso rincón helénico. Ayudó también el hecho de que el gobierno catalán, al saber lo que le pasó a Tero, iniciara conversaciones de reconciliación con el régimen ortodoxo de Athos.
'Pagant Sant Pere canta'
Las negociaciones dieron sus frutos, claro que también hubo algo de transacción económica, aunque se supo 12 años más tarde. En 2005, la Generalitat pagó 240.000 euros de sus arcas para reformar uno de los monasterios del monte, el de Vatopediou. Como dice el refranero catalán, pagant sant Pere canta.
Eso no quita que los catalanes sigan presentes como auténticos monstruos en la cultura popular balcánica. Tal y como explicamos en Crónica Global, la palabra catalán y sus derivados es sinónimo de monstruos, bestias e insultos.