Picasso dejó huella en Barcelona. El pintor malagueño pasó parte de su juventud en la capital catalana y la ciudad todavía lo recuerda. Una prueba clara es la instalación que se hizo de su antigua vivienda para el 50 aniversario de su muerte o el museo Picasso.
El amor por el creador del Gernika es tal que incluso tiene un retrato esculpida en piedra en uno de los barrios más trendy de Barcelona, en Gràcia. Aunque por aquel entonces esta zona era una villa cercana, ahora es casi el centro neurálgico de la juventud y adultos hipster que quieren tomar algo en bares y restaurantes con comida y bebida de todas partes del mundo. Y allí en medio, Picasso les observa.
Un cine centenario
Muy pocos lo saben, pero cuando uno va a uno de los cines más grandes e históricos de Gracia, el andaluz les mira desde las alturas. Se trata del cine Bosque, ubicado en Rambla de Prat, 16, en Barcelona.
Esta sala centenaria es casi la única que sigue en activo desde su creación. Claro que en 1906, cuando abrió, el cinematógrafo no era su atractivo principal, se inauguró como teatro y sala para conciertos de música.
Idea de un empresario
La idea del empresario Josep Valls era erigir este templo de cultura cerca de una de las fuentes más importantes de la villa de Gracia (la mítica Fontana que ahora da nombre a la parada de metro). Para hacerlo tuvo grandes compañeros de viaje.
Hombre de negocios con contactos, Valls se dejaba ver por los círculos culturales de la ciudad. Entre sus lugares más frecuentados estaba el Liceu. Allí departía con diversos invitados y espectadores.
Un escultor en ciernes
Uno de esos hombres con los que empezó a establecer amistad era el padre de un famoso pintor y escultor. ¿Picasso? No, Pablo Gargallo.
El hecho es que en las conversaciones que mantuvo Valls con Gargallo padre salió la figura del artista. Fruto de esa amistad y esa buena conversación el empresario catalán pidió la participación de Pablo Gargallo en la construcción de su sala de espectáculos.
Picasso, un compañero de fiestas
Valls encargó al escultor y pintor la decoración de la fachada principal. Ni corto ni perezoso, Gargallo se vino arriba y decidió poner la cara de cuatro de sus amigos artistas con los que se solía juntar e ir de fiesta. El resto es fruto de la casualidad.
Entre los colegas de fechoría de Gargallo se encontraba un tal Pablo Picasso. Tenía 26 años, venía de Málaga y trataba de hacerse un hueco en el mundo del arte. Y así fue como, de forma completamente casual, la cara del pintor vanguardista quedó para siempre incrustada en las paredes de uno de los cines que, con el paso de los años, se ha convertido en uno de los más longevos de la ciudad.
En estos casi 120 años de la historia del que fuera el Gran Teatre Bosc ha cambiado mucho, pero los rostros de esos amigos han permanecido. Porque es imposible dejar pasar como un hecho puramente casual, casi lúdico, que un joven Picasso fue esculpido en una fachada.
Tampoco es que esta sea la obra cumbre de Gargallo, pero sí le sirvió para dar el pistoletazo de salido a su carrera. Después de esta primera oportunidad que le dio Valls, el escultor fue solicitado para decorar muchos otros edificios. Y, si retrató a un vanguardista de la pintura, también colaboró con las vanguardias arquitectónicas.
Otras obras de Gargallo
Es posible poder ver algunas de sus creaciones en edificios tan icónicos como el Hospital de Sant Pau y el Palau de la música, dos monumentos de Domènech i Montaner, dos iconos del modernismo catalán. Pero también en el mismísimo centro de Barcelona, en la Plaza Cataluña, se pueden ver dos esculturas suyas: el pastor de la flauta y el pastor del águila.
La colaboración con las vanguardias arquitectónicas y pinturas también quedó impregnado en su estilo. Gargallo siempre mezcló el clasicismo con las formas abstractas, e incluso de inspiración cubista en sus obras. Otra prueba de ello son las bigas y jinetes que todavía se ven en el olímpico Estadio de Montjuïc y en el parque de Can Dragó.
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